Su perfil es bajo, propio de una generación de actores rebeldes. Genera distancia con la prensa y confiesa que no le gusta hablar de su intimidad. Raro para una chica que tenía pensado estudiar periodismo y que luego se inclinó por el Conservatorio de Arte Dramático. Ella parece resuelta. Se crió en Pompeya, donde ya no vive. Dueña de una carrera prometedora y de una ambigüedad extravagante, Lola Berthet, actriz y kirchnerista, siente fascinación por el género más adrenalínico del cine: el terror. Aseguró que la última película que estrenó, La memoria del muerto, donde encarna el papel de Alicia, fue el puntapié para apasionarse por ese género. Tuvo un pico de fama cuando alcanzó los cuarenta puntos de rating en la novela Los Roldán, donde encarnó a la desopilante Hilda Roldán.
Por Daiana D’Agostino
—¿Cómo manejabas la exposición cuando te llegó el éxito rotundo?
—En realidad fue empezando de a poco, casi no me di cuenta. Cuando empecé con Llos Roldán tuve el pico máximo de exposición. No me gustó, realmente me sentía exhibida. Se empiezan a comentar muchas cosas, se mezcla lo privado con lo público. No me interesa meterme en el mundo del chimento. Ni hacerme eco de los comentarios que pueda decir la gente. Yo solamente agradezco a mi público y el amor que ellos me daban y me dan. A la gente le agradezco todo.
Lola tuvo un susto grande cuando fue internada de urgencia, en el año 2005, en la clínica Suizo Argentina, aunque no quiso hacer declaraciones a la prensa ni desmentir los rumores de intoxicación. Esquivando los medios, sólo ironizó: “Digan lo que quieran. Si quieren, pueden decir que fue varón”.
—¿Por eso cuando saliste de la internación dijiste esa frase?
—Claro, exactamente, no me interesa meterme en el juego de ellos.
—Evitás ser una mercancía del chimento…
—Exacto.
—¿Te aburguesaste con el paso de los años, luego de tanta fama y éxito?
—¡No, mi amor! —Explica Lola incomoda. No le gusta la pregunta, casi parece ofendida.
—Me refiero a si adoptaste “cosas de estrella” que antes de la fama no hubieras hecho nunca.
—Solamente tomo mucho remis pero es por una cuestión de tiempo. No queda otra. Gracias a Dios cuando uno tiene mucho trabajo, hay que andar de un lado para el otro. Del teatro al canal, del canal a algún set de cine. Pero es lo único —detalla más holgada.
—¿Sentís que te encasillaron con los personajes cómicos para los que te convocan?
—En realidad con el tiempo lo fui entendiendo. En cine me han llamado para hacer papeles dramáticos, de mayor construcción, en la tele te llaman para hacer lo que funciona. Al principio me enojaba muchísimo porque quería demostrar que podía hacer otras cosas, pero ahora me lo tomo de otra manera, lo acepté.
—¿Cuándo iniciás un nuevo proyecto sentís el peso de que tenga que ser un éxito tu personaje?
—En realidad para mí el éxito es otra cosa; es disfrutar, es ir a un set y pasarla bien.
—Disfrutar el minuto a minuto.
—Exacto, saber pasar el día, reírme. No me preocupa si hago 10 o 40 puntos de rating. Eso para mí no es el éxito, el éxito es poder disfrutar con mis compañeros.
—¿Hiciste terapia?
—Sí, un montón.
—¿Y le preguntaste por qué de chica te encerrabas en el baño, armabas un colchón en la bañadera y te quedabas a pasar la noche ahí?
Se sorprende, piensa, ríe y construye: “Sí, todos los psicoanalistas o psicólogos concuerdan con la intimidad del baño. El baño es el lugar más íntimo de la casa, donde nadie te molesta, y donde si alguien quiere entrar, debe golpear la puerta. Será por eso que muchos actores repasan frente al espejo sus guiones. Es el lugar donde se puede adquirir mayor concentración”.
—Hablando de baños, ¿Existe para vos algún tema tabú?
—¿Vos decís algo de lo que no quiera hablar?
—Claro, los típicos temas, ya sean, sexuales, drogas o aborto, por ejemplo.
—No, en absoluto. Hablo de todo.
—¿Vos sabés que mucha gente, a raíz de programas donde encarnabas papeles lésbicos o donde eras una figura un tanto masculina, piensa que sos gay?
Se puede percibir, en el tono de su voz, que se incomoda, o al menos no le gusta del todo abordar hacia esos rumbos pero arremete sin miedo: “Bueno, sí, algo sabía, pero es más un imaginario de la tele”. Completa y pone el foco en un tercero: “También cuando un actor hace de malo, por la calle le dicen barbaridades. Yo tengo amigos actores que la han pasado muy mal a raíz de eso. A mí nunca nadie me dijo nada, ni tuve ningún problema”.
—Esa es la magia de la televisión, habla bien del actor.
—En mi caso, sé que piensan eso, pero yo tengo un hijo y un marido. Y la verdad nunca me intereso lo que digan los de afuera, nunca nadie me pregunto eso. Como tampoco me molesta que piensen que soy una actriz K.
—Cuando asumió Néstor Kirchner sentiste que se estaba gestando la sensación de que “todo estaba cambiando”. ¿Cómo repercutió en vos ese cambio?
—Los que pertenecemos a la generación del noventa estábamos silenciados, adormecidos. Con los Kirchner empezamos a resurgir, a participar en política. Eso para mí ya es fundamental. Como también es fundamental todo lo que hicieron por el cine de producción nacional.
—¿Seguís perteneciendo a la agrupación Tupak Amarú liderada por Milagros Sala (Agrupación barrial de ayuda social en la provincia de Jujuy)?
—Sí, pero desde otro lado. Por suerte ella está trabajando desde la legislatura, y ya no es solo barrial. La verdad que hicimos unos talleres de música, artes pláticas y teatro por los barrios que estuvo muy interesante.
—¿Se siguen haciendo?
—En algunos lados sí.
—¿El cine es tu sueño?
—Sí, me gustaría ganarme la vida haciendo películas.
—¿Como Ricardo Darín?
Por un momento hace silencio: “Sí, pero no ese tipo de películas. Me gusta el género de terror, como la película que estrené hace poco, “Memoria de un muerto”, argumentó Lola.
—El género de terror es apasionante pero ojo que también te pueden encasillar como a Linda Blair.
Se ríe y contesta: “No creo. Igual amo el género del terror. Quisiera dedicarme toda mi vida a hacer ese cine. Sería bueno que lleguen más fondos del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) para este tipo de realizaciones que no son tan costosas y tienen buena repercusión”.
Del llanto a la risa y de la risa al terror, así acostumbra Lola, una actriz de carácter y prestigio, militante del FPV (Frente Para la Victoria) y una nueva amante del terror. Una mujer que se anima a cualquier género y lo mejor es que todos le quedan bien. Y como si fuera poco, también conduce un programa en Radio Nacional, “Biblioteca de Radios”.
—¿Fumas?
—No
—¿Tomás bebidas alcohólicas?
—No tomo desde hace seis años.
—¿Por qué?
Duda y contesta evasiva: “Porque me caía mal”.
—¿Tu comida preferida?
—Todo lo que sea pescado. Si voy al Paraná me lo como con cabeza y todo.
—¿Te gustará el sushi entonces?
—Sí, pero tiene que ser muy bueno.
—¿Consumís drogas?
—No.
—¿Estás a favor de la despenalización de la marihuana?
—Sí.
—¿Harías un desnudo para Playboy?
—¡¡¡Ni en pedo!!!
—¿Si fueras un animal que animal serías?
—Delfín.
—¿Equipo de fútbol?
—Independiente.
—¿Un lugar para vacacionar?
—Cuba.
—¿Ahora que tenés un hijo, te preocupa la inseguridad?
—Sí, pero no como lo manifiestan en los medios.
—¿Tomás algún recaudo en particular?
—¡Trato de dormir! ¡Porque si estoy mal dormida, ahí me puedo descuidar y perder el chico!
—¿Cuál es el proyecto ideal a nivel laboral?
—El cine de terror. Estoy fascinada con eso.
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