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Identidad Marrón: una trinchera contra el racismo


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Un colectivo integrado por marrones de toda la región latinoamericana que rescata la desigualdad desde la perspectiva antirracista. Desde 2019 realizan acciones para que muchxs puedan identificarse con su ascendencia como argentinxs. “Argentina no es blanca”, demuestran.

“Octubre es el mes para hablar de racismo”, expresa un cartel violeta en medio de la marcha que se realizó ante el Congreso de la Nación, el pasado 12 de octubre, al cumplirse 531 años de resistencia indígena. 

Mientras camina por la avenida Entre Ríos, Natalia cuenta que, a principios de los noventa, en los actos escolares de su escuela en Liniers siempre le tocaba hacer de vendedora de empanadas o mazamorrera y que incluso una vez una maestra le dijo que no podía hacer de Blancanieves porque no era blanca. Muchas veces sus compañeras hacían desfiles con ropa de John L. Cook frente a ella y hasta algún compañerito le dijo que era linda, pero tenía cara de india. Ella siempre pensó que todo eso le pasaba porque era pobre, hasta que entendió que también le pasaba porque era marrón. 

La plaza de los dos Congresos se vistió de Pachamama: wiphalas, aguayos, sikus, cajas copleras, bombos, ruanas y mucha gente masticando hoja de coca. La columna del Tercer Malón de la Paz avanza y su bandera dice: “No maten a la madre tierra, cuidemos toda forma de vida”. 

Lo que es territorio de memoria indígena es territorio sagrado. En ese marco, un grupo de jóvenes se fotografía con carteles: “Orgulloso de mi cara de indio”, dice uno y “Tener diversidad cultural es tener compañerxs de trabajo marrones”, dice otro. 

Identidad Marrón es un colectivo que desde 2019 realiza acciones y campañas que visibilizan la desigualdad desde la perspectiva antirracista; integrado por marrones racializadxs, hijxs y nietxs de indígenas y campesinxs migrantes de toda la región latinoamericana que denuncian que la desigualdad responde no solo a cuestiones de clase y género, sino también al racismo estructural en nuestro país. 

Cuando el entonces Presidente, Alberto Fernández, dijo que los argentinos vienen de los barcos expresó parte del sentido común construido desde los inicios del estado nación. Ana María Gorosito Kramer, antropóloga de la Universidad Nacional de Misiones, sostiene que “la hipótesis de blanqueamiento obró como un fuerte aparato ideológico sobre nuestras cabezas”. “Ya que nos creemos el fruto tardío de la importación de población europea y al creer esto negamos que somos también el fruto de raíces indígenas y mestizas que quedaron invisibilizadas en este proceso extraordinario de imposición cultural e ideológica”, explica. 

Ana C. es trabajadora judicial de la Ciudad de Buenos Aires y coordinadora del Programa Origen y Verdad de Identidad Marrón. Al preguntarle por qué Identidad Marrón, expresa: “Encontrar a la agrupación me ayudó a poder identificarme. No conozco a mi familia de origen, nací en Jujuy, pero siempre viví en la Ciudad de Buenos Aires, entonces mi cultura es 100% porteña. Pero había algo que no me cerraba, de hecho, no parezco siquiera argentina en un país donde los gentilicios como paraguayo, peruano, boliviano son insultos”. 

Y agrega: “No me identificaba de comunidad originaria tampoco. Encontrar Identidad Marrón y definirme como indígena descendiente para mí fue clave. Me cambió la vida, me ubicó. Entendí lo que era el racismo”. 

Desde la agrupación sostienen que hay un proceso de auto-reconocimiento como marrones y que para muchxs es un proceso de identidad, de cuestionamientos y reflexión en relación a sus trayectorias de vida, sus primeros años de escolaridad, en sus primeros puestos de trabajo. 

Con fuertes relatos en primera persona como la de David Ángel Gudiño, salteño, actor, dramaturgo y activista antirracista, para quien, en su obra, ha sido constitutivo de su proceso creativo. “El mundo de las humitas en chala, la piel oscura, las rodillas gastadas, las chancletas, las ollas de teflón, las garrafas, las medianeras grises sin revoque fino, las casas sin terminar, el inodoro sin tapa, las calles inundadas, la casa de adobe, la Anita, el Cheo, el César, el cerco, los chanchos, el pesebre marrón. La lista es vasta”, cuenta y declara: “Al auto-percibirme marrón todo mi mundo que creí descartable, que creí indigno, que creí pobre, se volvió rico, no solo en el valor simbólico y cultural, sino en posibilidad de creación infinita de obra y relato”. 

“Nuestro cuerpo es arrasado por el racismo”, afirma Ana C. y agrega David que “se sufre día a día”: al entrar a los comercios, al ser revisado en las esquinas solo por ser marrón, ser estereotipado en audiciones, ante el racismo nervioso porteño que lo mira con miedo y se cruzan de vereda o guardan los celulares cuando se sube al colectivo. 

En el otro extremo está el caso de Lucas González, el futbolista asesinado por la policía porteña que este año tuvo condena. Sobre esto, Ana C. determina: “La particularidad es que tuvo el agravante de ‘odio racial’, que fue reconocido en la sentencia. Parte del fundamento tuvo que ver con el texto que nosotros desarrollamos en el libro “Marrones escriben”. La Justicia tomó nota de que no es una sensación. A Lucas lo asesinaron porque al verlo marrón, con ropa deportiva, asumieron que era un delincuente y asesinaron a un pibe de 17 años”. 

Lo del “racismo estructural” es una noción que no se discute sino que se combate en lo concreto y en el imaginario social. Para Identidad Marrón, hablar de racismo es parte de una batalla cultural y política que tiene muchas trincheras. Las redes son una de ellas: durante 2022 se llevó adelante la campaña “Argentina no es blanca” con un video protagonizado por David que tuvo más de millones de reproducciones en Tik Tok. 


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