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El viaje incierto: historias de migración argentinas y una promesa sin garantías 


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Las distintas andanzas de los migrantes y los factores que influyen en la decisión de emprender el retorno en la incansable búsqueda por una vida mejor. Conocé los testimonios de jóvenes argentinos que emigraron.


“Lo que más extraño es la forma de relacionarse de los argentinos, hay mayor calidez y sensibilidad para tratar a las personas, no tienen tanto miedo a la intimidad y la cercanía”, dice Romina Rosciano Fantino, artista tucumana de 36 años que desde hace un año reside en Filadelfia, sumergida en una odisea de contrastes. Dejó el país para hacer una maestría, y desde ese momento su casa es otra. 

El factor común que se repite entre los que dejaron Argentina, es la nostalgia por lo propio: los horarios, la comida, los abrazos entre desconocidos, entre otras cosas. Todo esto, a Romina le aprieta el corazón y le hace falta. Desde su visión, migrar tiene dos caras y hay una de la que no muchos hablan.

Cuando se habla de migrar se entiende, colectivamente, que se trata de dejar nuestro país de origen para buscar continuar la vida en otro que nos es extranjero. Sin embargo, no es un proceso fácil y algunos regresan. Según la Dirección Nacional de Migraciones (DNM), entre septiembre de 2020 y junio de 2021 migraron al exterior casi 200 argentinos por día

La pérdida de profesionales es un fenómeno problemático que sucede desde mediados del Siglo XX. Es un problema del que aún no hemos podido reponernos. Pero para eso se necesita verdadera inversión e industrialización en la Argentina”, afirma Romina.

Pero, el duelo, ese hilo invisible entre lo que fue y lo que es, no es fácil. Juliana Bereny, psicóloga argentina radicada en Madrid, devela –en diálogo con Página 12– los matices de este duelo: “Existe un imaginario social de que la migración es éxito garantizado. Una imagen idealizada que fomentan los medios de comunicación y también personas que la comparan con ir de vacaciones, entonces llegan con expectativas irreales. Los primeros meses el emigrante vive en una montaña rusa emocional, piensa que tomó la mejor decisión y tres horas después quiere volver a su país”. 

Aquello que cuenta Juliana coincide con los deseos de Romina, que expresó el anhelo de volver a vivir en Tucumán algún día y realizar proyectos profesionales en la provincia. “De alguna manera, lo más difícil es aceptar la lejanía mientras estás todavía en Argentina, ya sea haciendo los trámites para el viaje o de visita, emocionalmente es muy estresante”, concluye apoyándose la mano en el pecho. 

La otra forma de emigrar

Pero hay otra rama de la migración, menos profesional y con un tinte más espontáneo: la migración ilegal. Según United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC, por sus siglas en inglés), se estima que poco menos de un tercio de todos los inmigrantes en Estados Unidos son ilegales, y que alrededor del 80% de la población inmigrante ilegal en el país procede de América del Sur.

En los aeropuertos los pies se mueven apurados. Los viajeros cargan con el estrés de tener todos los papeles, despachar equipaje o cumplir con horarios estrictos. Los sueños clandestinos son una realidad palpable en el flujo de pasajeros. Especialmente en el Aeropuerto de Córdoba, donde el ambiente está cargado de lágrimas, de incertidumbres, de reencuentros y despedidas. 

El Aeropuerto “Ingeniero Aeronáutico Ambrosio Taravella” cuenta con ocho destinos internacionales y entre enero y septiembre de 2023 recibió a más de 2.145.830 pasajeros, entre ellos Felipe Rosso, un joven cordobés de 24 años que nos compartió su experiencia. 

“Tenía un buen sueldo que me permitía hacer cosas que acá no se pueden. Pero el choque cultural es grande: al momento de comer, por ejemplo, ellos lo hacen muy distinto y uno extraña las comidas de la familia, de la casa”, explica. 

Felipe cuenta que está regresando de un intento de emigrar a Miami. El viaje duró cuatro meses y no le hizo falta más tiempo para saberlo. “La verdad me costó perderme cosas que pasaban acá. Allá tenés otra vida y no pensás en la que tenes acá, hasta que te mandan fotos y te das cuenta de que no estás ahí. Muchas noches antes de dormir he necesitado a mi papá, preocupado o asustado por no conseguir trabajo, por trabajar ilegalmente o por la plata”, agrega.

Felipe concluye en que emigrar permanentemente es “una forma de escape”: “Si ya no ves salida, lo hacés. Pero mis posibilidades están acá: mi carrera; mi vida en el país; mi familia; construir algo acá a lo largo de los años. Eso se hace difícil de conseguir en tres o cuatro meses en Miami”. “Es un largo camino hasta lograr algo propio o un círculo afectivo”, reflexiona. 

¿Quiénes son los que emigran?

Los números revelan historias: según la DNM, el 77,5% de los argentinos que dejaron el país entre 2020 y 2022 señaló que lo hacían por turismo; el 10,5% declaró que la razón era el trabajo; el 9,6%, por residencia; el 1,4%, por mudanza; y tan solo el 1,1% dijo irse por estudios. 

Dentro del grupo de personas que emigraron por “mudanza” y por “residencia”, el 23,2% se fue a Brasil, el 18,8% se fue a España y el 13,4%, a Chile. Estados Unidos, Uruguay y Paraguay recibieron, cada cual, al 9%, 8% y 6% de los argentinos. Bolivia, Alemania, Francia y Países Bajos completaron el resto del Top 10 de destinos elegidos.

Con respecto al rango etario, la mayoría de los migrantes fueron jóvenes de entre 25 y 40 años (39%), con el máximo pico registrado a la edad de 30 años (3,1%). Hoy, lamentablemente y tal como los números lo indican, nuestro país puede resultar expulsivo para algunos. 

Hay jóvenes que están dispuestos a enfrentarse a situaciones riesgosas, a la lejanía y a la soledad; mientras que hay otros que tienen el corazón anclado a estas tierras. Poco se habla del lado humano y sentimental de la migración, mientras que los medios y las redes sociales solo brindan imágenes de éxito y prosperidad económica en el extranjero. 

No obstante, un plan que cambió en el camino, no es un plan que fracasó. Para muchos jóvenes, el intento de migrar termina siendo una experiencia que les ayuda a establecer prioridades como puede ser construir una vida en el país, una carrera universitaria, o simplemente un abrazo de papá.


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