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Kiki Petrone: cómo reinventar el veganismo desde el arte


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Con la sonrisa y buena onda que lo caracteriza, Christian Petrone, también conocido como “Kiki” contó cómo comenzó su carrera laboral en el stand up para después experimentar en otras ramas como la locución y la música, de vez en cuando usa estas herramientas para impulsar su lucha por el activismo vegano.


Con casi 40 años, Petrone es conocido como Kiki desde su infancia: “Mi hermano me empezó a decir así desde muy chico, a él no le salía  decir Christian por la fonética del CR, entonces me decía Kiki, y a él le decía Tatán. En un momento éramos Kiki Tatan, como un dibujito animado. Su apodo no perduró, pero el mío se extendió a la familia. Luego de unos años el apodo desapareció, pero cuando empezó con su carrera en el stand up, uno de sus primeros monólogos fue sobre “sentirse inmaduro en los veintitantos” y allí, se dio cuenta de que encontró una voz. En ese momento “Kiki” se volvió su nombre artístico y lo usa también para su día a día.

Cuando terminó la secundaria comenzó a estudiar ingeniería en sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), pero no se sintió a gusto con la carrera. A pesar de que no era mal alumno, no le gustaban las materias que cursaba y mucho menos las que le seguían, notaba que sus compañeros estaban entusiasmados mientras él sentía que no estaba haciendo lo que le apasionaba, sumado al desgaste del viaje de la facultad a la casa y viceversa.

Su amor por la actuación comenzó en el ida y vuelta en el 114 que compartía con muchos compañeros y compañeras de curso de la UTN: “Nos veíamos seis veces a la semana, o sea, nos cruzábamos de lunes a sábados y viajamos en el bondi, yo lo disfrutaba mucho, siempre contaba chistes y boludeaba, no tenía una formación en cuanto a hacer humor, pero sí me gustaba hablar, contar anécdotas, que se rieran y demás”. 

En esos momentos que quizás eran simples y del día a día, Kiki se dio cuenta de que disfrutaba mucho la comunicación y el expresarse, cosa que se perdía cuando entraba a cursar las materias de su carrera y aseguró que disfrutaba más el viaje que el camino universitario que recorría en ese momento. Desde allí, su profesión fue hacia otro camino.

Su nueva odisea lo llevó al resultado actual de su trabajo y personalidad. La primera escuela de actuación que asistió fue El Farabute, a partir de ahí se fue formando como actor, comediante y estrella de stand up. 

Último unipersonal realizado por Kiki. Fuente: Quiero Stand Up!

A pesar de que su creatividad humorística y un escenario rodeado de gente sea algo que lo apasione, admitió que es muy difícil poder vivir de eso, a tal punto que siempre necesitó de varios trabajos para poder sustentarse económicamente mes a mes. 

“Hago mucho a la vez, la verdad es que el stand up nunca fue una carrera en la que yo me concentré al 100%, fui haciendo otras cosas siempre. Entonces, mientras hacía stand up también realice unipersonales, he actuado con otros comediantes. He estado en shows masivos y en shows más pequeños, narra rememorando aquellos años.

Aunque nunca fue una carrera lineal, en todo lo que hace, desde dar clases, conducir un evento o hacer música, el humor siempre lo caracteriza y lo utiliza como una red y para no perder la práctica.

De la comedia a la música: un nuevo camino

Su incursión en el mundo del rap comenzó casi por accidente en el año 2014, durante las “ranchadas” que hacía con otros comediantes emergentes como Grego Rosello, Lucas Lauriente y Lucho Mellera luego de volantear en Paseo la Plaza para promocionar sus shows. Birra vá, birra viene, surgió la idea de improvisar arriba de bases musicales que buscaban en YouTube, esto lo llevó a darse cuenta de que tenía una habilidad para rimar y recordó que en la primaria solía escribir poesía y lo usó a su favor.

Lo que quizás comenzó como un juego se convirtió en un nuevo descubrimiento que lo conectó con figuras como Alejandro “Papo MC” Lococo y Gonzo y hasta el día de hoy usa este recurso para sus monólogos de stand up.

“La banda de Kiki” nació también de una manera muy espontánea, cuando en  una manifestación en Plaza de Mayo se encontró con un músico al cual seguía en redes y que luego sería su amigo. Después de coincidir en algunos lugares, decidieron grabar algunas canciones juntos y casi sin planearlo, se vio en la conducción de un proyecto que mezclaba el humor con la música. Y así fue como comenzó su carrera.

En una de estas condiciones, un productor lo vio en uno de estos eventos y surgió la idea de armar una banda de cumbia para eventos, donde su rol no sería solo el de cantante, sino también el de animador, donde pudiera aprovechar su talento para interactuar con el público. Tampoco soy el mejor cantante del mundo, digamos que canto afinado y me gusta, pero además tengo la charla con la gente y eso es lo que más me gusta, el ida y vuelta”, asegura.

Su inicio en el veganismo

Su relación con el veganismo comenzó hace 6 años, cuando “hizo un clic de varias cosas que había vivido” después de experimentar varios sucesos que fueron determinando su cambio en la alimentación y su forma de pensar.

Kiki comentó que su primera inquietud ocurrió mientras trabajaba como asistente de dirección en una obra de teatro del “Reino de Maria Elena Walsh”. La escena que quedó grabada en su memoria es en la parte que cantan “La vaca de Humahuaca”, donde mostraban al animal de una forma humanizada donde iba a la escuela y le hacían bullying: “Estos niños están cantando sobre una vaca, la ven y la quieren acariciar y después se comen un churrasco”.

Su segunda mala experiencia ocurrió cuando trabajó durante una semana en Mar del Plata, en la cual recibió hospedaje por parte de su compañero de freestyle Papo, que vive en la ciudad. “El chabón me llevó a comer afuera varios días y en todas las comidas había carne. Después del viaje volví asqueado”, explicó sobre lo que él creía era un hecho aislado.

El hecho que rebalsó el vaso fue cuando estaba en la casa de su pareja viendo el noticiero mientras se transmitía una exposición de animales en la rural. Él no podía dejar de pensar en el hecho de que esas vacas estaban siendo expuestas para vender y luego consumir. Al ver la picada de jamón y queso que había en su mesa se replanteó sus ideales y su manera de ver a los animales.

Comenzó siguiendo una dieta ovolactovegetariana, la cual excluye alimentos de origen animal a excepción de los derivados de la leche y el huevo. Mientras daba sus primeros pasos, Kiki debatía con diferentes amigos que seguían una dieta vegana y empezó a entender que no es solamente un hábito alimenticio, sino que es un movimiento ideológico el cual afecta a varios aspectos de la vida como la propia alimentación como también la ropa y la cosmética que se utiliza.

Mientras asistía a marchas que apoyaban al veganismo conoció a Gustavo, con quien empezó a hacer colaboraciones en su proyecto “1bandita” en el que realizaron varios reels para Instagram y un videoclip musical titulado Mama Teresa, en el que Kiki prestó su voz y realizó la instrumental del ukelele. Además, realizó la conducción de varios eventos que organiza la propia banda. “Kiki Petrone más que un amigo es un hermano”, exclamó Gustavo.

También mantiene un emprendimiento de comida vegana llamado Tauro vegan food. Este proyecto lo fundó en 2020, ya que no tenía un trabajo estable por culpa de la pandemia y empezó a realizar empanadas veganas hechas con plantas. Actualmente, vende sus productos a pedido por mensaje privado y en varios bares dedicados al teatro.

Emprendimiento gastronómico de Kiki

Kiki es la clara representación de que uno no necesariamente debe estudiar carreras que tengan un futuro con proyección a ganar todo el dinero posible. Al darse cuenta que le gustaba el arte, un conocimiento poco valorado, con el simple hecho de establecer vida social con sus pares de estudio, tal vez ahí esté la clave del éxito, seguir lo que uno lo apasiona en pos de lo que le hace bien, él transmite esa enseñanza. Manifiesta su arte como la persona creativa que es y con la sensibilidad que lo caracteriza, demostrado en el dolor que tiene al ver carne, y el rechazo que le produce pensar que se comen a seres vivos como una vaca o un cerdo.


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