SOCIEDAD
Cómo cambió el rol de las bandas en un recital: “Antes íbamos con nuestros instrumentos, tocábamos y nos marchábamos”
Juanchi de Los Pericos, Richard Rosales de Ráfaga y otros artistas explican cuál es el papel de los grupos de música en la organización de las presentaciones en vivo. Qué cambió desde la tragedia de Once. “Todos aprendimos después de la tragedia.”

Juanchi de Los Pericos, Richard Rosales de Ráfaga y otros artistas explican cuál es el papel de los grupos de música en la organización de las presentaciones en vivo. Qué cambió desde la tragedia de Once. “Todos aprendimos después de la tragedia.”
Las bandas se encargan de componer canciones y ofrecen un sinfín de emociones a sus seguidores. Mueven multitudes cuando están arriba del escenario. Pero desde que ocurrió Cromañón, en la producción de un show hay una gran cantidad de personas que están al tanto de que todo se cumpla tal como lo indica la ley en materia de cuidado del público. Eso sí, “los fans también cambiaron”, reconoce Juanchi Baleirón, el líder de Los Pericos, quien junto con Richard Rosales, de Ráfaga, y otros artistas analizaron cómo la tragedia del boliche de Once marcó en las bandas un antes y un después en materia de organización y seguridad.
Tras lo ocurrido hace 20 años, los integrantes de Callejeros fueron condenados por su responsabilidad en la organización del recital donde murieron 194 personas. En los cargos se les adjudicó la venta de pirotecnia como parte de su merchandising y la decisión de no detener el espectáculo cuando se encendieron bengalas en un espacio cerrado.
Juanchi y Richard reconocen que antes no existía el temor de que sucediera un incendio durante un show cerrado. Pero ahora la reglamentación nacional es mucho más estricta. Sin embargo, Julián Mocoroa, líder de la banda punk Explenden, asegura que algunos lugares no cambiaron. Es por esto que presta especial atención a las condiciones de los locales donde va a tocar.
PRE-CROMAÑÓN: TOCO Y ME VOY
Los artistas se encargaban de subir al escenario a hacer lo que mejor saben: música. “Íbamos con nuestros instrumentos, tocábamos y nos marchabamos”, admite Rosales, guitarrista de la icónica banda de cumbia que recorrió el país y el mundo con sus canciones que siguen sonando en la actualidad. Además, la modalidad de contratación para un festival, boliche o fiesta es directamente con el dueño del lugar o con una productora. Es por esto que Richard admite que no prestaban atención a la seguridad, ya que en todo caso la responsabilidad sería de la productora o de la persona que les pagaba el caché.
Según Mocoroa, cantante de Explenden con 26 años de trayectoria, “la metodología de contratación no cambió. A las bandas las contratan, van y tocan. Otras se encargan de la producción y de que el show sea como ellos quieran, como es el caso específico de ‘La Renga’”, ejemplifica.
Más allá de que las bandas no tienen la responsabilidad directa de velar por la seguridad del público, Juanchi Baleirón recuerda: “La única vez que lanzaron tres tiros en un recital fue en el 2002 y paramos el show”. Pero además, agregó, no existía el temor de que se prendieran fuego los lugares donde tocaban porque su público no acostumbra tirar bengalas. Los Pericos se mantienen en auge desde su fundación en 1986 y su líder afirma: “No somos una banda que fomente el uso de pirotecnia”.
Lo mismo ocurre en el mundo del punk, donde Mocoroa asegura no haber visto lanzar bengalas ni ningún tipo de pirotecnia en 30 años de asistencia a recitales. “No se estila eso. Me resultan bastante peligrosos los petardos. Esas precauciones las tuvimos siempre”, confiesa el cantante.
POST-CROMAÑÓN: CAMBIOS ESTRICTOS
Luego del incendio en el que murieron 194 personas y alrededor de 1400 resultaron heridas, los establecimientos para espectáculos debieron acondicionarse según una nueva legislación de seguridad. “En Argentina, después de Cromañón, ha sido muy exigente todo; a un lugar que no tiene todo en regla no lo habilitan”, asegura Baleirón. También detalla que muchos establecimientos han cambiado la ventilación y la acustización con elementos ignífugos y que se le exige un seguro a toda persona que pise el escenario.
“La banda protege a su público tocando en lugares habilitados, que estén en condiciones y que cumplan con las medidas de seguridad”, opina Federico Aztecas, guitarrista y sesionista de diferentes bandas de rock desde hace 25 años. Según él, los artistas deben atenerse a las reglas, ya que son bastante sensatas y coherentes.
¿TODO CAMBIÓ O SIGUEN LAS FALLAS?
Según Julián Mocoroa, a pesar de los cambios legislativos, muchos lugares siguen sin cumplir con las medidas necesarias para evitar una nueva tragedia. “A un matafuegos vencido y vacío, lo pintaron un poquitito, lo camuflaron y encima lo cobran: te descontamos 5 lucas. Son todos unos ratas”, denuncia.
Da fe de que muchos lugares de espectáculos no tomaron conciencia de los peligros y que solo les interesa aplicar paliativos para evitar el pago de una multa. A modo de ejemplo, cuenta una situación personal de gravedad con la que fundamenta su punto de vista: “Hace poco, en La Plata, casi la quedo” (por un problema de salud) y no contaban con un médico presente ni con un botiquín y desconocían el número de la ambulancia.
LA CONCIENCIA DE LAS BANDAS
Ahora bien, más allá de la habilitación del lugar, la conciencia en seguridad sigue latente desde lo sucedido en el 2004. “Todos aprendimos después de la tragedia y se tomó conciencia de que la seguridad de la gente es innegociable”, enfatiza Federico.
Por su parte, Richard Rosales confirma que los integrantes de Ráfaga comenzaron a prestar atención a las condiciones del lugar, como la señalización y los accesos. Es más, se aseguran de que las dimensiones del escenario sean adecuadas para que ningún asistente sufra lesiones, más allá de que todo el personal cuenta con un seguro. “Nos cuidamos y también al público, a veces sube alguien al escenario y no dejamos que lo haga con bebidas”, señala y explica que sobre el escenario hay muchos cables que son la fuente de corriente eléctrica de los instrumentos.
Mocoroa es más tajante. “Yo controlo todo, miro los matafuegos, las luces, los baños, la entrada, los cables, el merchandising. Soy obsesivo”, confiesa el líder de Explenden.
Por otro lado, Juanchi reconoce que la mayoría de los artistas se preocupan, se involucran y observan todo, pero recalca que no tienen una responsabilidad directa, ya que de las condiciones del lugar se encarga la producción.
De igual modo, Mocoroa asegura que su banda siempre se encargó de las decisiones artísticas y manifiesta: “Las únicas responsabilidades que tenemos como banda son las personales, tratamos de comportarnos bien en todos lados. En cuanto a la seguridad, ni hoy ni antes nos corresponde hacernos cargo”.
LA CONCIENCIA DEL PÚBLICO
Respecto a los espectadores, el líder de Los Pericos recalca que “los fans cambiaron”. Pero “aún así te enterás de que hay gente que va a un lugar cerrado y tira bengalas; lamentablemente, ‘cabezas de termo’ hay en todas partes”, dice.
No obstante sostiene que no es necesario recordarle a sus seguidores la peligrosidad del uso de bengalas porque la mayoría vivió Cromañón. “Apenas sucedió la tragedia, desde Los Pericos bajamos el mensaje a la gente de ser conscientes. Igual todo lo que mostraban los medios era de mucho dramatismo. No sólo te daba pena lo que pasó, deseabas que no suceda nunca más”, rememora.
La noche de Cromañón marcó un punto de inflexión en la sociedad argentina, es por esto que es necesario recordar lo sucedido para que no se repita. El mejor homenaje a las víctimas es prevenir cualquier eventualidad, respetando las medidas de seguridad y realizando los controles que sean necesarios.
SOCIEDAD
“La Catedral de Francisco”
Cientos de fieles dejaron sus oraciones y ofrendas en el templo que vio pasar a Jorge Bergoglio como cardenal primado de Buenos Aires. Cómo fue la despedida al “Papa de los pobres”.

A esa hora en la que Plaza de Mayo se deja ganar por la noche y los autos iluminan junto al alumbrado público, las escalinatas de la Catedral Metropolitana se convirtieron en un altar urbano. Velas encendidas, otras ya derretidas; ramos de flores frescas apoyados sobre las columnas que tienen pegadas banderas argentinas y papales, rosarios, estampitas, camisetas de San Lorenzo y cartas escritos a mano. Sobre Rivadavia, un retrato en tiza del Papa decora el asfalto como si su figura emergiera desde ese suelo que alguna vez lo vio caminar.
Detrás de las cámaras de TV de los medios nacionales e internacionales, y de los vendedores de recuerdos sobre las escalinatas, hay un murmullo bajo que envuelve. Gente que reza, que conversa en voz baja o que simplemente está. Turistas, creyentes, algunos que no se identifican con ninguna fe. Todos llegaron allí por alguna razón. Edgardo y Jazmín, una pareja peruana que observa en la entrada de la Catedral, comenta que estaban de visita cuando sucedió la muerte del sumo pontífice. “Era muy humilde, incluso ahora, en su despedida. Esperamos que el próximo Papa siga su legado, pero sabemos que en nuestra vida no veremos otro latino”, dice ella.

Unos pasos adentro del templo, un perro callejero duerme justo debajo de la cartelera que anuncia las misas y ceremonias especiales a la ocasión. No estorba el paso. La gente lo rodea, lo mira e incluso le toman fotos como si también él formara parte de esta escena serena y devota.
Adentro, el ambiente se vuelve más íntimo. Los pisos de mármol y las paredes macizas contienen la emoción de quienes ingresan. Aquí ya no hay medios de comunicación ni vendedores ni ruidos molestos. Solo pasos lentos y un murmullo que acoge.
Al final del pasillo de la nave principal, a pocos metros del altar donde Bergogliocelebraba misas, un escritorio exhibe un libro abierto. La gente se acerca a firmarlo, a dejar un mensaje, una oración. Al lado hay un cartel escrito con letras simples: “Francisco. Recibir la vida como viene”. Detrás, custodiado por cadetes de la Policía Federal vestidas de gala, un cuadro del Papa con su tradicional túnica blanca y su cruz plateada. Al costado, la mitra y el báculo que él utilizó cuando era cardenal primado de Buenos Aires. Todorodeado de coronas de flores blancas sobreel piso.
Frente a ese altar se detiene Daniel, un joven brasileño que también reflexionó con ETER Digital sobre los desafíos del porvenir: “Francisco fue un hombre del futuro que luchó por los que no tienen voz. No creo que haya otro como él. Quien lo suceda tiene una tarea inmensa: sostener un legado difícil de olvidar”.
Sentada sobre los viejos bancos de madera, una mujer llora hasta con el cuerpo. Se tapa la cara mientras a su lado un hombre la abraza y un niño mira sin entender demasiado. La imagen se repite varias vecesen otros bancos: la del duelo compartido en familia y entre generaciones.
A pocos metros, tres hombres se detienen frente al mausoleo de José de San Martín, que esta vez tiene menos protagonismo que de costumbre. Hoy todos los ojos y gestos parecen estar dirigidos a Francisco.
El reloj se acerca a las 20 cuando los policías que rondaban por los pasillos anuncian el cierre de la Catedral. Pero afuera el recuerdo sigue. Una señora mayor, de pelo corto rojizo y mirada vivaz, camina con paso seguro hacia un móvil de televisión: es conocida como “La Señora de los Velorios”. Pero esta vez no vino exclusivamente por eso. “Yo vine hoy por él. Era una persona muy humilde. En las misas de San Cayetano saludaba uno por uno sin importar la cantidad” de gente que hubiera, recuerda. Orgullosa de que haya sido argentino, Mari reivindica la relación del Papa con su Patria: “No me molestó que no volviera a Argentina. Su misión acá ya estaba cumplida”.

La Catedral Metropolitana, la Catedral del Papa, no parece estar triste sino más bien emocionada, como si supiera que Francisco no se irá del todo. Que lo que deja no cabe en una tumba sino en los gestos, palabras, luchas y convicciones que muchos fielestomarán como bandera.
Desde la vereda hasta el altar, este lugar que alguna vez fue la casa de Bergoglio hoy vuelve a serlo. Por una noche al menos. O al menos por esta despedida, por la historia que empezó en estas baldosas donde ahora se vuelve a rezar por él.
SOCIEDAD
Sabe la Tierra: comunidad, sostenibilidad y compromiso
La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.

La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.
Va cayendo el sol en el Parque Las Heras y la primavera se hace notar con su típica brisa de la última hora de la tarde. La esquina de French y Coronel Díaz es una postal de domingo: en el frente se alzan los puestos de la feria de consumo consciente más famosa de Buenos Aires, con sus toldos blancos y sus características mesas forradas de arpillera en las que se lee su emblema: “Sabe la Tierra”.
De fondo, el atardecer. La calesita que completa el cuadro da sus vueltas finales despidiendo a los niños que ríen y juegan hasta el último minuto antes del cierre. Los feriantes siguen vendiendo. El ambiente huele a fruta, a inciensos, a la vainilla de los postres caseros que ofrece uno de los puestos. Cada sección tiene sus olores, sus colores y sus sabores, según los productos que ofrecen, y son tan intensos que parecen elaborados para que los consumidores puedan llevarse un pedacito de naturaleza a sus hogares citadinos.
Seguramente cuando Angie Ferrazzini pensó este espacio que uniría a pequeños productores, emprendedores y artesanos para conectarlos con el público, no se imaginó que terminaría gestando toda una propuesta cultural que ofrecería desde mercados itinerantes que recorren la ciudad hasta talleres de cocina y horticultura.
Hoy, quince años después, la creadora de esta organización cuenta que Sabe la Tierra recibe cada mes alrededor de cincuenta mil personas en los más de cincuenta mercados y festivales que se presentan en diferentes barrios y ciudades. “Somos un equipo de 30 personas que creemos en otra forma de producir y de consumir”, contaba en la Charla TED que presentó en Necochea en 2023.
Y agregó en esa presentación: “Se me ocurrió crear un mercado de productores donde se pudieran encontrar los productores con los consumidores, promover el bien común y generar lazos de confianza. Esta fue la idea inicial para el proyecto hace 20 años”.
Como suele suceder con los grandes soñadores que cambian realidades, Angie comenzó a vivir su sueño en su propio jardín: no contaba con el capital necesario para sostener una gran exposición en un centro de convenciones como habría querido por ese entonces, pero eso no la detuvo. Con el propósito firme y la visión clara, esta exponente de la cultura naturista convirtió su casa en el espacio que sostendría el puente entre las dos puntas del mercado sustentable: productores y consumidores. Hoy, ese mismo puente se extiende a lo largo de trece locaciones distribuidas por todo el país.
“Venimos porque nos gusta comprar productos orgánicos y porque nos encanta el ambiente de la feria”, dice Candela, una joven que pasea con su familia y se detiene en cada stand observando con atención los productos exhibidos. Como ella, muchos de los clientes que visitan el lugar son fieles a la filosofía de la organización, que tiene seguidores desde sus inicios, cuando solo podía encontrarse en su primera locación formal: la estación San Fernando del Tren de La Costa. Desde allí fue expandiéndose como lo hacen los fenómenos culturales cuando saben atender necesidades sociales.
Más de mil puestos de trabajo generados demuestran que Sabe la Tierra no es solo un modelo de consumo responsable, sino también de economía sustentable. Este mercado consciente abre sus puertas para que cualquier emprendedor pueda desarrollarse y ofrecer productos de calidad. Tal es el caso de Luisa, el talento detrás de los mejores tequeños de la zona, que cautivan paladares de todas las edades en la carpa de comida venezolana.
Luisa recibe a las personas que se detienen en su mesa con una amabilidad especial, invitándolos a degustar un bocadito de empanadas típicas de su país. Con una sonrisa amplia acompaña el son caribeño que lleva en el habla. Cuenta que vive en Argentina hace cinco años y que forma parte de la feria hace tres; y que gracias a este espacio es capaz de mantener a su familia y que incluso pudo pagar un viaje de visita a su entrañable Caracas.
“La feria nos cambió la vida. Estamos agradecidos por esta fuente de trabajo que nos permitió lograr la anhelada estabilidad económica”, afirma emocionada. Esta emprendedora, que supo sobreponerse a los embates de la expatriación e insertarse en el mercado laboral de nuestro país a través de su vocación en la cocina, es un ejemplo del impacto que tiene en los trabajadores este espacio de comercio justo y consciencia. Para esta comunidad, los valores agroecológicos y el compromiso fueron la clave del crecimiento.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
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Consumo de alimentos procesados: el tabaquismo del siglo XXI
SOCIEDAD
Cómo fue la toma de estudiantes en defensa de la UNTREF
En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.

En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.
“Universidad tomada” advierte una bandera en la puerta de la Sede Lynch de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). Son las ocho de la noche de un miércoles de octubre en el barrio de Sáenz Peña y la vereda de la sede abunda de información.
Una clase abierta donde los alumnos sentados en ronda en pupitres azules escuchan atentamente al docente. A metros, estudiantes se reúnen distendidamente algunos de ellos con sus mochilas, mientras otros cargan bolsas con acolchados y sábanas para pasar la noche en su casa de estudios.
La UNTREF se encuentra tomada con vigilia hace exactamente siete días luego de la Resolución Interclaustro -realizada el 10 de octubre de 2024- donde participaron docentes, no docentes, estudiantes y graduados.
La decisión fue una toma organizada que garantice la continuidad de las clases y que incluya un plan de lucha para visibilizar el reclamo presupuestario por las universidades nacionales. “Estuvimos todo el fin de semana organizando el cronograma, nos acostamos a las 4 de la madrugada para levantarnos a las 7”, comenta Lucho Borzatto, estudiante de la Licenciatura en Logística e integrante del centro de estudiantes.
A lo lejos se escuchan los murmullos de otra clase abierta que sucede en el sum del edificio, donde se encuentran el buffet y la fotocopiadora. Las luces son tenues porque el docente proyecta diapositivas para el desarrollo de la clase. En simultáneo, alumnos salen de sus aulas, algunos vuelven a sus hogares, otros se reúnen en allí o en la vereda para pasar parte a sus compañeros sobre su desempeño en los parciales. Las paredes del establecimiento aún conservan afiches pegados de otras cátedras y no faltan los carteles con consignas como “No caímos en la universidad pública, la elegimos”.
“La gente camina como un caballo por acá, no habitamos la universidad, muchos venimos a cumplir, siento que eso está cambiando”, comenta Lena Blanco, estudiante de la Licenciatura en Gestión del Arte y la Cultura mientras toma el último sorbo de mate. Está sentada delante de la bandera de su carrera que pintaron para la Marcha Federal Universitaria de abril. Además, expresa su sorpresa al ver la cantidad de carteles pegados en las paredes: “Antes no se podía poner nada, no encontrabas ninguna expresión más que las típicas que hay en los baños”.
Alrededor de 200 alumnos de la UNTREF se organizaron y formaron comandos divididos en distintas áreas. “Tomar la universidad no es joda”, indica Lucho y agrega: “Requiere de mucho trabajo y sacrificio”. Y así es, los comandos se dividen por área: prevención y logística, agenda cultural, documentación audiovisual, comidas y alimentos, higiene, prensa y comunicación, entre muchas más. De esta forma, se suman a los cientos de miles de estudiantes involucrados en el plan de lucha a lo largo y ancho de todo el país.
A partir del veto del Presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, las tomas en las facultades brotaron como pasto después de la lluvia. Un relevamiento de la FUA (Federación Universitaria Argentina) indicaba en ese entonces que ya eran más de 30 edificios tomados, mientras que asociaciones civiles como Argentinos por la Educación afirmaban más de 80.
Incluso fue un momento donde algunas universidades fueron tomadas por primera vez, como fue el caso de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). La amenaza por el desmantelamiento de las universidades nacionales puso en alerta a todos los estudiantes en cada rincón del país y los convocó a organizarse para defender su futuro.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
Además en ETER DIGITAL: