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Santiago Figueroa: “Vi mucha desigualdad, por eso quiero que a la gente le llegue lo que le corresponde”


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En el barrio porteño de Saavedra abrió un comedor para personas en situación de calle junto a la escuela de percusión “La Chilinga”, que funciona desde hace veintisiete años y fue fundada por el ex baterista de “Los Piojos”. Una historia de vida de compromiso y lucha social por los últimos, los olvidados.


Sobre la larga mesa rectangular de madera, que puede cobijar hasta veinticinco personas pero que siempre tiene lugar para una más, apoya sus brazos. En el derecho tiene tatuado el lema “30.000 compañerxs detenidxs desaparecidxs” y en el izquierdo, el pañuelo de Las Abuelas de Plaza de Mayo y la cara de Julio López, detenido en dictadura y que fue padre de un gran amigo suyo.

Es difícil hablar de Santiago Figueroa sin mencionar al Comedor de Santi. Hace cinco años que él cocina todas las mañanas y sirve un plato de comida para un aproximado de veinticinco personas que viven en la calle o en condiciones vulnerables. El comedor, que tiene sede en el barrio porteño de Saavedra sobre Ruiz Huidobro al 4228, coexiste con la escuela de percusión “La Chilinga”, que funciona desde hace veintisiete años y fue fundada por el ex baterista de “Los Piojos” Daniel Buirá. Se conocieron porque Santiago trabaja hace catorce años en la logística y seguridad en los shows de la banda de percusión. Ellos le cedieron la mitad del espacio donde ensayan para que se llevará adelante el comedor. 

Son las 9:45 de la mañana. Llovizna. Santiago dejó el auto en doble fila con las balizas prendidas y se bajó frente a la panadería “El récord” en Holmberg 4031. Antes de entrar al local saludó a un vecino.

-Hay que balancear. – Dijo en el esbozo de una sonrisa cuando se subió al auto, refiriéndose a la media docena de churros que compró.

Lo de balancear lo dice porque todas las mañanas se levanta religiosamente a las 6 y sale a correr. Hace un circuito de seis kilómetros que empieza en Parque Sarmiento sobre la Avenida Balbín, después baja hasta la Embajada China sobre Crisólogo Larralde hasta el Museo Histórico “Brigadier Cornelio de Saavedra” y desde ahí vuelve por La General Paz.

Rondando las 10 de la mañana ya está en acción con su delantal de cocina puesto. Como la producción es masiva siempre se asegura de empezar temprano para a las 12 del mediodía ya estar sirviendo la comida. Antes de empezar puso música bien arriba. Eligió un set de música electrónica, pero podría ser Rock nacional, cumbia vieja o Calle 13. Santiago baila al ritmo de la música mientras chequea si la zanahoria ya está para hacerla puré.

 La música sale del parlante bafle que está en un cuartito al costado de la cocina. Ahí hay un cartel que dice “Los primos”. 

-Así nos conocían en el barrio. Éramos una banda enorme entre primos y amigos. Yo crecí con ellos y me crié en una casa de 45 personas que éramos en mi familia.

Nació el 24 de diciembre de 1972 en el barrio del Calamar. Hincha del club Platense desde chico. Es papá de Iván Figueroa. Su hijo tiene veinticuatro años, estudia Derecho en la UBA y en el andar también trabaja como conductor de Uber.

-Mi viejo es el tipo que mejores consejos da. Es la persona que más me entiende y que más me apoya.

– ¿Qué aprendiste de él?

-Las ganas de hacer más y cambiar el mundo, transformar realidades de lxs que más la sufren, me enseñó lo que significa jugársela, porque él se la vive jugando. Es una persona con mucha iniciativa, siempre está ideando un proyecto e incentivando a las personas a que se sumen.

Además del comedor, Santiago viaja seguido a Villa Rosa, en Pilar, porque allí con la ayuda de los vecinos, en su mayoría albañiles, instaló un merendero que recibe a centenares de chicos por día. Santiago lo hizo porque vio la necesidad de que los chicos tuvieran un vaso de leche. 

-” Lo que menos quiero es abrir comedores, pero no puedo permitir que a los míos les falte comida”

 El galpón en donde conviven las dos actividades está dividido por un telón. En una de las mitades hay una tarima que va de lado a lado. Bombos, tambores, bongos, platillos y demás instrumentos de percusión reposan sobre ella sin dejar una porción de escenario liberado. En la pared detrás escribe, “son 30.000” y pañuelos blancos lo rodean. Más allá, el Peugeot con el que hicieron el comedor móvil para repartir viandas y abrigos durante las noches de invierno. Se ingresa por una puerta ubicada en el otro extremo. Del lado del comedor se entra por el mismo lateral. Del lado derecho está el lugar en el que todo sucede, la cocina. Un horno industrial, una isla larga y una mesada del mismo largo la componen. Frente a ésta y al lado de la tarima hay una especie de living, sobre una alfombra hay dos mesas cuadradas con sillas alrededor y una pizarra cuelga en la pared, entre dos cuadros con el logo de La chilinga. Una bandera roja cuelga al costado e inscribe con negro y blanco: La chilinga, tambores en lucha. En el medio está la mesa donde todos los mediodías las personas disfrutan la comida elaborada por Santiago. Antes de que se transforme en comedor, los martes y sábados daba talleres de apoyo escolar y hacía ollas los miércoles y jueves. 

-Nunca pensé que iba a formar un comedor.

– ¿Y cómo surgió?

-Cuando asumió Mauricio (Macri) sabíamos que se venía el quilombo.

Las ollas populares se acrecentaron en todos lados y a Santiago le demandaban cada vez más, las ollas que hacía cada dos días se volvieron rutinarias y de repente se vio cocinando de lunes a lunes. Pero él asegura que su política cambió. Dejó de hacer ollas. Empezó a servir la comida en un plato y no en un tupper para que después la persona se sienta a comer en la calle o en la plaza.

-Las personas deben comer en una mesa porque es lo que corresponde, es su derecho es su dignidad, creo que ser peronista y ser compañero es parte de eso.

           Un pedazo de la pared roja, otra amarilla. En el piso, una rayuela pintada con verde y azul. Los colores transformaron el galpón en un sitio cálido. Santiago lo pintó de esa manera porque iba pidiendo pintura y le daban así; un poquito de cada color. Hay una biblioteca con títulos para las infancias y para adultos, que se extiende por todo el lateral izquierdo desde la puerta del comedor hasta el pasillo que conduce a los baños. Se inauguró el día de la memoria del año pasado.

-La biblioteca lleva dos nombres muy importantes para la militancia, Alfredo Díaz y Norma Frontini desaparecidxs el 3/08/76, papás de Tania Díaz Frontini, amiga mía.

La mamá fue fusilada en la masacre de Fátima y el papá fue víctima de los viajes de la muerte. Ambos militaban en Montoneros. Cuando los militares irrumpieron en su casa lo único que le pidieron es que dejara viva a su bebé. Alfredo y Norma tocaron el timbre a su vecina, le dieron a Tania y se entregaron.

Tania donó los libros que componen la biblioteca. Ella le pidió a su amiga artista Sole Roca que pintara un mural para darle identidad al espacio. El resultado final incluye tramas y texturas que combinan el rojo, el celeste y el blanco. Los libros están acomodados con la tapa hacia adelante, los colores que aportan las ilustraciones en ellas terminan de componer la imagen.

Santiago Figueroa se autodefine como rebelde. Dice que está cansado, son días de mucha actividad. Muchas veces pasa todo el día ahí, otras cuando tiene un tiempito, trabaja con su auto como Uber. Su comedor no está registrado en el Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios (ReNaCOM), esto demanda y genera mucha acción social porque no hay personas fijas, sino que es un trabajo colaborativo y rotativo. Pero quien siempre está, llueva o truene, es él. Sabe que no puede dejar de hacer lo que hace porque quizás deja sin la única comida del día a muchas personas que asisten al comedor, el compromiso es total.

– ¿Le dedicas más tiempo al comedor o a tu vida personal?

-Yo le dedico toda mi vida a esto. No tengo vida que sea al margen de esto. Me encanta lo que hago, es una forma de vida que elegí y esta buena la foto, pero hay un precio en la vida privada, esto es muy demandante. 

     El encuentra la fuerza en la militancia. A los cuarenta años empezó a militar el peronismo en la agrupación Alicia. Alicia Graciana Eguren fue una docente, poeta, ensayista y periodista argentina que fue desaparecida forzadamente el 26 de enero de 1977 y murió el 19 de agosto del mismo año. Santiago dejó la militancia partidaria, pero sigue en la convocatoria de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. 

     -Tengo el recuerdo cuando mi viejo me llevó a escuchar a Cristina a la casa Rosada- contó Iván Figueroa.

“Los que lucharemos desde esta militancia del corazón, de la militancia de la esperanza, de fuerzas y convicciones, que primero está el prójimo, que esa es la clave para una patria mejor y liberada de la esclavitud de la mediocridad.”, aseguró Santiago Figueroa vía Instagram.

-Néstor abrió el camino. Nos hizo dar cuenta que nosotros podíamos ser actores de este cine, desde ahí muchos pibes como yo hoy militan. Nos hizo dar cuenta que podíamos hacer algo, y nos pudimos incluir dentro de la política social.

     A pesar del mal clima de esa mañana de jueves, una vecina se acercó para dejar residuos orgánicos en el compost que forma parte de la huerta comunitaria, inaugurada por el comedor de Santi junto a estudiantes de la escuela República de Turquía, a cuatro cuadras del galpón de La Chilinga. Según explica Diario CEMBA, se encuentra dentro de la traza del parque lineal Roberto Goyeneche, en la esquina de Ruiz Huidobro y Avenida Roberto Goyeneche.

 El trabajo comunitario del que habla Santiago se ejemplifica en estos actos. La gente llega a él queriendo ayudar y lo hacen a través de lo que tienen a su alcance. Para el día de la niñez fueron peluqueros de “Prana” para regalarles un corte de pelo a lxs chicxs. Todos los sábados asiste al comedor una pareja que paga todo y cocina para sesenta personas. Una amiga suya apodada “la polaca”, todos los meses hace una compra en un frigorífico para que Santiago pueda cocinar pollo y carne. Malala, también amiga, es profesora de inglés y da talleres de plástica en el comedor, otra es cuentacuentos y hace apoyo escolar, a veces ponen la pantalla grande y pasan películas para lxs niñxs. Su próximo proyecto es junto a la cocina de Moisha Bakery, cadena de comida judía. La idea que se está gestando es un taller de cocina dictado por la jefa de cocina de Moisha, ella traería los insumos y Santiago pondría el comedor como espacio en el que se darán las clases. Está dirigido a mujeres víctimas de violencia de género, madres solteras o en recuperación por adicciones y lo que se quiere lograr es que tengan herramientas y ampliar su salida laboral.

-Se crea todo un mundo, se transforma con lo que cada persona aporta, hay lugar para todxs.

“Lo mejor es hacer felices a lxs pibes. Estamos siempre dispuestos a suplir la necesidad de los que la están pasando mal. Así es, ya no pasa solo por un plato de comida, pasa por ser un lugar de inclusión social donde no se le cierran las puertas a nadie”, escribe Santiago en su Instagram @comedordesanti.

-Yo quiero ser como Santi-, expresó un niño.

– ¿Por qué?

-Porque él nos ayuda siempre.


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