Cuando el cine era “cosa de hombres”, Eva Landeck, reciente ganadora del Cóndor de Plata a la trayectoria logró filmar cortos y largometrajes, además de cosechar premios en Europa y avanzar en un género que revolucionó los films de ficción de la época. Una mujer con vida de película que añora la antigua izquierda, analiza la actual y habla sobre sus preferencias en cuanto a directores y actores de cine.
Por Graciela Mancuso y Pedro Grancharoff
La primera mujer cineasta argentina
Eva no vio las películas de Juan José Campanella. Ya tiene muchos años y no quiere admitir su edad. El cine que ella recuerda es el cine que ella, en gran parte, inventó. Mira para atrás y ve sus películas. Mira para atrás y ve su vida entera: la de la primera mujer que irrumpió en el cine argentino. Es Eva Landeck, la histórica cineasta que ganó el Premio Cóndor de Plata 2013 a la trayectoria y que, encima, dio tiempo de ventaja: primero estudió psicología, después se casó con Oscar, su mejor compañero, luego decidió educar personalmente a Emilio e Irene, sus hijos, hasta que ellos fueron adolescentes, y recién ahí, después de una vida entera, empezó a estudiar cine. “Uno propone y las circunstancias disponen”, asegura. Ese refrán es su propia historia.
Tiene una mirada ojos verde agua. Cautiva. Siempre está impecable. Tiene un vocabulario amplio y una forma de narrar que hace que las agujas del reloj se muevan rápido, sin ser percibidas. Recuerda cada detalle de filmación, cada palabra que le han dicho, cada vivencia. En cada uno de esos momentos, Eva Landeck se encargó de revolucionar el cine con un nuevo estilo: mezcló lo real con lo onírico e introdujo música clásica mezclada con tango y tecno en cada una de sus películas (ver recuadro). Una verdadera locura para la época.
“Fui la primera directora cinematográfica argentina que ganó un premio en la Muestra Internacional del Film de Autor de San Remo”. Eva se pone orgullosa de sí misma, aunque le cueste. En su humildad alcanza a susurrar: “La película se vio en Cannes, Berlín y Taormina”. Todo un suceso para los años ´70, cuando grabó ese primer largometraje que marcaría la historia del cine nacional de aquellos tiempos: “Gente de Buenos Aires”, una película en donde dos jóvenes del interior llegan a la gran ciudad y no la pasan nada bien, interpretada por Luis Brandoni e Irene Morack.
Antes de hacer su incursión en el largometraje, Eva había encantado al público con cortos. Envió “El Empleo”, su segundo cortometraje, al Festival de Cannes y ganó una “gran medalla” con su nombre grabado. “Grande por el tamaño”, se ríe.
Muchos años después, un día como hoy, Eva no logra nombrar a un director o actor de la actualidad que le guste y que sea familiar a los oídos de los demás: “Si yo digo que me gusta Peter Watkins, me vas a mirar con la boca abierta, pero sus películas son fantásticas”. Eva alienta a salir del cine comercial y a encontrar a gente como Watkins, director británico especialista en el subgénero falso documental.
Después de hablar muchas horas se le escapa un nombre hollywoodense: “Me gusta mucho cómo interpreta Robert De Niro”. Rescata su sinceridad y su honestidad. Habla como si lo conociera, pero no: solo es una experta directora de cine. También elogia a Colin Firth, protagonista del “Discurso del Rey”, pero le impacta que el mismo actor haya participado de películas livianas como “El Diario de Bridget Jones”. “Usar a un actor que puede hacer el Discurso del Rey para una comedia como esa es un crimen”, sentencia Eva con voz dulce.
Su papá la llevaba a ver películas de sorpresa, sin decirle a dónde iban. Viajaban largas horas en tranvía para llegar a un cine. Sin saber leer los títulos ni los nombres de los actores, Eva ya había aprendido a mirar. Tiempo después iría reconociendo esas imágenes que vivían en su memoria de niña en la mirada de una profesional. “Veía películas de Pudovkin- cineasta soviético- a los seis años.” Eva Landeck, la primera cineasta argentina de la historia, ahora, se conforma con ver las películas en DVD que le acercan los nietos.
“Mi corazón está con la izquierda”
“Yo soy Marxista”, dice Eva. Sus arrugas y su pelo rubio platino no logran envejecer sus ideas: perduran, intactas, no importa qué pase mañana, en sus películas. Y no solo allí, porque una especia de destino ideológico se adueña de sus experiencias: “Mi primera película se estrenó en el 74, en la época de López Rega y de la Triple A. Ese día explotaron veinte bombas en toda la ciudad. No va a venir nadie, pensé”. A Eva se le pierden los claros ojos en lo que sea que esté mirando. Pero, vuelve a sonreír rápido: “La sala estaba llena. Aplaudieron de pie”.
Eva rememora el pasado de una izquierda en lucha y organizada. Ese recuerdo se le hizo trizas: “Se fragmentó mucho en Argentina, hay muchos partiditos y con eso se rompe la unidad necesaria para conseguir algo.” Evita definirse por un partido, por un nombre, por una bandera: “Mi corazón está con la izquierda”, se aferra.
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La primera mujer cineasta argentina
Por Nicolás Segreto
La directora de cine y ganadora en octubre pasado del premio Cóndor de Plata a la Trayectoria, Eva Landeck, comenzó su carrera en el mundo del cine dirigiendo cortos documentales de 16 milímetros. Para tomarle la mano a la técnica realizó un corto de ficción denominado “Entremés”, en el que participaron Federico Luppi, Arturo Maly, Agustín Alezzo y Cora Roca. A la joven cineasta le pareció un buen producto por la forma en que estaba contado y empezó a filmar en el formato de 35 milímetros. De allí surgió su primer largometraje, que se terminó de filmar en 1973, “Gente en Buenos Aires”. Su estreno fue después de la muerte del General Perón en 1974 y la opera prima tuvo como protagonistas a Luis Brandoni e Irene Morack, quién también cantó la canción de la película. La cámara y la fotografía estuvieron a cargo de Aníbal Di Salvo. En la noche del estreno explotaron más de veinte bombas en el centro de Buenos Aires. Sin embargo, la película se exhibió a sala completa. Luego, Landeck realizó otro corto denominado “El Empleo”, que tuvo en su elenco a Morack, quien volvió a realizar la música, junto a Carlos Rofé y Carlos Antón. En el film mezcló elementos oníricos, subconscientes e imaginarios con otros reales. El corto fue enviado al Festival de Corto en Cannes y ganó una medalla. “Este Loco Amor Loco” mezcló diferentes personajes de época. Por último, en octubre de 1979, estrenó “El Lugar del Humo”, una producción junto a Uruguay que contaba la gira teatral de un elenco por el interior del país, que se vuelve un melodrama y deriva en una investigación policial.
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