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Meléndez, el peruano que llevó su “ballet” a la Bombonera


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Cautivó a todos los que lo vieron jugar y fue campeón de América en 1975. Llegó a tener su propio cántico. Fue ídolo de Boca y llegó a ser aplaudido por la gente de River.


Su estilo de juego era distinto al que se acostumbraba en los años 60 y 70. Quizá porque eran épocas en las que los defensores –en especial los centrales- se encargaban de interceptar a los rivales mediante el contacto físico. Pero Julio Meléndez Calderón recurría con sutileza para evitar colisionar con los contrincantes y apoderarse de la pelota. Era alguien que no usaba esa forma de juego para lucirse, sino que lo hacía para no lastimar a nadie porque para él todos en la cancha se ganaban la vida con el fútbol, entonces, lesionar al contrario significaba hacerle perder tiempo en su oficio. De hecho, su mayor miedo fue que la gente lo reconociera en la vía pública y lo señalaran como el futbolista que lesionó o fracturó a un colega. Consideraba inaceptable lastimar al otro. Esa precaución que tuvo en el campo de juego lo llevó a ser reconocido por los hinchas, sobre todo los de Boca Juniors, club con el que fue campeón en tres oportunidades e ídolo.

Lo cierto fue que Meléndez llegó al corazón de la hinchada azul y oro: La 12. Los hinchas boquenses se encargaron de entonar las estrofas de un cántico que iba dirigido al peruano y sus exquisiteces: “Y ya lo ve/ y ya lo ve/ es el peruano y su ballet”. Siempre se lo recibía con una lluvia de aplausos, aun la gente de River. En varios Superclásicos escuchó los halagos de los fanáticos de los dos equipos. Esas aclamaciones no sólo se las ganaba por su coqueto estilo, sino también por su humildad.

Con respecto a su apariencia, se trataba de alguien que rondaba el metro con 85 centímetros de estatura. Conocido como “el Negro”, no era corpulento, pero sí contaba con un cuerpo cuyas dimensiones se asemejaban a la de un atleta. Tal es así que lo ponía a prueba a la hora de desarrollar piques para alcanzar el balón antes que los atacantes adversarios.

Roberto Rogel, compañero de Meléndez en Boca entre 1968 a 1972, detalló para Eter Digital las cualidades del peruano: “Tenía unas características y condiciones técnicas bárbaras. Físicamente, tenía una velocidad excepcional. Y lo ponía en práctica cuando había un pelotazo largo y a él le tocaba salir a cruzar a algún jugador. En esas instancias, impresionaba”. Además, el mendocino volante central contó que, en un enfrentamiento ante el Millonario, en la Bombonera, el local presionaba sobre el arco visitante. “De pronto -expresó Rogel-, salió un rechazo hacia el costado izquierdo para Oscar Más. Pinino picó para buscar la pelota y Meléndez, quien tenía que evitar el contragolpe, resbaló con la marca de cal de la cancha.  Aun con ese retraso, logró llegar al área grande por delante de Pinino”. El recuerdo de su compañero dejó en manifiesto la destreza del Negro Meléndez.

Nacido el 11 de abril de 1942, en la ciudad de Callao de Perú, su carrera como profesional empezó en Defensor Lima, en 1961. Al año siguiente, pasó a KDT Nacional. En el 63, llegó a Sport Boys, donde permaneció dos temporadas. A mediados de la década del 60 se trasladó a Defensor Arica. En 1968, salió del fútbol peruano para desembarcar en Argentina. Allí firmó con Boca y consiguió sus únicos logros deportivos –a nivel de clubes-: dos campeonatos Nacionales (1969 y 1970) y la primera edición de la Copa Argentina del 69. Su alejamiento del Xeneize se produjo en 1972 para retornar de nuevo a su país y jugar en Defensor Lima. En 1973 pasó a formar parte del plantel de Atlético Chalaco. Un años más tarde, se cambió a Unión Tumán y en el 75 fichó por el Club Juan Aurich. Finalmente, en 1978 se fue a León de Huánuco, equipo en el que colgó sus botines un año después.

A nivel selecciones, no pudo participar del Mundial de México 1970 porque por aquella época Perú no acostumbraba a convocar futbolistas que jugasen fuera de su territorio. Justamente, Meléndez estaba en Boca. Pero un lustro más tarde se dio el lujo de levantar la Copa América de 1975, torneo que no ganaba su país desde 1939.

En la actualidad, tiene 82 años y es un personaje muy reconocido. En los últimos años ha sido homenajeado por el Xeneize y, además, por Alianza Lima, equipo en el que no le tocó jugar. Más allá de su carrera y sus logros, es considerado uno de los mejores jugadores que dio su nación. Meléndez es, sin duda, un personaje que tuvo una personalidad tan hábil como sus dotes futbolísticos. Esas virtudes le sirvieron para llegarle al sentimiento de cada aficionado.


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