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Ariel Falco, excombatiente: “Ahora que volví a Malvinas cerré una etapa”

Falco fue parte del Regimiento de Infantería 25 y estuvo apostado en Puerto Argentino para defender el aeropuerto bajo los bombardeos británicos.

42 años después, junto a su esposa y otros excombatientes, el veterano de guerra Ariel Falco, oriundo de Alicia en la provincia de Córdoba, volvió en enero de este año a la “perdida perla austral” a rendir homenajes, a reencontrarse con su posición y para cumplir una promesa. 

-¿Cuándo tomaste la decisión de regresar a Malvinas?
-Viene de hace mucho tiempo, siempre dije que algún día cuando pudiera iba volver. Esperé que pasara el tiempo. Primero tenía otras prioridades, la crianza de los hijos, la educación y mí estado de salud también. Creí que éste era el momento, lo hablé con mi señora y lo organizamos para ir juntos.

Le comenté mis deseos también a mis compañeros de la zona si había alguno que le interesara. Y después lo hablé con los compañeros míos que estuvimos juntos allá y, de ahí, se engancharon tres más.

-¿Cómo fue el itinerario del viaje?
-El avión es chileno, viene de Punta Arena y hace escala en Río Gallegos. Mi excursión empezó allá y de ahí directo a Malvinas que son siete días, pero nosotros tuvimos cinco porque el avión no salió por los vientos. 

¿Cómo fue el recorrido en las islas?
-Las excursiones fueron todas históricas porque nosotros íbamos para eso. Una era la “expedición Rosario” que te lleva al faro, al aeropuerto viejo que ahora hay una base militar. Recorrimos el lugar donde habían estado nuestras posiciones, tuve la suerte de que pude encontrar la mía. Al día siguiente hicimos la excursión que nos llevó al cementerio argentino y también fuimos al cementerio inglés. En los días siguientes recorrimos los puntos más importantes del combate. 

-¿Cómo viviste esa sensación de estar en tu posición?
-Cuando fuimos al aeropuerto, recorrimos la base que había sido toda bombardeada y pasamos al frente donde nosotros estábamos apostados, recordaba que tenía una piedra muy grande al frente que era el punto de referencia mío. 

Cuando paramos me bajé casi corriendo. ¡Sabía dónde estaba mi posición! Siempre la tuve guardada en mi mente. Tuve la suerte que todavía quedaba algo. Fue una emoción muy grande para mí. Agarré del pozo y me traje un poco de turba. El día que nos volvimos la pude pasar por los escáneres del aeropuerto, ya que si te detectan algo te lo sacan.

-Me imagino la adrenalina de ese momento…
-Sí, a medida que íbamos pasando y detectaban cosas te llamaban por el apellido, yo escuchaba que llamaron a uno y a otro, yo estaba atento a ver si decían algo pero nunca me nombraron, cuando vi que las valijas pasaron, dije “ya está”. No sé si no lo vieron o no lo quisieron ver.

-¿Tuvieron contacto con los isleños?
-Sí, fue un trato muy cordial. Nosotros cuando hacíamos las excursiones la persona que nos llevaba era chilena, pero en los viajes que íbamos en camionetas 4×4, el chofer era un kelper de mi edad que nació ahí. Compartimos un montón de charlas, un hombre muy educado. 

-¿Qué sensación te dejó tu visita al cementerio argentino?
-Cuando llegamos al cementerio argentino se te aflojan las piernas, hay una sensación muy extraña: te encontrás con todas esas cruces blancas, se siente el ruido del viento y los crucifijos que pegan en las cruces… se siente muy especial. 

Con mis compañeros del Regimiento de Infantería 25 tuvimos 12 muertos y fuimos a rendirle homenaje a ellos. También llevé de parte la mamá de Jorge Ludueña de Las Varillas, para dejarlo en la cruz de su hijo. 

-En 1982 vos ya habías finalizado el servicio militar obligatorio, ¿cómo fue la convocatoria a reincorporarte?
-Yo estaba en mi casa, vivía en el campo con mi papá que era productor tambero. El 2 de abril lo vimos por televisión al Regimiento 25 que tomó las islas, era al cual yo pertenecía. 

-El día en que la tropa de Mohamed Alí Seineldín desembarcó en Malvinas…
Exacto, yo en ese momento un poco en broma, dije: “Bueh, voy a tener que ir a dar una mano al turco que no va a saber qué hacer”. Y mi papá me alertó: “Deja de decir pavadas que en cualquier momento te llama”. 

Así fue como el 5 de abril de 1982 me llegó la carta, venía con retraso, porque yo tenía que presentarme el 30 de marzo de ese año en Río Cuarto. Desde ahí tenía que ir a Sarmiento en Chubut. Me dieron dos pasajes por colectivo de línea y el 11 de abril de 1982 partimos desde el continente y llegamos a Malvinas.

-¿El momento de la rendición cómo lo vivieron?
-A nosotros se nos informó también como a la sociedad de que “siempre fuimos ganando la guerra”. Pero, después, cuando empezaron a aproximarse los ingleses al pueblo nos dimos cuenta que la realidad era otra historia. Los suboficiales que estaban el día a día con nosotros también tenían la misma información que nosotros.


El día que nos tuvimos que rendir hasta nos enojamos por todo lo que habíamos aguantado, todo lo que habíamos pasado, como el hambre, el frío, lo que vivimos; y tener que rendirnos. No nos gustó volver a casa.

-¿Por qué no les gustó volver?
-En el caso nuestro que nos habían reincorporado nos dejaron volver. Salimos de noche del regimiento, nos llevaron hasta Bahía Blanca en colectivo, de ahí tuvimos que tomar un tren a Buenos Aires, otro hasta Rosario y llegué a Bell Ville en colectivo, pero todo así nomás con un papel donde decía que nosotros teníamos que viajar todos juntos.


Mi papá viajaba todos los días a Las Varillas a esperar los colectivos porque ellos leían que estaban volviendo todos los soldados y ya estaban perdiendo un poco la esperanza. Ellos no sabían nada de mí. 

-Pensaban que habías fallecido.
-Ellos pensaban que yo no iba a volver más; y yo llegué totalmente por otro lado y sin avisar.

-¿Llegó tarde la revalorización de la sociedad?
-Sí. Los primeros años no tenía contacto, yo no conocía a los muchachos de la zona. Nos empezamos a contactar por ahí en el 2000; una vez que nos conocimos nunca más dejamos de juntarnos. 

Me acuerdo que en ese tiempo no se festejaba el 2 de abril, sino el 10 de junio por la reafirmación de los derechos sobre las islas y yo trabajaba en una fábrica y lo hacía igual que los otros, pero no me daban el día por haber sido veterano. Después, con el tiempo las cosas cambiaron, gracias a Dios. 

-¿De esta forma ya cerraste un ciclo en tu vida?
-Siempre me planteé volver, nunca fui de esas personas que dicen, “volver con el pasaporte, volver con los ingleses”. Yo nunca miré eso, siempre pensé en volver como para cerrar esa etapa y gracias a Dios lo pude hacer. Una vez que llegué allá y recorrí todos los lugares me quedé tranquilo. Lo pude disfrutar.

-¿Cómo ves las islas ahora con el paso del tiempo?
-Veo que Inglaterra está muy desarrollada en las islas, están muy bien arregladas, muy bonitas. Ellos viven muy bien, están haciendo obras, rutas. 

-¿Crees que podremos recuperar la soberanía de las Islas?
-Lo veo muy difícil. Tengo pocas esperanzas de que algún día nos devuelvan las islas. Y, además, tienen una base militar ahí que es un monstruo. Por ese lado me da mucha tristeza, pero por el otro siento alegría porque cerré la etapa y quedé muy contento de haber ido y muy tranquilo.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

Además en ETER DIGITAL:

Heridas invisibles: la salud mental en la posguerra de Malvinas

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