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ENTREVISTAS

Florencia Polimeni: “Me quisieron comprar”

Estuvo en el ojo de la tormenta durante el juicio político a Aníbal Ibarra. Después de años, la exlegisladora porteña cuenta cómo fue la trama que terminó con la destitución y el rol que cumplió Mauricio Macri en ese hecho. “No me arrepiento de nada”, asegura.

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Estuvo en el ojo de la tormenta durante el juicio político a Aníbal Ibarra. Después de años, la exlegisladora porteña cuenta cómo fue la trama que terminó con la destitución y el rol que cumplió Mauricio Macri en ese hecho. “No me arrepiento de nada”, asegura.


El 30 de diciembre del 2004 ocurrió un hecho trágico pero canónico en la línea de tiempo del país: el incendio de Cromañón. Hubo que buscar a los responsables y hacerlos cargo de sus acciones. La exlegisladora porteña Florencia Polimeni fue una figura clave: el suyo fue uno de los dos votos decisivos que pusieron fin al mandato del entonces jefe de gobierno, Aníbal Ibarra. Hace años que no hablaba de ese hecho y decidió hacerlo con ETER Digital.

De aquellos días en que estuvo en el ojo de la tormenta, recordó aspectos de la trama que tejió Mauricio Macri para hacer caer a Ibarra, por entonces figura indiscutible del progresismo porteño, y contó también la forma en que el expresidente Raúl Alfonsín la “apretó” para que no apoyara la destitución.

-¿Dónde estabas cuando pasó lo de Cromañon y cómo te enteraste?

¿Sabés que no me acuerdo? Antes que nada te quiero decir que es la primera vez que yo hablo de este tema en mucho tiempo. Para mí es un tema súper traumático. Me iba a sentar a revisar mis documentos antes de venir y no pude hacerlo. Es muy movilizante, entonces por ahí pasa durante la entrevista que… Porque fue muy fuerte para muchos de los que estuvimos involucrados pero debo tener algunas lagunas. La noche de Cromañón es probable que estuviera en Lobos, en el campo preparándome para el festejo de Año Nuevo.

-Te enteraste en las noticias, como todos.

-Sí, sí, sí. Fue escalofriante. De hecho, recuerdo la desesperación de pensar ¿qué hacemos?, ¿cómo ayudar?, ¿adónde vamos? Fue la primera sensación que tuve.

-¿Te acordás de cómo fueron los primeros llamados entre los legisladores?

-Sí. Desde el minuto uno empezamos a ver que el gobierno porteño no reaccionaba. Nadie nos atendía los teléfonos. En esas situaciones hay que ser muy disciplinado para la reacción, porque hay todos protocolos, ¿no? Entonces empezamos a llamarnos entre nosotros, “¿qué está pasando?” Lo que veíamos en la tele era un caos. Había que tener información y cada vez que preguntábamos al gobierno qué estaba pasando, había un silencio absoluto. Estaba todo blindado. No había ningún tipo de comunicación con el Poder Legislativo de la ciudad. Estaban blindados frente a la prensa y el jefe de gobierno no aparecía.

-¿Dónde estaba Ibarra?

-Hay una parte de la información que yo sé de primera mano por ser testigo en los medios de comunicación de lo que estaba pasando, y hay otra parte que la sé por haber leído fojas y fojas taquigráficas de testigos que participaron en la reunión en la que él estaba. No apareció en el lugar, no le dio instrucciones a nadie, no destinó fondos de emergencia para poder resolver lo que estaba pasando ni fue él en persona (al boliche de Once). Porque a veces, en esas situaciones, vos necesitás que la autoridad máxima esté dando instrucciones de manera directa para poder resolver rápido. No tenía un equipo de crisis armado, nada. Lo único que estaba haciendo era estar encerrado en una oficina viendo de qué manera protegerse políticamente del impacto de lo que había sucedido.

-¿Hubo consenso entre opositores para organizarse rápidamente o se fue armando de a poco?

Lo que recuerdo es que fue muy desordenado, porque aparte yo no me reconocía a mí misma como opositora de Ibarra. Él no era un candidato al que yo lo tuviera particular encono. Era un tipo proveniente del progresismo. Yo en la universidad había militado en la Alianza. O sea, terminé en ese espacio político por un montón de situaciones de la política argentina que no tenían necesariamente que ver con que a mí Ibarra me cayera mal

-Para ese momento vos ya estabas afuera del bloque del PRO y habías creado tu monobloque “Guardapolvos Blancos” ¿no?
-Sí, yo me enojé mucho con el macrismo porque Macri venía… En ese momento no existía el partido, todavía estaba constituyéndose. Macri supuestamente venía, comillas, comillas, “a poner a la política, no a llevarse de la política” porque era una persona rica e iba a

hacer las cosas de manera más pública, más ordenada. Pero sin embargo terminó haciendo más de lo mismo: Robando él y todos sus funcionarios. O sea, es un bloque que, salvo algunas personas con las que yo tengo una afinidad personal y que quiero y respeto, está muy lejos de ser gente respetuosa por las instituciones y de una ética republicana respetable, ¿no?

-¿Cómo avanzó la trama?

En un momento la situación ya era estalinista. Me empecé a decir: “Esto es raro”. O sea, ya te moviste para el culo, ¿qué te puede pasar, que te equivoques? Puede pasar. Bueno, disculpate, explicá y decí que pasó. Ahora, cuando empezaste a ocultar la información, esconder carpetas, no querés responder las preguntas y encima te colocas en el lugar de víctima acusando a los demás en vez de hacerte responsable de la parte que sí te toca, ahí, ya en ese momento, se nos encendieron todas las alertas.

-¿Entonces?

-Empezamos a agarrar los informes de auditoría, a buscar información y lo que se veía era escalofriante. En paralelo la política, la corporación, se arremangó y empezó a hacer de las suyas ¿entendés?

-¿Cómo son esas maniobras?

Todo el mundo, todo el tiempo tratando de ver cómo sacar ventaja de la situación. Cómo poder cargarse la mayor cantidad posible de gente y, obviamente, muy poca gente preocupada por el tema de fondo. A su vez, estaban las “espadas” de Macri y las “espadas” de Ibarra ocupándose de llevar agua para su propio molino. Había algunos diputados muy comprometidos con la investigación pero todo se empezó a poner maniqueo: eras el defensor de la democracia o el golpista. 

-Sobre eso hay dos hechos puntuales que fueron notorios. Primero: la frase del juez Julio Maier que te dice: “Cuide lo que lleva en su vientre, que sí es importante”. Al momento de la votación llevabas siete meses de embarazo. Y segundo, que el fiscal Julio Strassera te acusara de “fascista”. Imagino que fue un golpe duro.

-Ay, me lo decís y mirá (muestra su brazo con evidente “piel de gallina”). A mí me costó muchos años darme cuenta el nivel de violencia que he recibido durante todo ese proceso como mujer, y mujer gestante. Es algo que todavía no tengo problematizado y me cuesta asimilar. Me había olvidado completamente de esa frase. (Se emociona) Por ahí me conmuevo, me pongo a llorar un rato pero es un proceso que necesito atravesar y lo tengo que atravesar por mí y por un montón de compañeras, camaradas o como les quiera llamar que viven todos los días situaciones como estas y que por ahí no tienen la fuerza ni el respaldo para poder hacerlo.

-Volvamos al proceso de destitución ¿te acordás cómo se conformó eso?

-Después del papel penoso que da Ibarra cuando le hacemos la interpelación, empezó a gestarse el juicio político (…) Más allá de la responsabilidad penal que tenían los autores materiales del hecho, había una responsabilidad política y el juicio político es una herramienta que está pensada para que la persona que no cumple con sus obligaciones sea responsable. Como persona que cree en la república y en las instituciones, cuando una figura constitucional existe, existe para ser usada y existe centralmente para cuidar las instituciones. 

-La pregunta sería “cómo” se usa.

-A ver, un montón de gente en la Argentina comete ilícitos y pasa por la política no cumpliendo con lo que los cargos demandan. La política hace “vista gorda” y eso ha generado un desgaste de las instituciones tal que nos trajo hasta acá, donde todo el mundo cree que el Estado está para robar y para perseguir privilegios.

-¿Del gobierno nacional con Néstor Kirchner como presidente había alineamiento con Ibarra? 

-Tené en cuenta que estaban arrancando recién. Estaba involucrada la hermana de Ibarra, Vilma. Dicho mal y pronto, “estaba hasta las pelotas la hermana”, y desde Nación a ella la blindaron. En ese momento estaba Alberto (Fernández) que era pareja de ella. El Gobierno sabía que si Aníbal se comía el costo que merecía por esta situación, eso de alguna manera le podía impactar. De cualquier manera creo que tomaron más distancia de lo que hubieran tomado en otro esquema. Fueron más cautelosos.

-Por esos días también tuviste una reunión con Raúl Alfonsin…

-[Interrumpe] No tuve una reunión. Me llamó por teléfono para apretarme de frente, mal. Yo me formé leyendo sus libros, militando en sus filas. Así que, imaginate, si el mayor demócrata tenía esta convicción, ese nivel de distorsión que existía en la clase política… Después me di cuenta de que él no lo había hecho con mala intención. Simplemente era la manera en la que él había aprendido. 

-¿Recordás cómo fue el diálogo? 

-Nunca había recibido un llamado telefónico de él. Me llamó y me dijo: “Hola, Florencia. Entiendo que sabés la gravedad de este asunto y lo que hay en juego”. Yo le contesto: “¿Usted sabe cuál es la gravedad de este asunto?, ¿usted leyó las fojas del expediente?” Me respondió: “No necesito leerlo para saber de qué lado hay que estar”. Entonces ahí le digo: “Usted está equivocado. Con todo lo que le respeto, creo que está equivocado, que sí debería leerlo. Estoy investigando el expediente. Nosotros necesitamos de verdad llegar al fondo de esta cuestión y saber si él sabía o no de la existencia de esta red de corrupción y por qué él tomó la decisión de no cuidar, de no armar esa red de contención”. Me dijo: “Bueno, haga lo que le dicte su conciencia”. Lo último que le comuniqué fue: “No tenga dudas, doctor, que lo voy a hacer”.

-¿Siempre tuviste la decisión tomada?

-No, no la tenía. Leyendo el discurso mío de la interpelación en el que le digo a Aníbal que es Dorian Gray, tomé conciencia de que ahí yo estaba muy enojada con él. Pero hice un esfuerzo muy grande por tomar perspectiva de lo que estaba pasando.

-¿O sea que hasta el último día no sabías cuál iba a ser tu voto?

-Es cierto que hicieron mucho mérito de los dos lados para que yo me enojara. He recibido, no solamente la “apreciación” de Raúl (Alfonsín), sino también ofertas de todo tipo y color. De los dos lados, indistintamente. Por ahí es más grave la del Estado que por parte de la oposición. Pero lo que quieras. Lo que se te ocurra, con estas palabras: me mandaron a por lo menos seis personas distintas de los dos espacios para ver si me podían comprar.

-¿Cómo fueron los días posteriores a la votación?

-Yo voté y me fui en ambulancia por un pico de presión. Me tomé un avión y fui a Mendoza, al campo, a la casa de un amigo. Tirada, panza arriba tratando de limpiarme el corazón y el cuerpo de lo que había pasado. Estuve hasta que terminé mi licencia de maternidad sin volver a tocar nada. Quedé devastada. Para mí fue algo que me marcó la vida. Fue un antes y un después. Y algo de lo que puedo hablar con muy poca gente.

-Me resulta muy llamativo el hecho de usar herramientas institucionales para un ecosistema tan viciado.

-Sí, es verdad pero yo sigo creyendo en la política. Y sigo creyendo en los partidos políticos, en las instituciones, a pesar de todo eso. 

Si no es eso, es el autoritarismo. Si no es eso, es el mercado; “el vale todo”. Y yo no creo que esas sean las soluciones. Entonces yo sigo creyendo que el Estado es la solución. Sigo creyendo que las instituciones son la solución y sigo creyendo que los partidos políticos son las herramientas para poder acceder al poder.

-Las últimas: veinte años después, ¿te arrepentís de algo?

-No me arrepiento de nada. Lo que hice es exactamente lo que volvería a hacer. Quedé tranquila con mi conciencia de que hice todo. Y viendo la Argentina de hoy, lo volvería a hacer más que nunca porque si hubiéramos hecho eso muchas veces yo estoy segura de que no estaríamos en la situación que estamos. Porque existiría una ética en la política. Cosa que hoy no hay. No hay costo alguno. Uno puede hacer cualquier cosa y no hay daño.

-¿Sentís que Cromañón sirvió para algo, aunque sea para que no vuelva a pasar?

-Me cuesta pensar las tragedias en términos de utilidad. Sí creo que todo lo que nos pasa en la vida nos viene a enseñar algo. Desde mi perspectiva, le debo a Cromañón haber entendido la lógica del poder a una edad muy temprana y que eso me permitiera tomar decisiones muy sabias que por ahí me hubieran llevado 20 años más en mi vida. Y le debo a Cromañón haberme hecho sentir que había cumplido con mi servicio público de manera honorable. Pero como te decía, la historia es una maestra que tiene pocos alumnos y el Estado no se ocupa de mantener esa memoria viva. Cada vez siento que se pone más laxo y me da miedo eso. Me parece que es muy importante que las nuevas generaciones se sientan cuidadas por el Estado, sin que eso implique que no puedan festejar ni vivir la cultura. Pero que sientan que hay una estructura que los va a cuidar.

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Ornella D’Elia: “El INCAA es autárquico, la idea de querer eliminarlo es ideológico”

La joven actriz opinó que los constantes intentos de atropello del gobierno de Javier Milei contra la cultura son también “una forma de matar nuestra historia”.

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La joven actriz opinó que los constantes intentos de atropello del gobierno de Javier Milei contra la cultura son también “una forma de matar nuestra historia”.


Ornella D’Elia (21) nació en Mar del Plata y creció en Tigre, donde se enamoró de la actuación. Promesa del cine y la TV argentina, a quien comparan mucho en las redes sociales con Angelina Jolie, hoy la rompe en la serie “Camaleón: el pasado no cambia”, donde interpreta a Delfina y comparte pantalla con La China Suárez y Pablo Echarri.

Anteriormente, protagonizó la película Los sonámbulos (2019) y participó en las novelas La 1-5/18 (2021) y Buenos chicos (2023), producidas por Pol-ka. También actuó en La ira de Dios (2022), entre otros proyectos.

-¿Cómo describirías la situación de la industria audiovisual hoy? ¿Creés que está recibiendo el apoyo necesario por parte del Estado?

-Hubo todo un tema inmenso con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). El INCAA es autárquico, la idea de querer eliminarlo es ideológica. Yo creo que hay cosas que van más allá de la financiación. Es una decisión política, es una censura permanente. Con la cultura no se juega así, y es también una forma de matar nuestra historia, porque para muchos es lo que nosotros somos, entonces ahí hay algo más allá político, que es más bien emocional.

-¿Sentís que este momento está más relacionado a decisiones políticas y económicas que con cuestiones artísticas?

-Sí, porque hay personas que se quedaron sin laburo, que tienen hijos, familia, y necesitan seguir adelante. Me importa mucho lo que está pasando con el cine, con mis colegas, mis amigos y la gente que quiero. Deseo que tengan oportunidades, que no la estén pasando mal y que algo que se construyó durante muchos años con tanto amor, esfuerzo y tanta vida puesta en esos proyectos quede completamente desvalido, por debajo de la baldosa.

-¿Cómo cambió la representación de las mujeres en la industria audiovisual?

-Qué difícil esta pregunta. Siento que desde que arranqué a actuar hasta este momento. En mi opinión, el cambio, o por lo menos me veo a mí, es que estamos más plantadas.

-A la hora de seleccionar un proyecto, ¿te inclinás por el guión, el director, el elenco, el mensaje que da? ¿Qué considerás que es lo más importante?

-Me fijo mucho en el guión, porque claramente es lo que va a llevar la historia. Pero también creo en quién está a cargo del proyecto; si me siento cómoda con esa persona, no me importa no conocerla. Si hay algo en su personalidad o en su forma de trabajar que se complementa con la mía, para mí eso es lo más importante.

-¿Cuál fue el proyecto que más te interpeló hasta el momento?

Los Sonámbulos, una película que hice con la directora Paula Hernández, me desafío bastante a nivel personal y profesional. Era una niña y el personaje pasó por un montón de cosas muy fuertes. Cuando leí el guión y cuando lo trabajamos con la directora y con la directora de casting María Laura Berch era impactante leerlo y actuarlo también.

-¿Por qué? ¿Qué recordás de ese personaje?

-No me olvido más que estábamos en el Festival de Mar del Plata, la película había terminado y la gente seguía sentada en la butaca y las mujeres de las primeras filas lloraban. Cuando se levantaron y me vieron, me abrazaron y sentí como cuando una persona está desgarrada y te dice ‘gracias’. No lo podía creer eso. Lo recuerdo como un buen momento, como algo lindo.

-¿Cómo preparás un personaje? ¿Ponés cosas tuyas?

– Siento que todo lo que alguna vez le di a un personaje existe en mí. La actuación tiene eso: te permite encontrarte todo el tiempo con algo nuevo, y ese algo siempre sos vos. Cuando estoy ensayando, en ese momento me pasa mucho que capaz salgo a la calle siendo ese personaje para ver también cómo me mira la gente, o me siento en una plaza para analizar cómo miro y no solamente lo que le pasa a los demás, sino cómo es que voy sintiendo cuando estoy en ese personaje y qué me sucede.

-¿Qué pasa con el después de una escena?

-Yo no puedo hacer una escena y estar desconsolada llorando, o de repente gritando en un ascensor, y cuando el director o la directora dice ‘corte’ que esté todo espectacular. Hay algo que te atraviesa. Y si no sentiste nada, no podés transmitir y eso se ve después cuando mirás una película, serie o lo que sea. Cuando ves a un personaje que está muy emocionado y no está llorando con lágrimas, pero realmente te llega. Eso busco transmitir.

-¿Cómo te llevás con las redes sociales?

-Las redes sociales son muy conflictivas porque nos creemos todo lo bueno y todo lo malo. No son parámetro de nada. Yo estuve con un montón de ataques de pánico y ansiedad, y nadie nunca en las redes sociales se enteró de que estaba pasando por ese momento. Era un espejo de una miserable realidad.

-Te comparan mucho con Angelina Jolie en las redes. ¿Cómo te sentís con eso?

-(Risas) Es verdad, me da un poco de vergüenza porque ella es una bomba, es la mujer más linda, pero no sé si me pasa algo específico.

-¿Tenés algún proyecto que puedas adelantar?

-Sí. Hay estrenos, muchas cosas lindas que todavía no salieron y que las estoy esperando con ganas. Una película de Luis Ortega, una serie y otra película. Después también hay bastantes cosas por apostar en España, que están ahí, pero prefiero ser más prudente con eso.

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Florencia Rodríguez: “Hoy el celular es el tercero en discordia en muchas relaciones”   

La tecnología proporciona acceso inmediato a información, permite formar comunidades y compartir intereses. Sin embargo, su uso excesivo se asocia a una mayor probabilidad de presentar patologías de salud mental.

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La tecnología proporciona acceso inmediato a información, permite formar comunidades y compartir intereses. Sin embargo, su uso excesivo se asocia a una mayor probabilidad de presentar patologías de salud mental.


En la era digital en la que vivimos, la tecnología forma parte del día a día de millones de personas, principalmente de los más jóvenes. Sobre el impacto que tienen las redes sociales, la licenciada en Psicología, Florencia Rodríguez, dice que perjudican las habilidades sociales ya que, cada vez más, “abundan los vínculos virtuales líquidos, superficiales”.

Ella se especializa en parejas, dependencia emocional y adicciones; a la vez que se enfoca en el comportamiento de los más jóvenes y sus vínculos. Además de profesional de la salud, es docente y creadora de contenido desde su cuenta personal

-¿Cómo repercute la tecnología en los vínculos?
-A nivel vincular, cada vez es más difícil conectarse en relaciones cara a cara. Muchos mantienen vínculos virtuales líquidos, superficiales, y desarrollan cada vez menos sus habilidades sociales. Además, logran terminar una relación con tan solo un clic. Hoy el celular es el tercero en discordia en muchas relaciones.

-¿Se puede desarrollar adicción a la tecnología y las redes sociales?

Sí, hoy se habla mucho de adicción a la tecnología. El uso de las redes sociales está generando un gran impacto a nivel personal y vincular. Por un lado, tener varias aplicaciones abiertas en simultáneo y recibir estímulos visuales, sonoros e información, genera un aumento en los niveles de dopamina, ocasionando un vínculo adictivo con el uso de los dispositivos. 

Cada vez se necesita más tiempo en pantalla para generar el mismo efecto, como si fuera una droga. Además de que el uso excesivo de pantallas hace que estemos en varios lugares al mismo tiempo, menos en el presente, en el aquí y ahora. Hoy, vamos a un recital y en lugar de disfrutar el momento, nos preocupamos porque nuestro tema favorito quede grabado en el celular. Entonces, en definitiva, no estuvimos en el recital.

-¿Esto se puede relacionar con patologías como la ansiedad o depresión?

-Sí, totalmente. La repetición de este circuito genera altos niveles de ansiedad y depresión. Todo pasa a ser aburrido fuera de las pantallas, y nos desconectamos cada vez más de nuestros vínculos y de nosotros mismos.

-¿Qué beneficios dirías que tiene el uso de la tecnología?

-El mayor beneficio es que podemos acceder a conocimiento sobre alguna temática específica o a un servicio de calidad desde cualquier parte del mundo. Cuestiones que, antes, para muchos eran inaccesibles. También nos permite estar informados de la realidad y de movimientos de diferentes países del mundo.

-¿Y respecto al ámbito social? 

-En cuanto a lo social, pienso que posibilita el armado de redes de apoyo, contención y también permite compartir intereses. Se generan muchas comunidades a través del uso de la tecnología.

 -¿Cuál es el impacto que tiene el uso de la tecnología en los adolescentes?

-Hoy todo está en internet, los chicos cada vez tienen menos herramientas para resolver problemas cotidianos, ya que no se preocupan en buscar los recursos, obtienen la respuesta rápida en Google. Esto se ve reflejado hasta en las tareas, hoy en día hay muchos docentes que cuando corrigen trabajos prácticos notan que se hicieron con Inteligencia Artificial (AI). En definitiva, se terminan viendo afectadas muchas de nuestras capacidades: el lenguaje, la concentración, la memoria…

-¿Cuáles son las edades más vulnerables para sufrir las consecuencias de un uso indebido?

-Si bien los adolescentes de entre 12 y 16 años son los más vulnerables a los efectos perjudiciales de las plataformas, todos los que no reciban acompañamiento y límites de parte de sus padres pueden sufrir las consecuencias de un uso indiscriminado. Hoy vemos muchos padres ocupados, pero pocos abocados a la crianza o brindando tiempos de calidad.

-¿Cómo debería ser el rol de los padres? ¿Deberían estar presentes o controlar el contenido al que acceden sus hijos? 

-Los padres son quienes deben regular el uso de las tecnologías según la edad. Y, sobre todo, deben enseñar con el ejemplo: si ellos están todo el tiempo hiperconectados, ¿cómo pedirle a sus hijos lo contrario? Deben limitar la cantidad de aplicaciones descargadas en los dispositivos, el tiempo de uso y utilizar las restricciones de edad de cada aplicación. Y también informar y educar para prevenir el grooming.

-Últimamente se está viendo un aumento en los casos de apuestas online.

-Sí, sobre todo en hombres. Cada vez hay más casos de ludopatía y se está dando en edades más bajas. Las aplicaciones de juegos o canales de apuestas virtuales son verdaderamente un problema. Los padres les dan a los hijos el uso libre de la tecnología sin ningún tipo de moderación, y esto los habilita a tomar este tipo de riesgos.

-¿Se observan diferencias entre hombres y mujeres en el uso de las redes y otros entornos tecnológicos como los videojuegos? 

-Sí, las mujeres son más usuarias de las redes sociales. Los hombres también utilizan mucho los videojuegos. 

-¿Por qué creés que se da la diferencia de género? 

Los hombres suelen estar más tiempo hiperconectados porque, en general, son quienes desarrollan menos recursos a nivel emocional, son más evitativos. Y precisamente el celular es una herramienta que les permite evitarse, no conectar con lo que les pasa. También se combina con que son más inmaduros emocionalmente y utilizan los videojuegos para continuar alojados en ese lugar de niños, para evadir las responsabilidades.

-¿Y en las mujeres?

-A las mujeres se les juegan más cuestiones de autoestima a través de las redes. Prevalecen mayormente los sentimientos de envidia y la competencia con otras mujeres, que lleva a una búsqueda constante de aprobación externa.

-¿Aprobación externa en forma de likes?

-Sí. Hace poco Instagram incluyó una opción para no visualizar los likes. Hoy, todo se negocia por un like. La pregunta es: ¿cuál es el límite?


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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Julia Mengolini: “Lidio con el hate desde el año 2012”  

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Agustín Gómez Sanz: “La Revista Lazer era internet sin internet”

El primer redactor de la mítica revista de cómics y anime argentina habla sobre el legado que dejó la publicación respecto del humor y la cultura japonesa. 

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En julio de 1997, Leandro Oberto y Pablo Ruiz, fundadores de la editorial Ivrea, sacaron a la luz la Revista Lazer. La publicación tenía características que la diferenciaban del resto, como por ejemplo, su lenguaje coloquial muy marcado, su humor y, más adelante, el correo de lectores en el que se mantenía una conversación con quienes enviaban sus cartas a la editorial. 

A los pocos números de salida Agustín Gómez Sanz es contactado por Leandro para que, en principio, sea colaborador. Este llamado lo convirtió en uno de los primeros redactores de la revista hasta el año 2006, tres años antes del cierre de la publicación. A su vez, esto desembocó en su temprano ingreso a Ivrea donde se encargó de traducir múltiples mangas al español.

-¿Cómo fue el momento en el que pasaste de escribir un artículo a ser redactor de la revista?

-Leandro necesitaba información sobre los nombres de los personajes de Sailor Moon. Él sabía de mis conocimientos en japonés por lo que me pidió si podía escribir un pequeño apartado. Al siguiente número me pidió dos notas y para el próximo ya escribíamos la revista mitad y mitad.

-¿Era muy difícil conseguir información sobre un producto tan lejano?

-El acceso a la información era muy restringido y esporádico. No había internet prácticamente y la que había era muy lenta. Incluso Windows a veces no sabía cómo interpretar el japonés en las páginas web. Justamente la falta de información sobre el idioma fue el motivo por el cual yo pude entrar. 

-¿En qué se basaban para elegir los temas?

-Tratábamos de estar al tanto de qué se iba a publicar, qué era lo próximo a salir. Había muy pocos estrenos pero teníamos relación con los canales que iban a emitir las cosas. La idea de que alguien pudiera ver una serie completa de punta a punta en ese entonces era muy extraño así que nos encargabamos de brindar las guías de capítulos.

-¿Y la elección de los especiales en qué se basaba?

-La idea de los especiales surge porque las notas primero se hacían de a pedazos. Llegabas a contar la información que había hasta el momento que escribías pero con el paso del tiempo quedaba obsoleto y había que hacer una nota más del tema. Nos dimos cuenta que podíamos compaginar todo en una revista especial. Al principio surgió como un rejunte. Después fue más hacer una enciclopedia que incluya todo lo referido hasta el momento.

-Dentro del humor que manejaba la revista se usaban muchas imágenes con texto simple, ¿podrían considerarse los primeros memes?

-Yo me fui haciendo cargo de la parte humorística de la revista. Contaba con una carpeta que tenía millones de imágenes sobre Japón entonces surgió la idea de crear una sección que sea la imagen con un epígrafe y se empezaron a dar chistes recurrentes. No creo que sean los primeros memes pero si es un poco lo que hoy es el lenguaje de internet. 

-¿De dónde surge el característico lenguaje coloquial que usaban en la revista?

-Era una decisión editorial muy fuerte. Una regla que habíamos marcado para todos los redactores junto con el no hablar en primera persona. La idea era hacer una nota objetiva, sin decir qué te gusta y qué no, como si te la estuviera contando un amigo.

-¿Sentís que la revista influyó en el crecimiento de la cultura japonesa en el país?

-Todos los que formamos Lazer estábamos ubicados en un momento específico y preciso que generó que la Lazer sea internet sin internet. Servimos para dar a conocer y masificar, pero no podemos decir que el crecimiento fue por lo que nosotros hicimos. Quizás si no estaba la Lazer pasaba igual. Fue más una sincronía que una causa y efecto. Es innegable que hubo una explosión de la cultura japonesa; y si ayudamos a que eso pasara, fantástico. Pero no somos una de las razones por las que eso sucedió.

-¿Llegaron a tener impacto fuera de Argentina?

-Llegaban cartas tanto de acá como de otros países de Latinoamérica. Nos planteamos cómo sería publicarla afuera, pero lo que hacía especial a la revista era esa personalidad que uno sentía que conocía a la persona con la que estaba hablando. Si la publicabamos afuera había que hacerlo con gente local que diera justamente esa localidad.

Primera edición de la Revista Lazer del 7 de julio de 1997.

-¿Cómo era el proceso para elegir qué cartas de lectores se publicaban?

-Leandro recibía las cartas y se fijaba qué podía funcionar más en el “Correo de lectores”. La idea era que se dé una conversación. No se censuraba nada. Se buscaba qué era lo más interesante que podía surgir tanto por la carta recibida como por la respuesta que se le pudiera dar en la revista.

-¿Cómo lograron sobrevivir a la crisis del 2001?

-Para Lazer no fue un problema en el sentido de que la información seguía estando disponible mientras hubiera fondos. Gracias a que Ivrea publicaba mangas en España podíamos seguir editando sin problemas acá y, además, la revista en ese entonces tenía un éxito bastante grande.

-¿Influyó la censura que solían recibir los animes en la televisión a la hora de informar sobre los mismos?

-Nosotros mostrábamos lo que no se mostraba en la televisión. Era una forma de mostrar la diferencia cultural, el mostrar que allá se veían cosas que acá la gente se volvía loca por tapar u ocultar y no pasaba nada. Era mostrar cuál era el producto original.

-¿Llegaron a tener problemas por derechos de autor o por licencias?

-En esa época se podía publicar mientras dijéramos que los derechos eran reservados e indicar a quién le pertenecían. Podíamos movernos un poco más sueltos siempre y cuando este ese disclaimer en los créditos dando a entender a quien correspondían las imágenes pero no, no se pagaban derechos.

-Si la revista Lazer se publicará hoy, ¿qué crees que sería diferente y que podría mantenerse igual?

-Nada podría ser lo mismo, hacerla de igual manera hoy no tendría sentido. Todos los temas que nosotros tratábamos de volver mainstream son el mainstream de hoy en día. El problema ya no sería la información sino cómo presentarla y qué información elegimos contar. 

La información es tanta hoy en día que dejó de ser lo importante. El juego hoy está en crear un contexto. Conectar y explicar las referencias que contextualizan. La información está en todos lados, darle contexto sería el servicio hoy en día. Habría que darle una vuelta de rosca a los datos que ya existen dando vueltas.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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