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Así creció el comedor del Club La Saladita durante la pandemia


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Si bien antes del virus era algo secundario, en el último tiempo la entrega de comida se convirtió en la actividad principal del club de barrio de Avellaneda.

Por Andrés Copa, Alan Obholz y Yamila Grassi

Definitivamente no hay dudas de que la pandemia a causa del Covid-19 nos afectó a todos, a algunos quizás más que a otros, pero en fin, todos nos vimos perjudicados. En una rutina normal, de una vida normal, los polideportivos y clubes de barrio cumplen principalmente un rol: brindar actividades deportivas y de contención para muchos chicos. El lema de la mayoría de estos clubes es simple y contundente: “Una hora más en el club es una hora menos en la calle”. Así como grandes deportistas de hoy en día, los clubes han sido la estimulación que, junto a los valores del deporte, hicieron mejorar sus vidas y las de sus familias. Además son lugares donde las familias se reúnen para ver o practicar deporte, el cual genera amistades y lleva a la construcción del ser. Sin embargo, debido a la pandemia, los clubes y polideportivos se vieron afectados y tuvieron que frenar las actividades deportivas y de todo los ámbitos.

El polideportivo la Saladita que se encuentra a 220 metros de la cancha de Arsenal y a dos cuadras de la estación de Sarandí, no solo contaba con actividades deportivas sino también con un comedor, el cual antes de la aparición del virus era una actividad secundaria. No obstante, esto cambió debido a que con la pandemia y los aumentos de los precios, muchos padres de familia quedaron sin trabajo o con sueldos que no alcanzan para llenar la canasta básica. El número de familias fue aumentando con el correr de los días, con lo que el comedor no iba dando abasto con los recursos. Pero fue ahí donde se vio la solidaridad de los más cercanos al establecimiento. Además de la ayuda constante que reciben por parte de la municipalidad de Avellaneda, los propios vecinos a quienes quizás les sobraba algo, eran quienes donaban mercadería para el comedor y así poder repartir. Este, al día de hoy, alberga alrededor de más de 200 familias que van en busca de comida.

Por otra parte, al no contar con un insumo básico como lo son los alimentos, menos podrían darse el lujo de comprar ropa, tanto para los días fríos como para los calurosos. A raíz de esto, los vecinos, se impulsaron para crear el “ropero solidario”. Camila Sibau, vecina del barrio dijo: “el ropero solidario nació como una iniciativa para poder ayudar, ya que fue más idea de los vecinos porque el comedor lo maneja el municipio. La idea es que cuando vengan a buscar un plato de comida ver si necesitan ropa ya que encima cuando arranco la pandemia había sido en pleno invierno. Mucha gente se quedó sin trabajo o no podían salir. Entonces listo nosotros hicimos la recolección con muchos compañeros. Recibimos ayuda de otros barrios o de mismos vecinos que tenían ropa que no necesitaban y la acercaron para dejarlas en manos de quien la iba a poder necesitar”. Así es como día tras día los vecinos ayudan para que en esta situación desfavorable, para los que menos tienen, el polideportivo este y no solo para el deporte.

Durante esta cuarentena, el barrio contó con dos controles sanitarios. El primer operativo detectar que hicieron fue gracias a la iniciativa de la Secretaria de Salud del Municipio de Avellaneda. Se propusieron estar más presentes: buscar posibles casos y prevenir contagios. En conjunto con la secretaría, fueron de casa en casa adentrándose en el barrio “La Saladita” y alrededores. Les controlaron los síntomas, como la fiebre, les acercaron folletos y hablaron con los vecinos explicándoles cómo se podían cuidar y cuáles son las medidas de prevención necesarias. Les brindaron todo tipo de información que les pudiese servir para estar informados sobre esta situación del Covid 19. “Hay que ser sinceros: hay personas que no pueden acceder a tener un noticiero todos los días, todas las noches, prendido en sus casas. No tienen la posibilidad de acceder a internet para quizás estar informados, entonces nosotros fuimos a romper esas barreras, a romper esos límites”, contó Camila quién formó parte de esta actividad. El segundo control fue con el mismo objetivo pero esta vez tuvieron un respaldo mayor, ya que contaron con el apoyo del Ministerio de Salud del Gobierno. De esta forma contaron con muchísimas más herramientas y además incluyeron la posibilidad de que, aquellos que quisieran, pudieran completar el calendario de vacunación. También entregaron medicamentos y se hacían hisopados. Había un tráiler con todos los elementos necesarios y personal de salud. Este se instalaba durante una semana o entre 3 y 4 días en un determinado lugar. Todos estos controles le ayudaban al club a saber a quiénes podían recibir y así disminuir el riesgo de contagio.


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