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Vanessa Cerone, la periodista que pudo entrevistar a Videla


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A sus 20 años salió en busca del dictador y responsable de la última dictadura cívico-militar y lo encontró. Luego escribió “Cita con Videla”.

Cuando tenía apenas 20 años, Vanesa Cerone –hoy periodista y directora de Panóptico Sur– entrevistó a Jorge Rafael Videla. El personaje tenebroso que permitió las peores y más sangrientas acciones contra los derechos humanos que van desde torturas, fusilamientos y violaciones hasta secuestros y desapariciones de niños como también de adultos, que hoy en día, se siguen buscando. 

Vanesa, sin titubear y con una oportunidad que a casi nadie se le presenta, le preguntó sobre todo esto y más. Entrando los 2000, Vanesa, quilmeña de nacimiento, estudiaba periodismo en el Instituto Superior Jorge Novak, donde le pidieron que eligiera a un personaje para entrevistar. En un acto de valentía impensado para una adolescente decidió ir a buscar al dictador. 

A continuación, en esta nota, la periodista cuenta con lujo de detalles algunos datos, sensaciones y curiosidades obtenidas de los íntimos encuentros que tuvo con Videla a los largo de los años y que materializó con la publicación de su libro llamado “Cita con Videla“.

-¿Cómo surgió la idea de entrevistarlo?

-A mí ya de chica me gustaba el periodismo, ya tenía claro lo que quería hacer. El día que leí la Carta Abierta a las Junta Militar de Rodolfo Walsh no podía creer lo que estaba leyendo. No podía comprender que en nuestro país hubo torturas, desapariciones, muertes. Me imaginaba haciéndole una nota al responsable, es decir, a Jorge Rafael Videla. Siempre me preguntaba: ¿cómo alguien puede ser tan hijo de puta? ¿Cómo pudo haber hecho todo lo que hizo en nuestro país? Eso quedó en mí y fue pasando el tiempo. Pero yo, desde los 15 años, fui armando mi archivo periodístico, recortes de diario, de revistas. Unos años más tarde empecé a cursar la carrera de periodismo y, en el último año, una profesora nos dijo que teníamos que elegir un personaje público para la materia Trabajo de campo. Ahí fue cuando decidí entrevistarlo. Lo difícil era que si o si teníamos que conseguir la entrevista para poder aprobar la asignatura.

-¿Cómo conseguiste contactarlo?

Sabía donde vivía porque todos los años Crónica, el canal de TV, siempre mostraba el balcón de su departamento cuando la gente lo iba a escrachar. Sabía que era en Avenida Cabildo y después investigué para ver cuál era la dirección exacta, el edificio y el piso donde él vivía. También supe que su hijo era médico y lo llame por teléfono para decirle si podía contactarme con su padre para hacerle una entrevista y me dijo que no. Ahí es cuando decido ir a la casa a tocarle el timbre. 

Previamente, escribí una carta porque sabía que en primera instancia iba a decirme que no y yo lo tenía que convencer, sentí que no podía convencerlo a través de un portero eléctrico. En esa carta le dije quien era, donde estudiaba, le di mi número de teléfono y aclaré cuál era mi objetivo. Cuando le toco el timbre atiende él, le dije que lo quería entrevistar y me dijo que no iba a ser posible. 

Antes de irme, le pregunté si podía dejarle una correspondencia y me dijo que sí. Ese mismo día llamó a las 10 de la noche a mi casa para decirme que aceptaba que yo lo entrevistara.

-¿Cómo fue ese primer encuentro? ¿Cómo lo notaste a él en su ánimo?

-Yo estaba muy nerviosa porque me iba a encontrar con el dictador, tenía una mezcla de ansiedad y de emoción porque iba a tener la entrevista que siempre quise. Me acompañó mi profesora y una compañera, ellas se quedaron en un café que había enfrente de su edificio. 

Cuando llego a su domicilio, me baja a abrir una de sus nietas. Paso y subo en el ascensor. Cuando se abre la puerta del departamento estaba parado él vestido de traje con una escarapela, y su mujer. Me invitan a pasar al living. 

Yo estaba muy nerviosa, tanto que no podía arrancar la conversación. En el silencio que se hizo, Videla me mira y me pregunta: ¿Por qué me elegiste? Yo no sabía que responder. En ese momento la mujer de él dice: “Dale nena, decilo”. Ahí es cuando contesto: “Porque usted es el dictador”. Él estaba muy relajado, tranquilo, mirándome atentamente.

-¿En qué año fue ese primer encuentro? 

-Ese encuentro fue en el año 2005.

-¿Cuál fue la primera pregunta esa primera vez que lo entrevistaste? 

-Pensé que lo mejor para que él se sintiese cómodo, para responder las preguntas era no atacar con preguntas difíciles. Decidí preguntarle cómo se sintió el día de su asunción como presidente y qué recordaba de ese momento. 

En esas preguntas lo noté incómodo al contestar. Bajó la mirada y dijo: “Me sentí mal, yo no quería ser presidente, quería seguir ocupando mi rango como militar”. Continuó agregando que él “había pensado varias veces en renunciar”, pero que también sabía quien iba a quedar a cargo si él lo hacía: esa persona era Emilio Massera. Me dijo: “Massera era una persona mucho más dura y todo iba a ser peor si él tomaba el poder”.

-Tengo entendido que le preguntaste por las personas desaparecidas en su gobierno. ¿Qué te contestó?

-Me sorprendió con la respuesta, porque yo esperaba que él me diga que los desaparecidos son una entelequia, no están, que es lo que ya había expresado públicamente, pero no. Me dijo: “Los desaparecidos, en realidad, son muertos”.

-¿Qué te dijo sobre los centros clandestinos y las torturas?

-Me contestó que había que seguir con la tarea que ordenaba el decreto de terminar con la subversión. Y, en ese camino, dijo que ellos pudieron haber cometido excesos. Asimismo, comentó algo que me sorprendió mucho: dijo que a él mismo incluso la dictadura lo perjudicó porque, en la familia de su mujer, había un sobrino-nieto desaparecido y que él no había podido hacer nada.

-¿Le preguntaste sobre montoneros?

-No específicamente sobre montoneros. Él me hablaba del subversivo, no de un grupo en particular. Me daba a entender que el subversivo y la subversión eran los enemigos del régimen.

En el silencio que se hizo, Videla me mira y me pregunta: ¿Por qué me elegiste? Yo no sabía que responder. En ese momento la mujer de él dice: “Dale nena, decilo”. Ahí es cuando contesto: “Porque usted es el dictador”.

-¿Qué relación mantenía con su familia? ¿Le preguntaste sobre el “peso” de la portación del apellido Videla?

-En el entorno familiar no dejaba de ser un padre o un abuelo. Yo siempre lo veía con su mujer e, incluso, a veces había algunos nietos en su casa. Eso era algo que me sorprendía: la cantidad de hijos, de nietos y la forma en que me hablaba de su familia. 

En cuanto a la pregunta de la portación del apellido Videla, el entorno, sus hijos, su esposa, sus nietos crecieron y se criaron con la idea de que todas las decisiones que había tomado su padre/abuelo estaban bien.

-¿Qué sentiste cuando lo viste por última vez en la cárcel de Bouwer, en Córdoba?

-En esa prisión lo vi mal. Principalmente, lo primero que noté es la imagen de un anciano, de una persona entrada en años y físicamente deteriorada. Fue una situación que a mi me hacía sentir fuerte y a él débil, desprotegido y vulnerable. La mirada que él tenía era la misma que mantenía desde el 76: una mirada de dureza, de rigidez. Por otra parte, al hablar sobre la dictadura nunca mostró signos de arrepentimiento o de tristeza.

-¿Hablaste con él sobre las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo?

-Esa fue una de las preguntas importantes que quería hacerle. Cuando le pregunto qué le diría a las madres o las abuelas, él me contesta: “¿A cuales te referís? ¿A las que lidiaron con la muerte de un hijo para hacer política o las que realmente padecen el dolor de no poder tener un hijo?. Hizo diferencia entre Estela de Carlotto y Hebe de Bonafini, sin nombrarlas, y agregó que a una organización la ayudaría en todo lo que pueda para aliviar su dolor y con las otra directamente no se puede ni hablar. 

-Durante el Gobierno de Néstor Kirchner entre 2003 y 2007 se bajaron los cuadros de algunos dictadores. ¿Qué pensas de eso?

-Bueno, Videla mismo lo reconoció en esa famosa tapa de Página 12: “Nuestro peor momento vino con los Kirchner”. Para mí fue una decisión muy acertada. Además, en ese momento se empezaron a mover las causas de lesa humanidad y de los derechos humanos, algo muy importante para nuestro país. Ahí fue cuando lo sacan de la prisión domiciliaria para enviarlo a una cárcel común, como a cualquier persona, como realmente se lo merecía.

-¿Conocés a Ceferino Reato? ¿Qué pensás sobre su libro “Disposición final: la dictadura por dentro y la confesión de Videla sobre los desaparecidos”?

-Él sacó un libro que básicamente es pro-dictadura. Tengo idea de lo que se trata el libro y entiendo que fue más “amiguismo” que otra cosa lo que hizo Reato.

-¿Qué opinión tenés del oficio de periodista hoy? ¿Tenés algún colega con el que te identifiques?

-El periodismo hoy en día es muy complejo. Hay muchos cambios por el Internet y las redes, cada uno tiene un estilo más particular y hay personas que consumo más que otras. 

Una periodista que me gusta mucho es María O’ Donell, porque sabe mucho de economía y política. Con ella me instruyo mucho. La admiro como profesional. Cuando era joven consumía muchísimo a Juan Castro, que estaba más en la calle, cumplía mas un rol social. Le hacía notas a la gente.

-¿Te gustaría entrevistar a algún/a periodista o personaje que aún no hayas entrevistado?

-¡Ya lo hice! Pude entrevistar a Pepe Mujica, lo cual fue un sueño hecho realidad. Vino a la Universidad de Quilmes donde le entregaron el título de honoris causa. Lo pude entrevistar y sacarme fotos, de todo. Me encantó conocerlo. Es una persona increíble, a la cual admiro mucho.

-¿Te faltó decir o querés agregar algo más?

-Simplemente: ¡recordemos a los compañeros y compañeras desaparecidos para que esto nunca más vuelva a ocurrir! La memoria colectiva es muy importante y hay que ejercitarla entre todos y todas. Espero con mi libro aportar un granito de arena más para ese objetivo que siento es una obligación hacerlo por y para los que vienen.


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