Desde debajo de la autopista “25 de Mayo” reluce este club que logró superar la pandemia gracias al esfuerzo de los socios y dirigentes, más el aporte de la AFA y los programas del Estado. Esta es la historia de una institución social, deportiva e inclusiva que, alguna vez, tuvo el honor de contar con Diego Maradona en sus canchas.
Por Ignacio Galimberti, Franco Moreno y Guido Trebliner
Boedo es conocido como el ‘barrio de murga y carnaval’, lleno de color en cada mural. El sentido de pertenencia prevalece en los habitantes de la Comuna 5. En varias cuadras se pueden ver representaciones con historia; tales como la de Leandro “Pipi” Romagnoli, Isidro “Vasco” Lángara o referencias a los “Matadores” de San Lorenzo. Pero como si todo ésto fuera poco, por sus calles y bares se respira tango.
En Constitución 4.151, debajo de la Autopista “25 de Mayo”, se encuentra el club que nació un 8 de abril de 1996. Estrella de Boedo surge por la filosofía del trabajo en equipo; como formación de mejores personas por medio del deporte y para “mantener a los chicos fuera de la calle”, dicho por Claudia Villaverde, secretaria general. Con actividades como el futsal de AFA, básquet, baby fútbol, patín, handball y fútbol para chicos con capacidades especiales. La inclusión es uno de los pilares que promueve la institución. Hoy, golpeada por los efectos de la pandemia mundial, no puede contar con el alquiler de canchas (su principal fuente de ingresos), y de los más de 2.000 socios activos, de los cuales sólo 700 se encuentran al día. Aunque, para Jorge Villaverde -presidente desde el 2004- la idea jamás es cobrar un precio excesivo en la cuota: “En marzo estipulamos el aumento de la membresía y no se vuelve a subir hasta el mismo mes del próximo año”.
La pandemia producto del COVID-19 no sólo trae malas noticias, también unas muy buenas, que Jorge no quiso dejar pasar por alto. Ya que la AFA le realizó una ayuda económica a Estrella por sexta vez consecutiva (NdeR: es un aporte que le da a los clubes de barrio que participan en los torneos oficiales de futsal, en este caso en Segunda División). El presidente, socio número tres, se mostró muy agradecido a Claudio “Chiqui” Tapia por esa contribución porque en más de 20 años jamás habían recibido algo así: “Obtuvimos en total, aproximadamente, 250 mil pesos”. Por otro lado, Claudia agregó que pudieron acceder al pago de la Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), y al programa de Clubes en Obras, para lo cual hay que tener un plan de construcción o mejora del establecimiento.
La secretaria, que está en el club desde 1997, aseguró que “Estrella es una gran familia, es un sentimiento. Hay personas en las tribunas que no tienen ninguna relación parental con los chicos que están en la cancha, pero están ahí alentando porque son hinchas”. La institución significa más que un simple complejo deportivo en un barrio porteño. Es unión, es hacer la fiesta de fin de año desbordada de vecinos, es ayudar con ollas populares a los más necesitados en el contexto actual nacional. El Club Social y Deportivo Estrella de Boedo es solidaridad y se puede observar cómo, durante la época de confinamiento, el club decidió abrir sus puertas los fines de semana para poder ayudar a la gente que más lo necesita, haciendo ollas populares.
Claudia y Jorge quisieron dejar un mensaje de unión para afrontar lo próximo que le espera al país: “Queremos que esta pandemia haya significado unión y compromiso, que podamos los clubes de barrios ayudarnos y no tratarnos como enemigos”.
La visita del 10
Allá por 2006 un fenómeno iba a ocurrir en Boedo. Un club como cualquier otro fue literalmente sacudido por la presencia de, nada más ni nada menos, que Diego Armando Maradona. El barrio revolucionado, los chicos y chicas con un pedido expreso para que se ausentaran a clases, eso era señal de que el 10 estaba llegando. ¿Quién podía imaginarse la presencia de semejante figura? En ese momento fue que nadie se acordó de que Jorge Villaverde, presidente de Estrella, compartió Inferiores con Diego. Un día más, pero quedó para siempre en la historia y el recuerdo de todos los hinchas, empleados, autoridades y jugadores.
Policías ordenando, gente trepándose por las paredes, esas palabras salieron de la boca de Jorge, quien recuerda y compara la anécdota como si literalmente hubiese conocido a Dios. A poco de lagrimear, su hermana, Claudia, se hizo eco de esa emoción y mencionó: “Diego le colgó la medalla a todos los niños que había y le secaba las lágrimas con su propia remera, ni yo lo hubiese hecho”. Dignas líneas para quienes aman al “Pelusa”. Pero si hablamos de la presencia del Diez, inaudiblemente hay que mencionar que no quiso quedarse afuera del partido amistoso que se disputaría esa tarde. Fue por eso que mientras estaba observando, Maradona paró la pelota y dijo: “Yo juego”. Con esas estrofas, se puso la camiseta de Boedo y fue una imagen histórica que quedará para siempre reflejada en las paredes de Constitución 4.151.
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