En el año 1975 Perú ganó su segunda Copa América. El gol del triunfo en el partido de desempate y que les dio la copa a los peruanos lo anotó Hugo Sotil, quien no tenía permiso de su club para viajar a Caracas para disputar la final.
Los que lo vieron jugar dicen que Hugo “El Cholo” Sotil (Ica, 18 de mayo de 1949) era un delantero muy habilidoso, que manejaba ambos perfiles, con un gran remate, eléctrico y pícaro. Sin lugar a dudas, fue unos de los mejores jugadores americanos de la década de los setenta y unos de los más grandes futbolistas que haya dado Perú. Sus inicios en el fútbol profesional fueron en el Deportivo Municipal de Perú, donde jugó siete temporadas y anotó 68 goles en 141 partidos, siendo uno de los jugadores más destacados. El nivel mostrado en su país le valió para que el Fútbol Club Barcelona se fijara en él. En 1973, Rinus Michels, el entonces entrenador de los Culers, fue hasta su país para convencerlo, algo que no le costó mucho. “Le dije que sí y ni siquiera sabía para qué equipo era”, recordó Sotil en una entrevista con el País en 2015. Cuentan las malas lenguas que, en realidad, Michels y los dirigentes del Barça que viajaron a las américas en busca de talentos, tenían puesta la mirada en Teófilo Cubillas, otro sensacional futbolista peruano. Finalmente, después de ver varios entrenamientos, se decantaron por el Cholo.
La primera temporada de Hugo Sotil como azulgrana fue excepcional. Formaron junto a Johan Cruyff, el mejor futbolista de esa época, una de las parejas atacantes más letales del continente europeo. Juntos, llevaron al Barça a ganar La Liga después de ¡14 años! de sequía. Además, en esa liga, los Culers le ganaron a Real Madrid en el Santiago Bernabéu por un contundente 0-5, un resultado histórico. El Cholo metió el quinto gol, que además fue tras un remate de cabeza, que no era precisamente una de las habilidades más destacadas del peruano. Ese día, salía todo. Ídolo en Barcelona, fue el primer jugador sudamericano en llevar la 10 en la espalda.
En ese contexto, y tras una temporada espectacular en el club catalán, se jugó la Copa América de 1975. En condiciones normales, y en el punto más álgido de su carrera, el Cholo debería haber jugado todo el torneo, pero solo disputó la final. En ese año, en el 75, los partidos no se jugaron en una sola sede, sino que se repartieron por todo el continente sudamericano. Era la primera vez que participaban los diez equipos de la Conmebol y desde aquella edición fue que el torneo pasó a llamarse Copa América. ¿El formato? Tres grupos de tres equipos. Los ganadores de cada grupo pasaban a semifinales, donde esperaba también Uruguay, que, por ser el ganador de la edición anterior, clasificó directamente a esa instancia. Si bien Perú contaba con jugadores destacados en su mejor momento de forma, como Héctor Chumpitaz, Juan Carlos Oblitas o el mismo Cubillas, no era favorito para llevarse el campeonato. Aun así, ganó su grupo con 7 puntos, dejando fuera a Bolivia y a Chile. Brasil esperaba en semis. En ese cruce, los peruanos ganaron su partido de visitante (1-3) y los brasileños el suyo (0-2). Las reglas no decían qué hacer en caso de empate en puntos y goles. A partir de ahí, sucedió un hecho que a día de hoy sería insólito. No se jugó partido de desempate, sino que se decidió que el finalista saldría de un sorteo casero, rudimentario. Los peruanos nunca se olvidarán de Verónica Salinas, la hija del dirigente Teófilo Salinas, que fue la encargada de sacar el papelito que decía “Perú” y que los mandó directamente a la final. Allí esperaba Colombia, que había despachado a Uruguay sin necesidad de un sorteo. Los Cafeteros derrotaron 3-0 a los charrúas en Bogotá y Uruguay sólo pudo ganar su partido de local 1-0. La diferencia de gol, en este caso, sí valió el pase a la final.
Marcos Calderón, el seleccionador peruano, citó a Sotil para todo el torneo, pero el jugador no tenía el permiso de los Blaugranas para viajar. En medio del proceso de nacionalización española, los dirigentes del club catalán no querían arriesgarse a perder a una de sus estrellas. Hay que recordar que en ese momento no existía la Ley Bosman y los clubes tenían un cupo para jugadores extranjeros sin nacionalizar.
Mientras, Colombia y Perú ganaron su partido en condición de local y el campeón se decidiría en un partido de desempate, que se disputó en el Estadio Olímpico de Caracas el 28 de octubre. Sotil sabía que no podía perderse ese partido y preparó un plan de escape para poder llegar al encuentro decisivo. En España, después de un partido de liga contra el Racing de Santander y sabiendo que tenía una semana limpia sin partidos, tomó la decisión de agarrar las maletas y partir hacia Caracas, vía Madrid, sin avisar a los dirigentes. “En ese momento yo no pensé en nada. En mi mente solo estaba defender la casaquilla de mi país. Era mi última oportunidad pues, aquí en el Perú, se comentaban muchas cosas: decían que por el hecho de haberme nacionalizado español ya no quería a mi país”, contó el Cholo en una entrevista años atrás.
Finalmente, y tras un periplo de muchas horas, pudo llegar a la capital venezolana el día antes de la final, el 27 de octubre. Después de algunas averiguaciones, dio con el paradero de sus compañeros, que, si bien se sorprendieron con su llegada, lo recibieron con los brazos abiertos. La final era al día siguiente y Calderón decidió que Hugo fuera titular. Modificó el esquema para poder encajar al 10 y que tuviera libertad en el ataque peruano. En el minuto 25, llegó el premio y tras un rechazo del arquero por un tiro de Cubillas, cerca del punto de penal, Sotil, con el alma, esta vez sí, mandó la pelota al fondo de las redes. Fue el único gol de la final y que, a la postre, le dio a Perú su segunda Copa América.
El héroe de la final no pudo celebrar con sus compañeros, pues su plan de escape solo tenía sentido si volvía rápido a la capital catalana. El día después de la hazaña emprendió el viaje de regreso a Barcelona y no pudo festejar en su país, pero ya le daba igual, sabía que sus compatriotas, ahora sí, sabían de su amor por la patria. Aunque creía que al volver a España le esperaría una dura sanción, finalmente los dirigentes catalanes se ablandaron e incluso lo compensaron: “Lo que usted ha hecho ameritaría una sanción, pero a la vez demuestra todo lo que ama a su tierra, es digno de admirar. Tiene dos días libres para que esté junto a su esposa, su hijo y pase por tesorería, que tiene un incentivo económico para que disfrute”. Todo por la patria.
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