SOCIEDAD
Continúan activas 1.777 búsquedas de niños, niñas y adolescentes en Argentina
El caso de Loan Danilo Peña activó la Alerta Sofía (Ministerio de Seguridad) y cautivó a la sociedad y a los medios por la todavía falta de claridad sobre su paradero a meses de su desaparición.

El caso de Loan Danilo Peña activó la Alerta Sofía (Ministerio de Seguridad) y cautivó a la sociedad y a los medios por la todavía falta de claridad sobre su paradero a meses de su desaparición.
Corrientes celebra cada 13 de junio a San Antonio, el santo patrono de los objetos perdidos y de las mujeres estériles, los pobres, viajeros y albañiles. El mayor hacedor de milagros de todos los tiempos.
En la pequeña localidad correntina de 9 de julio, después del almuerzo, un grupo de chicos y tres adultos van al monte a buscar naranjas. Todos regresan, menos uno: su nombre es Loan y tiene 5 años.
A tres meses de su desaparición, nombrarlo en presente comienza a dar escozor, una duda culposa y triste. No hay ningún rastro. Tampoco una hipótesis firme sobre su destino. Ninguna certeza, solo que no se lo ha robado el monte. Pero, el calendario de desapariciones de niños, niñas y adolescentes no comenzó ni se detuvo este 13 de junio.
En junio había en Argentina 1.777 causas de búsqueda activa de acuerdo a los datos del Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas. Un dato duro, estadístico, que el ex Jefe de Gabinete, Nicolás Posse, ratificó en su primer informe frente al Senado en mayo de este año.
Datos. La sonrisa limpia de la esperanza inocente, la escuela, los juegos, la mirada iluminada y amplia de la infancia, se transforman en datos. Datos y un mismo viacrucis que se repite y se desgasta hasta perderse.
Una foto pixelada en la boleta de un servicio público. Una efeméride. Un cartel en la vía pública. La suerte excepcional de la obsesión mediática. Una familia abrazada por el asombro del dolor, que no para de repetir que busca y espera. Una madre, un padre, un hermano, una hermana, un tío, una tía, una abuela, un abuelo que sufre en silencio. Un grito sordo que se ahoga en la estridencia del abandono y la costumbre. O sencillamente, nada.
***
Ana Rosa Llobet tiene la voz pausada, el discurso suave y firme que recuerda a las directoras de escuela a la vieja usanza. Es Presidenta de Missing Children Argentina, la asociación civil que, en el último mes, incorporó nueve nombres más al listado de chicos perdidos:
- Facundo Alexis Cejas, 17 años, Moreno, Buenos Aires. Falta desde el 27/06/2024.
- Candela Anahpi Rojas, 14 años, Ensenada, Buenos Aires. Vista por última vez el 29/06/2024.
- Elian Yair Karle, 11 años, Florencio Varela, Buenos Aires. Falta desde el 5/07/2024.
- Brisa Anahí Visentti, 16 años, Santa Fe. Falta desde el 07/07/2024.
- María Jazmín Alexandra Pistone, 14 años, Salta. Falta desde el 10/07/2024.
- Luz Victoria Arce, 16 años, Neuquén. Vista por última vez el 15/07/2024.
- Cinthia Lorena Moirenda Rivero, 16 años, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Falta desde el 14/07/2024.
- Morena Guadalupe Zaball, 15 años, Moreno, Buenos Aires. Falta desde el 21/07/204.
- María Luciana Carrizo, 11 años, José C. Paz, Buenos Aires. Vista por última vez el 22/07/2024.
“No hablamos de los nenes desaparecidos en el país, porque los nenes desaparecidos en el país son muchísimos, solo podemos hablar de aquellas búsquedas que nos llegan a Missing Children Argentina”, dice Llobet en una entrevista de hace tres años.
Ella cuenta que los chicos que se han perdido y que ellos tienen en sus archivos suman casi 18.000 desde 1999. El 95% de esos casos han sido resueltos, por lo menos hemos sabido qué pasó. “Algunos han fallecido, pero sobre la gran mayoría ha habido resultados positivos. Repercusión, obviamente, han tenido los casos en los que se ha activado la Alerta Sofía como en el caso de Guadalupe Lucero”, comenta.
Sofía Herrera en Tierra del Fuego, con 3 años de edad, y Guadalupe Lucero en San Luis, con 5 años, tienen algo en común con Loan. Además de la ausencia, ambas estaban jugando el día que desaparecieron. Las manos pequeñísimas de Sofía juntaban ramas en un camping, para ayudar a su papá a armar un asado. Guadalupe pasaba la tarde con sus primos.
Los padres de Sofía la buscan desde hace 16 años. Guadalupe lleva tres años desaparecida. Como en tantos otros casos, hubo idas y venidas; denuncias falsas e investigaciones desordenadas, poco claras e indolentes.
La voz de Llobet se afina y se enardece hacia el final de las frases: “En Missing Children no podemos tener acceso a las investigaciones, por lo tanto, no podemos saber más que lo que se dice en los medios”.
“La existencia nuestra ONG tiene que ver con las fallas del Estado. Ojalá no tuviéramos que existir. Cubrimos el vacío que deja el Estado. Las fallas en el funcionamiento de los protocolos de búsqueda son gravísimas. No se entrecruzan datos. No es que las personas a cargo de esa tarea sean inhumanas, es que están desbordados, no hay recursos, los empleados no dan abasto”, lamenta.
***
Los niños dejan de ser niños y los adolescentes se vuelven jóvenes adultos tan rápidamente que hemos logrado, en una frase resignada y coloquial, encerrar todo lo que representa el implacable paso del tiempo: “Los chicos crecen”.
Solo que algunos crecen en el imaginario de aquellos que los esperan. Sus rostros cobran el rictus mecánico de una tecnología que intenta recrearlos, adivinar cómo se verían y traerlos cerca en una imagen para hacer posible la búsqueda, porque están desaparecidos hace más de 20 o 30 años.
Para esa esperanza sostenida, también hay un registro. “Son unos 40 chicos que se perdieron siendo menores y ahora son adultos. Figuran en un sector de nuestra página que se denomina ‘Ya son mayores, pero siguen en búsqueda’, a dónde se pueden ver los nombres, las fechas y los lugares en los que se perdieron. De todos esos chicos, no hemos recibido nunca más una respuesta de nadie”, explica Llobet sobre la sección designada en su sitio web.
Entonces, siguen siendo casos a resolver que la ONG sostiene porque auguran que, en algún momento, alguien puede aportar información que al menos ayude a entender “qué es lo que les pasó”.
¿Qué les pasó? ¿Por qué les pasó? ¿Cómo puede ser? Estas preguntas son solo algunas con sus especulaciones y sus variantes que habitan las filas del supermercado, las conversaciones casuales en un colectivo, en un cruce de vecinos en la cabeza de cada uno que se acuesta a descansar al abrigo de un hogar en calma.
De pronto, todos los relatos siniestros son posibles. Todo lo imaginable es real. Pero, lo aterrador no está dentro de los libros de cuentos, está entre nosotros. Tan cerca de nosotros que no lo vemos. Acecha lo más preciado, lo toma, se lo lleva, y ya no lo vemos más.
Del horror al dolor y del dolor a la desesperanza. El olvido llega de la mano del hastío que genera la costumbre. Las pantallas cambian de agenda, los folletos con sus rostros se despegan de los postes en las calles, lo cotidiano se apodera de todo y como cada 13 de junio, San Antonio -el patrono de los objetos extraviados-, no recuerda su destino.
Para denuncias, datos de chicos perdidos o información general envía un correo a info@missingchildren.org.ar, llamá al teléfono 0800 333 5500 o envía un mensaje al 11 4157 3101. También podés comunicarte con el Ministerio de Justicia al 142, 0800-122-2442 o escribir al correo electrónico juschicos@jus.gov.ar
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
Además en ETER DIGITAL:
La Argentina despide las políticas de Derechos Humanos
Entre disparos: el desafiante mundo de la infancia en Israel-Palestina
SOCIEDAD
“La Catedral de Francisco”
Cientos de fieles dejaron sus oraciones y ofrendas en el templo que vio pasar a Jorge Bergoglio como cardenal primado de Buenos Aires. Cómo fue la despedida al “Papa de los pobres”.

A esa hora en la que Plaza de Mayo se deja ganar por la noche y los autos iluminan junto al alumbrado público, las escalinatas de la Catedral Metropolitana se convirtieron en un altar urbano. Velas encendidas, otras ya derretidas; ramos de flores frescas apoyados sobre las columnas que tienen pegadas banderas argentinas y papales, rosarios, estampitas, camisetas de San Lorenzo y cartas escritos a mano. Sobre Rivadavia, un retrato en tiza del Papa decora el asfalto como si su figura emergiera desde ese suelo que alguna vez lo vio caminar.
Detrás de las cámaras de TV de los medios nacionales e internacionales, y de los vendedores de recuerdos sobre las escalinatas, hay un murmullo bajo que envuelve. Gente que reza, que conversa en voz baja o que simplemente está. Turistas, creyentes, algunos que no se identifican con ninguna fe. Todos llegaron allí por alguna razón. Edgardo y Jazmín, una pareja peruana que observa en la entrada de la Catedral, comenta que estaban de visita cuando sucedió la muerte del sumo pontífice. “Era muy humilde, incluso ahora, en su despedida. Esperamos que el próximo Papa siga su legado, pero sabemos que en nuestra vida no veremos otro latino”, dice ella.

Unos pasos adentro del templo, un perro callejero duerme justo debajo de la cartelera que anuncia las misas y ceremonias especiales a la ocasión. No estorba el paso. La gente lo rodea, lo mira e incluso le toman fotos como si también él formara parte de esta escena serena y devota.
Adentro, el ambiente se vuelve más íntimo. Los pisos de mármol y las paredes macizas contienen la emoción de quienes ingresan. Aquí ya no hay medios de comunicación ni vendedores ni ruidos molestos. Solo pasos lentos y un murmullo que acoge.
Al final del pasillo de la nave principal, a pocos metros del altar donde Bergogliocelebraba misas, un escritorio exhibe un libro abierto. La gente se acerca a firmarlo, a dejar un mensaje, una oración. Al lado hay un cartel escrito con letras simples: “Francisco. Recibir la vida como viene”. Detrás, custodiado por cadetes de la Policía Federal vestidas de gala, un cuadro del Papa con su tradicional túnica blanca y su cruz plateada. Al costado, la mitra y el báculo que él utilizó cuando era cardenal primado de Buenos Aires. Todorodeado de coronas de flores blancas sobreel piso.
Frente a ese altar se detiene Daniel, un joven brasileño que también reflexionó con ETER Digital sobre los desafíos del porvenir: “Francisco fue un hombre del futuro que luchó por los que no tienen voz. No creo que haya otro como él. Quien lo suceda tiene una tarea inmensa: sostener un legado difícil de olvidar”.
Sentada sobre los viejos bancos de madera, una mujer llora hasta con el cuerpo. Se tapa la cara mientras a su lado un hombre la abraza y un niño mira sin entender demasiado. La imagen se repite varias vecesen otros bancos: la del duelo compartido en familia y entre generaciones.
A pocos metros, tres hombres se detienen frente al mausoleo de José de San Martín, que esta vez tiene menos protagonismo que de costumbre. Hoy todos los ojos y gestos parecen estar dirigidos a Francisco.
El reloj se acerca a las 20 cuando los policías que rondaban por los pasillos anuncian el cierre de la Catedral. Pero afuera el recuerdo sigue. Una señora mayor, de pelo corto rojizo y mirada vivaz, camina con paso seguro hacia un móvil de televisión: es conocida como “La Señora de los Velorios”. Pero esta vez no vino exclusivamente por eso. “Yo vine hoy por él. Era una persona muy humilde. En las misas de San Cayetano saludaba uno por uno sin importar la cantidad” de gente que hubiera, recuerda. Orgullosa de que haya sido argentino, Mari reivindica la relación del Papa con su Patria: “No me molestó que no volviera a Argentina. Su misión acá ya estaba cumplida”.

La Catedral Metropolitana, la Catedral del Papa, no parece estar triste sino más bien emocionada, como si supiera que Francisco no se irá del todo. Que lo que deja no cabe en una tumba sino en los gestos, palabras, luchas y convicciones que muchos fielestomarán como bandera.
Desde la vereda hasta el altar, este lugar que alguna vez fue la casa de Bergoglio hoy vuelve a serlo. Por una noche al menos. O al menos por esta despedida, por la historia que empezó en estas baldosas donde ahora se vuelve a rezar por él.
SOCIEDAD
Sabe la Tierra: comunidad, sostenibilidad y compromiso
La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.

La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.
Va cayendo el sol en el Parque Las Heras y la primavera se hace notar con su típica brisa de la última hora de la tarde. La esquina de French y Coronel Díaz es una postal de domingo: en el frente se alzan los puestos de la feria de consumo consciente más famosa de Buenos Aires, con sus toldos blancos y sus características mesas forradas de arpillera en las que se lee su emblema: “Sabe la Tierra”.
De fondo, el atardecer. La calesita que completa el cuadro da sus vueltas finales despidiendo a los niños que ríen y juegan hasta el último minuto antes del cierre. Los feriantes siguen vendiendo. El ambiente huele a fruta, a inciensos, a la vainilla de los postres caseros que ofrece uno de los puestos. Cada sección tiene sus olores, sus colores y sus sabores, según los productos que ofrecen, y son tan intensos que parecen elaborados para que los consumidores puedan llevarse un pedacito de naturaleza a sus hogares citadinos.
Seguramente cuando Angie Ferrazzini pensó este espacio que uniría a pequeños productores, emprendedores y artesanos para conectarlos con el público, no se imaginó que terminaría gestando toda una propuesta cultural que ofrecería desde mercados itinerantes que recorren la ciudad hasta talleres de cocina y horticultura.
Hoy, quince años después, la creadora de esta organización cuenta que Sabe la Tierra recibe cada mes alrededor de cincuenta mil personas en los más de cincuenta mercados y festivales que se presentan en diferentes barrios y ciudades. “Somos un equipo de 30 personas que creemos en otra forma de producir y de consumir”, contaba en la Charla TED que presentó en Necochea en 2023.
Y agregó en esa presentación: “Se me ocurrió crear un mercado de productores donde se pudieran encontrar los productores con los consumidores, promover el bien común y generar lazos de confianza. Esta fue la idea inicial para el proyecto hace 20 años”.
Como suele suceder con los grandes soñadores que cambian realidades, Angie comenzó a vivir su sueño en su propio jardín: no contaba con el capital necesario para sostener una gran exposición en un centro de convenciones como habría querido por ese entonces, pero eso no la detuvo. Con el propósito firme y la visión clara, esta exponente de la cultura naturista convirtió su casa en el espacio que sostendría el puente entre las dos puntas del mercado sustentable: productores y consumidores. Hoy, ese mismo puente se extiende a lo largo de trece locaciones distribuidas por todo el país.
“Venimos porque nos gusta comprar productos orgánicos y porque nos encanta el ambiente de la feria”, dice Candela, una joven que pasea con su familia y se detiene en cada stand observando con atención los productos exhibidos. Como ella, muchos de los clientes que visitan el lugar son fieles a la filosofía de la organización, que tiene seguidores desde sus inicios, cuando solo podía encontrarse en su primera locación formal: la estación San Fernando del Tren de La Costa. Desde allí fue expandiéndose como lo hacen los fenómenos culturales cuando saben atender necesidades sociales.
Más de mil puestos de trabajo generados demuestran que Sabe la Tierra no es solo un modelo de consumo responsable, sino también de economía sustentable. Este mercado consciente abre sus puertas para que cualquier emprendedor pueda desarrollarse y ofrecer productos de calidad. Tal es el caso de Luisa, el talento detrás de los mejores tequeños de la zona, que cautivan paladares de todas las edades en la carpa de comida venezolana.
Luisa recibe a las personas que se detienen en su mesa con una amabilidad especial, invitándolos a degustar un bocadito de empanadas típicas de su país. Con una sonrisa amplia acompaña el son caribeño que lleva en el habla. Cuenta que vive en Argentina hace cinco años y que forma parte de la feria hace tres; y que gracias a este espacio es capaz de mantener a su familia y que incluso pudo pagar un viaje de visita a su entrañable Caracas.
“La feria nos cambió la vida. Estamos agradecidos por esta fuente de trabajo que nos permitió lograr la anhelada estabilidad económica”, afirma emocionada. Esta emprendedora, que supo sobreponerse a los embates de la expatriación e insertarse en el mercado laboral de nuestro país a través de su vocación en la cocina, es un ejemplo del impacto que tiene en los trabajadores este espacio de comercio justo y consciencia. Para esta comunidad, los valores agroecológicos y el compromiso fueron la clave del crecimiento.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
Además en ETER DIGITAL:
Consumo de alimentos procesados: el tabaquismo del siglo XXI
SOCIEDAD
Cómo fue la toma de estudiantes en defensa de la UNTREF
En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.

En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.
“Universidad tomada” advierte una bandera en la puerta de la Sede Lynch de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). Son las ocho de la noche de un miércoles de octubre en el barrio de Sáenz Peña y la vereda de la sede abunda de información.
Una clase abierta donde los alumnos sentados en ronda en pupitres azules escuchan atentamente al docente. A metros, estudiantes se reúnen distendidamente algunos de ellos con sus mochilas, mientras otros cargan bolsas con acolchados y sábanas para pasar la noche en su casa de estudios.
La UNTREF se encuentra tomada con vigilia hace exactamente siete días luego de la Resolución Interclaustro -realizada el 10 de octubre de 2024- donde participaron docentes, no docentes, estudiantes y graduados.
La decisión fue una toma organizada que garantice la continuidad de las clases y que incluya un plan de lucha para visibilizar el reclamo presupuestario por las universidades nacionales. “Estuvimos todo el fin de semana organizando el cronograma, nos acostamos a las 4 de la madrugada para levantarnos a las 7”, comenta Lucho Borzatto, estudiante de la Licenciatura en Logística e integrante del centro de estudiantes.
A lo lejos se escuchan los murmullos de otra clase abierta que sucede en el sum del edificio, donde se encuentran el buffet y la fotocopiadora. Las luces son tenues porque el docente proyecta diapositivas para el desarrollo de la clase. En simultáneo, alumnos salen de sus aulas, algunos vuelven a sus hogares, otros se reúnen en allí o en la vereda para pasar parte a sus compañeros sobre su desempeño en los parciales. Las paredes del establecimiento aún conservan afiches pegados de otras cátedras y no faltan los carteles con consignas como “No caímos en la universidad pública, la elegimos”.
“La gente camina como un caballo por acá, no habitamos la universidad, muchos venimos a cumplir, siento que eso está cambiando”, comenta Lena Blanco, estudiante de la Licenciatura en Gestión del Arte y la Cultura mientras toma el último sorbo de mate. Está sentada delante de la bandera de su carrera que pintaron para la Marcha Federal Universitaria de abril. Además, expresa su sorpresa al ver la cantidad de carteles pegados en las paredes: “Antes no se podía poner nada, no encontrabas ninguna expresión más que las típicas que hay en los baños”.
Alrededor de 200 alumnos de la UNTREF se organizaron y formaron comandos divididos en distintas áreas. “Tomar la universidad no es joda”, indica Lucho y agrega: “Requiere de mucho trabajo y sacrificio”. Y así es, los comandos se dividen por área: prevención y logística, agenda cultural, documentación audiovisual, comidas y alimentos, higiene, prensa y comunicación, entre muchas más. De esta forma, se suman a los cientos de miles de estudiantes involucrados en el plan de lucha a lo largo y ancho de todo el país.
A partir del veto del Presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, las tomas en las facultades brotaron como pasto después de la lluvia. Un relevamiento de la FUA (Federación Universitaria Argentina) indicaba en ese entonces que ya eran más de 30 edificios tomados, mientras que asociaciones civiles como Argentinos por la Educación afirmaban más de 80.
Incluso fue un momento donde algunas universidades fueron tomadas por primera vez, como fue el caso de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). La amenaza por el desmantelamiento de las universidades nacionales puso en alerta a todos los estudiantes en cada rincón del país y los convocó a organizarse para defender su futuro.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
Además en ETER DIGITAL: