Los Juegos Olímpicos de París 2024 marcaron un antes y un después en la historia del deporte, presentándose como los primeros en lograr un equilibrio de género en la competición. Con la participación de 5250 mujeres y 5250 varones, este evento marca un poderoso precedente en busca de la inspiración de la sociedad en su lucha contra los prejuicios y en la promoción del rol activo de las mujeres en el deporte.
París siempre fue especial para el deporte femenino de los juegos olímpicos. En 1900, cuando recibió la segunda edición que duró 5 meses, fue testigo de la primera participación femenina en unos JJOO. El camino se recorrió con lentitud y obstáculos, desde aquel inicio del siglo XX cuando compitieron tan solo 22 mujeres y un total de 975 hombres. La presencia femenina fue creciendo en los eventos olímpicos hasta que en Ámsterdam 1928 y en Los Ángeles 1932 representaron más del 9% de los competidores. En Berlín 1936 este dato cayó el 8%. Adicionalmente se había prohibido a las mujeres competir en las pruebas de larga distancia de atletismo por debilidad física. En Seúl 1988 superaron por primera vez en la historia el 26%, pero apenas significaba que había una mujer por cada tres varones. Un paso hacia adelante fue Sydney 2000, cuando se alcanzó el 38% gracias a que disciplinas en las que tradicionalmente solo competían varones ahora tenían categorías femeninas. En Atenas 2004 se superó la barrera del 40% y en Londres 2012 todos los países que competían tuvieron al menos una mujer entre sus equipos representativos. Los organizadores los llamaron ‘el juego de las mujeres’. En Tokio 2020 la participación fue del 47,8%. Tal como se mencionó anteriormente, en París 2024 la participación femenina y masculina fue equitativa. Esto se debió, fundamentalmente, a que deportes como el atletismo, ciclismo y especialmente el boxeo crecieron en sus cuotas femeninas.
Un aspecto clave para lograr una verdadera igualdad de género es que las mujeres ocupen posiciones de liderazgo en el ámbito deportivo. Con el lanzamiento del ´Club de las 300 mujeres líderes´ del Comité Nacional Olímpico y Deportivo Francés (CNOSCF), se buscó identificar y apoyar a mujeres con potencial para asumir roles directivos en 2024. Esta iniciativa es fundamental para que las federaciones deportivas se conviertan en un reflejo más justo de la sociedad y para fomentar un entorno que valore las contribuciones de las mujeres en el deporte.
París 2024 también apoyó iniciativas que van más allá del ámbito competitivo, como el proyecto ´Les Kombattantes´, una plataforma panafricana destinada a mujeres que han sufrido traumas por violencia sexual. Este programa ofrece a las participantes la oportunidad de reconstruir sus vidas a través del deporte, ayudándolas a ver su cuerpo como un símbolo de resiliencia y recuperación. La conexión entre deporte y bienestar emocional se vuelve evidente, resaltando la importancia de crear espacios seguros y de apoyo para las mujeres.
Aunque, por otro lado, los JJOO de París 2024 también dieron lugar a distintos reclamos de atletas en materia de género, política y cuestiones raciales.
Uno de los casos más emblemáticos fue el de la atleta afgana Manizha Talash, que fue descalificada de la competencia de breaking B-Girl en los Juegos Olímpicos por usar una capa con las palabras ´liberen a las mujeres´ durante el primer día de competencia de la disciplina.
La joven de 21 años, que huyó de Afganistán después de que los talibanes comenzaran a tomar el control en 2021, vive en España y representó al Equipo de Refugiados en los juegos como B-girl Talash.
Además de Mazinha, la velocista afgana Kimia Yousofi, de 28 años, no pudo superar la ronda preliminar de los 100 metros en la pista olímpica: llegó tarde (pero no última) a 13″42, no muy lejos de su récord nacional de 13″29. Sin embargo, al cruzar la línea de meta: inmediatamente se quitó el ´dorsal´ -con su nombre y su número de carrera- de la camiseta y lo giró ante las cámaras, señalando las cuatro palabras escritas en inglés, en tres colores, como los de Afganistán: Education (educación) en negro; Sport (deporte) en verde; Our Rights (nuestros derechos) en rojo. Un gesto que no han visto en Afganistán: las competiciones femeninas no se transmiten por televisión, ya que el gobierno talibán las considera ´escandalosas e inmorales´ y entonces quién sabe cuántas chicas se dedicarían al deporte. A la propia Kimia no se la considera oficialmente parte del equipo olímpico porque en Afganistán sólo hay atletas varones. No hay mujeres. Una forma más de invisibilizar al género femenino.
Quizás la atleta que recibió mayor odio de género en estos juegos de París fue Imane Khelif. La violencia oculta en las cloacas de la urbe francesa se escapó lentamente, hasta asfixiar en términos mediáticos a la boxeadora argelina: la acusaron falsamente de ser transgénero. Todo ocurrió tras el combate contra la italiana Angela Carini, cuya indignación generalizada levantó falsas teorías acerca de su género.
Luego se descubrió que en realidad la boxeadora padece hiperandrogenismo: es decir, exceso de andrógenos u hormonas sexuales masculinas en la sangre de una mujer. Finalmente, Khelif se llevó el oro en la categoría femenina de boxeo -66 kg. Pero su vida no volvería a ser igual. La polémica elevó su imagen hasta un punto que la argelina, lejos de rehuir, decidió emplear como escaparate de su lucha y desde entonces, su imagen comercial no ha hecho más que crecer. Tanto es así que la púgil ha decidido probar suerte en el complicado mundo del modelaje y, de esta forma, visibilizar aún más su lucha.
Si bien París 2024 intentó llevar a los JJOO a la zona de igualdad y equidad de género, aún queda mucho por hacer y es urgente que se cumpla con estas obligaciones.
Veremos si Los Ángeles 2028 está a la altura y empieza a saldar la eterna deuda del deporte en dichas cuestiones.
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