Pacho fue campeón de la Copa América 2001 y uno de los mayores influyentes en el fútbol colombiano. El director técnico sigue siendo una historia de qué hablar, aunque los años pasen.
A los 48 minutos 12 segundos en la cancha resonó un pitido, el último. El segundo tiempo contó con 3 minutos de adición. Él, monocromático, portaba su traje gris entallado, con camisa y corbata. A su alrededor, el pueblo al que representaba, desaforado y abrazado a esa camiseta tricolor que en la cancha tanto se había respetado, festejaba por la gloria. Sus pasos hacia el campo de juego fueron interrumpidos por colaboradores que ansiaban felicitarlo. El marcador pasó a iluminar esa frase por la que tanto se había transpirado: “Copa América 2001, Colombia campeón”. Nada lo frenó y, sin perder “las pintas”, abrazó jugador por jugador hasta que ya no quedaron cuerpos por abrazar. Ahí fue cuando se encontró con la realidad que el ambiente le dejaba a la vista: la alegría de 40 mil compatriotas que, gracias a su desempeño como director técnico, ahora podían gozar del primer título de su Selección. Histórico.
En el estadio “El Campín”, el equipo de Francisco Maturana ganó la Copa siendo local y sin que le convirtieran un solo gol a lo largo de la competencia. “Todavía no es un Picasso, pero tiene los colores”, decía el DT en una de sus últimas declaraciones antes del comienzo de ella. Al recordar estas palabras ya sabiendo qué pasó después, el título pasa a tornarse mucho más pasional y la forma en la que el colombiano pintó de viveza a esos jugadores habla mucho sobre su amor por el país. Pero su historia ni empezó ni terminó en ese 1-0 contra México; “Pacho” dejó una huella en el fútbol mundial.
Nacido el 15 de febrero de 1949 en Quidbó, Colombia, a lo largo de su carrera, tanto como futbolista como director técnico, los éxitos fueron rutina. En sus inicios, debutó en Atlético Nacional y luego conformó Deportes Tolima y Atlético Bucaramanga, habiendo tenido también una suma de 6 partidos en su Selección. A la vez que profesaba como jugador, Maturana hacía uso de su título universitario orientado en odontología, doctorado que no eligió por sobre el fútbol al momento de convertirse en director técnico. “Los niños querían que los atendiera ‘Pacho’, el jugador de Nacional”, declaró al recordar ese tiempo como futbolista y odontólogo.
En Medellín, atendió una clínica infantil mientras que, de la mano de los empujones del entrenador uruguayo Luis Cubilla, aprendía tácticas de entrenadores históricos argentinos como Osvaldo Zubeldía, Carlos Bilardo y César Luis Menotti. Once Caldas fue el primer equipo que dirigió y así fue como, en 1986, comenzó su trayectoria más que soñada. Ese primer equipo en el que él había jugado, “El Verde”, lo contrató y lo puso al mando de un plantel que llenaría de colombianos y haría alcanzar la primera Copa Libertadores del club en 1989. Desde ese momento, el temple de Maturana se volvió sensación y lo llevó a comandar la Selección colombiana.
En el Mundial de Italia 1990, “El Doctor” dirigió la primera victoria de Colombia en aquella competencia después de 28 años en los que habían estado ausentes. Tres años antes, visitó Argentina, último campeón del mundo y sede de la Copa América 1987 que sería el primer “gran vistazo” del producto en cancha de Maturana. Con un nivel bárbaro y un equipo que funcionaba desde la individualidad, con figuras como René Higuita y el “Pibe” Valderrama, su gran trabajo los hizo finalizar terceros. Chile les arrebató el paso a la final en el tiempo suplementario y, por el tercer puesto, los “cafeteros” vencieron a la Argentina campeona del mundo con, ni más ni menos que al “Barrilete Cósmico” en la cancha y el otro “Doctor”, Carlos Bilardo, en el banco. El aprendiz se enfrentó al maestro en una “pelea” de Doctores y el colombiano se llevó la alegría por 2 a 1 en el Monumental y bajo una intensa e inolvidable niebla.
Sobre ese Mundial en Italia, el plantel armado y las sensaciones encontradas con esas grandes personalidades que conformaban su equipo, Maturana ha hablado hasta el cansancio. “Colombia no existía. El último Mundial había sido en el 62 y sin mucha trascendencia. En ese momento, por donde vos ibas, Colombia era Pablo Escobar. Te hablaban de la violencia, te hablaban de la droga”, declaró en una entrevista para Radio Rivadavia. Luego, comentó sobre esa base futbolística creada para cambiar esa visión multitudinaria y agregó: “Aparte de eso, apareció Valderrama y un grupo de gente solidaria que demostró que jugaban con alegría, que eran amigos, que disfrutaban: el fútbol te dice cómo es una sociedad y eso nos cambió”.
Como ya se mencionó, la Copa América de 2001 pintó a Colombia con colores llenos de viveza y, a nivel mundial, el equipo ganador es recordado como una de las selecciones más grandes de la historia. Todo porque el técnico así lo quiso y las condiciones de la competencia se prestaron para que el evento consecuente ocurriera. Su filosofía e impacto táctico modeló jugadores que, acompañados por el potencial físico entrenado y “magia” que podían contener ya “de fábrica”, se convirtieron en figuras colombianas completas que recorrieron el mundo con esas enseñanzas.
Su carrera siguió y la lista de equipos dirigidos cada vez se volvió más amplia. Su manera de ver el fútbol llegó a Europa, al Real Valladolid. Y no se quedó con la espina de llevar colombianos, porque siguió su metodología y Valderrama e Higuita se sumaron a su campaña. También, pasó por el Atlético de Madrid y fue fichado para ser el DT del mismísimo Real Madrid, pero no se llevó a cabo por razones de tiempos de contratos ya establecidos. Con el paso del tiempo, Maturana dirigió las selecciones de Ecuador, Costa Rica, Perú y Trinidad y Tobago.
Como DT de clubes, la lista se extiende más. “Pacho”, desde 1986 en Once Caldas, hasta 2019 en Royal Pari de Bolivia, pasó por varios equipos en cortos periodos de tiempo. Desde su retiro hace 5 años y para atrás, solamente enumerando instancias no mencionadas: volvió a Once Caldas de Colombia, pasó por el Al-Nassr de Arabia Saudita; en Argentina dirigió Gimnasia y Esgrima La Plata y Colón; Al-Hilal, Millonarios y América de Cali en su país natal.
Sobre Argentina, sus recuerdos son más que satisfactorios. “Solo tengo palabras de gratitud. Me hicieron sentir fuerte y siento que quedé en deuda por todo lo que me dieron. Mi paso por el fútbol argentino lo veo como algo que me fortaleció a muerte”, comentó al respecto. “No solo es ganar, sino la forma como quisimos ganar. Priorizamos el sentido de pertenencia y la identidad de la gente”, agregó. También, aclaró que el trato de los argentinos siguió siendo respetuoso y amigable luego de su paso por los clubes de La Plata y Santa Fe: “La gente me recuerda bien, los carros paran para saludarme: todavía me escribe gente de Santa Fe. Si voy a La Plata puedo mirar a todos con la frente en alto y nadie me va a señalar. Es abrazo por acá, abrazo por allá”.
Aunque el tiempo siga pasando, la Copa América de 2001 que colocó a los colombianos en la cima del fútbol sudamericano sigue dando de qué hablar y la palabra del técnico sigue recordando ese triunfo. “Lo primero que pensé es que podíamos y teníamos que ganar la Copa porque éramos muchos. No solo 11 jugadores en la cancha, sino todo el país. Era cuestión de unirnos y el mensaje inicial fue seducir con el juego”, comentó para un diario colombiano en 2019. “Gracias a Dios, a los muchachos y a la gente no fuimos inferiores a las expectativas. Ese logro fue como un aval para seguir persiguiendo títulos. En el estadio estaba mi familia, pero yo me fui al hotel y no salí, ya estaba pensando en lo que venía. La celebración se las dejé a los muchachos, jóvenes todos ellos”, explicó.
Francisco Maturana se atrevió a tomar el riesgo de ser el comandante de aquella selección pese a poder defraudar las expectativas del pueblo que esperaba quedarse con el título disputado en su casa. Colombia quería la Copa y, frente a los críticos y la mirada del apasionado expectante por el triunfo, “Pacho” aceptó el llamado, se vistió su traje gris y lideró al equipo campeón. “El 2001 lo asumo como un escalón que fortaleció mi vida personal. Vine y esa manera de respetar a todo el mundo me sirvió. Hice las cosas a mi manera, a partir del conocimiento que tenía”, culminó.
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