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Riachuelo Juniors, un club con esencia humanitaria


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A lo largo de sus 91 años, la institución de Nueva Pompeya se caracterizó por ser un refugio social, deportivo y recreativo de los vecinos, quienes lograron mantenerlo en pie a pesar de las crisis económicas como la de 2001, que generó que las puertas estuvieran cerradas desde 2002 hasta 2009.

La fundación de Club Social y Deportivo Riachuelo Juniors se llevó a cabo el 22 septiembre de 1929. Ubicado en Nueva Pompeya, un barrio en que el Riachuelo y el tango, fueron actores principales de la zona. Einsten 1022 es la dirección en que se encuentra la entidad deportiva. El rol comunitario que tomó el club, desde el primer día, fue de suma importancia para los habitantes de la Comuna 4.

En estos tiempos, Riachuelo Juniors cuenta con 200 socios, que pueden disfrutar de las instalaciones y practicar diferentes disciplinas como baby fútbol, vóley, futsal (femenino y masculino), boxeo y taekwondo. También se llevan a cabo clase de zumba, para todas aquellas personas que deseen realizar una actividad física, sumada a movimientos combinados de baile.

Más allá de la posibilidad de realizar actividad deportiva, en sus inicios al club  se lo utilizaba como punto de reunión entre los vecinos del barrio, para tomar medidas acerca del mismo. Riachuelo nunca perdió la esencia de su vocación social en  Pompeya y por eso, su establecimiento, fue testigo de la organización y difusión de diversas marchas, en repudio a la violencia de género.

A su vez, los abuelos del barrio tienen su espacio dentro del club. Allí funciona un centro de jubilados, en el cual se le brinda apoyo de todo tipo y también  se organizan viajes en los que recorren diferentes puntos del país. Además suelen realizarse otras actividades, como “torneos de truco” y talleres de teatro.

Como todo club barrial también hay lugar para las fiestas. En la década del 70’, se realizaban despedidas de solteros, también en cada uno de sus aniversarios Riachuelo tiraba la casa por la ventana. Y más cercano en el tiempo, entre los años 2013 y 2015, los jóvenes de la zona pudieron disfrutar de la “Cortada Fest”, en la que se presentaron reconocidas bandas de cumbia como Damas Gratis y El Retutu. Asimismo, es frecuente que se celebren cumpleaños y casamientos en el salón que posee el club.

El comienzo del nuevo milenio encontró a nuestro país inmerso en una severa crisis económica y esto se replicó en todos los ámbitos. Riachuelo Juniors también sufrió esta dificultad y sumado a que no tenía muchas actividades en las cuales respaldarse, tuvo que cerrar las puertas del club en 2002. Siete años después, un grupo de vecinos se hizo cargo de cada una de sus deudas, puso de pie la entidad deportiva y pudo volver abrir el establecimiento. Hoy, en medio de una nueva crisis económica y en plena pandemia producida por el coronavirus, las autoridades reparten cajas de alimento para los vecinos que necesitan asistencia. Riachuelo Juniors es el club que nunca perdió su esencia humanitaria.


“Tratamos de ayudar a los que realmente necesitan”

El vicepresidente de Club Social y Deportivo Riachuelo Juniors, Juan Garaban, habló sobre la situación actual de la institución y de la acción benéfica que llevan adelante en medio de la pandemia: entregan 50 cajas de alimentos todos los fines de semana. Por el momento, la entidad recreativa de Nueva Pompeya no volvió a la actividad.

Juan Garabán, vicepresidente de Riachuelo Juniors.

Las crisis económicas que Argentina sufrió en reiteradas ocasiones a lo largo de su historia hicieron que los clubes de barrio tomen una posición preponderante a la hora de contener a las y los jóvenes de nuestro país. Como si eso fuera poco, este año la pandemia del coronavirus puso en jaque al mundo. Son estas instituciones las que, nuevamente en estos tiempos difíciles, brindan su ayuda a la comunidad y Riachuelo Juniors es uno de ellas.

-Ante este momento tan duro. ¿De qué forma ayudan a la gente?

-Desde el primer fin de semana de la cuarentena entregamos cajas de alimento. Arrancamos con 20 y ahora alcanzamos las 50. Este fue el sábado número 34. No tenemos ayuda de ningún ente Nacional, ni municipal. Todo los hacemos con donaciones.

-¿Qué alimentos contienen estas cajas?

-Les ponemos medio o un kilo de yerba, azúcar, polenta, fideos, puré de tomate, té o mate cocido, galletitas, alfajores y a veces complementamos con alguna fruta, también compramos verduras.

-¿A quiénes se les concede esta ayuda?

-La mayoría de los que reciben las cajas, son los papás de los chicos que vienen a hacer alguna actividad al club. También tenemos 10 vecinos que puntualmente sabemos que no cobran ni el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) y tampoco reciben ninguna ayuda social. Son personas que se quedaron sin trabajo, porque son changarines y recién ahora están empezando a hacer algo. Hay un caso de un vecino que es mozo y todos estos meses estuvo sin trabajar y no tuvo ingresos. Por eso desde la segunda semana que arrancamos, le estuvimos dando las cajas y la semana pasada me llamó y me dijo: “Juan te agradezco, me llamaron del trabajo, ustedes me dieron una mano grande”. Tratamos de ayudar a los que sabemos realmente necesitan. Tratamos de que no se haga política, no tenemos ninguna ideología. Es todo por el barrio y por los papás de los chicos.

-A la hora de recibir las cajas. ¿Las personas deben anotarse en alguna planilla?

-No, nosotros sabemos quiénes son y los llamamos. Estamos ayudando entre 80 y 100 familias, vamos sábados por medio. A los que sabemos que tienen muchos chicos se les da todas las semanas. Porque sabemos que los que son personas grandes, el kilo de yerba le dura 15 días. Tratamos de no darles siempre puré de tomate, papa o fideos, porque son gente adulta y tenemos cuidado, intentamos acercarles diferentes variantes. Lo manejamos así para que no coman no lo mismo, una semana les toca a unos y la otra, al resto. Es una forma de articular, por eso los llamamos nosotros.

Nuestro país hace tiempo que tiene problemas con la generación de trabajo. Y sumado al brusco parate que sufrió la economía, debido a la cuarentena preventiva ocasionada por la pandemia del COVID-19, mucha gente se quedó sin empleo. Cerraron bares, comercios y servicios como la albañilería, plomería y demás actividades que se desplomaron considerablemente. Por ese motivo, las familias tuvieron que achicar gastos y uno de ellos fueron las cuotas que perciben los clubes de barrio.

-¿En Riachuelo muchos socios dejaron de pagar la cuota?

-Enero y febrero no cobramos la cuota, desde que agarramos el club en 2009, tenemos esa forma de manejarnos con los chicos que hacen actividades. A los otros socios, hay un muchacho que pasa a cobrarles, es un amigo del barrio que nos da una mano. Por eso desde diciembre, antes de las fiestas, no cobramos hasta ahora ningún bono social. Hay muchas personas que no abonan la cuota. Entre 200 socios, sólo 50 pagan. Pero nos ayudan con alimentos para toda esta gente.

-Con este contexto tan desfavorable. ¿Obtuvieron algún subsidio por parte del Gobierno de la Ciudad?

-Nos dieron un subsidio de 60.000 pesos. Nos sirvió para pagar todo lo que debíamos como luz, gas y agua. Porque ellos te dicen que no lo abones, que no hay problema, pero todo eso se acumula y después de la pandemia va a ver que pagarlo. Nos vinieron bien esos 60.000 y posiblemente nos den otro, que servirá para afrontar cuentas con otros servicios o para los meses siguientes, porque es mucha plata lo que tenemos por mes de gasto. Por ejemplo, el agua no te viene por lo que usás, sino por metro cuadrado. Te toman como si fueras una empresa y te viene $7.000, es imposible afrontarlo.

-En las últimas semanas las medidas restrictivas disminuyeron. ¿El club inició alguna actividad con los protocolos necesarios?

-No, imposible. Es mucho el gasto para abrir las actividades. Por ejemplo, hacer un actividad para 30 personas, tenés que gastarte cerca de 10.000 pesos, sólo en la pistola para tomar la fiebre. Un enfermero o médico tiene que venir y hay que pagarle. Además de todos los productos para desinfectar tanto para el club, como las cosas que van a tocar las personas que asistan. Hicimos un promedio y esto significó entre $25.000 y $30.000 mensuales. Tenemos 35 personas que hacen vóley, 80 que vienen a fútbol y más lo de futsal, sería imposible afrontar el gasto.

-Por último. ¿El club está llevando adelante una obra de refacción?

-Estamos juntando plata, se aprobó un subsidio de Nación, que lo habíamos pedidos hace dos años y recién ahora salió. Es para ampliar la cancha de fútbol, dos metros más. Tiramos las dos oficinas que estaban adelante y el baño de mujeres. De esta forma, vóley puede empezar a competir de manera profesional, porque como la cancha era muy chica, no lo podía hacer. En fútbol todavía no podemos competir en una Liga importante, por ahora seguimos en una barrial, en la que están muchos como el nuestro, por ejemplo, “La 1-11-14”, el barrio “Zabaleta”, Mataderos, Lugano y La Boca. Ellos tampoco tienen lugares grandes y por eso podemos disputar este tipo de Ligas. La única actividad profesional que hacemos en el club es futsal. Alquilamos la cancha o Franja de Oro nos presta la de ellos y así competimos.


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