POLÍTICA
Siete décadas en el Fondo
En 2026 se cumplen 70 años del ingreso de Argentina al Fondo Monetario Internacional. En la presidencia de Pedro E. Aramburu, el 19 de abril de 1956, luego del golpe llevado a cabo por la autoproclamada Revolución Libertadora, nuestro país firmó los acuerdos de Bretton Woods.
Dos años después, en 1958, el presidente Arturo Frondizi concretó un stand-by y llegó el primer préstamo. Las Bodas de Titanio se celebran cuando se cumplen 70 años de casados. Este elemento químico se lee, en términos maritales, como “fuerza y tenacidad”, pero se escribe, en términos de deuda- como “debilidad y dependencia”.
Tuvieron que pasar 50 años, gobiernos de facto y constitucionales, para que el país cancele la deuda y logre independizar su política económica. En 2018, Argentina volvió a quedar atrapado en las garras del organismo. Dos renegociaciones después, en un mundo convulsionado por la crisis del orden mundial establecido después de la Segunda Guerra Mundial y con la geopolítica reordenando los polos de poder, se imponen nuevas -y viejas- preguntas: ¿Cómo condiciona el Organismo a sus acreedores? ¿Es sostenible un país endeudado? ¿Podemos crecer con la soga al cuello? ¿Se puede repetir una receta fallida y que, inesperadamente, salga bien? ¿Podemos los argentinos evitar las Bodas de Hueso?
Dime con quien te endeudas y te diré quien eres
Desde el primer desembolso, el país recibió USD 182.457 millones, según refieren informes del organismo. Además, Argentina pagó USD 26.778 millones en intereses. Hoy, bajo la presidencia de Javier Milei, Argentina firmó el 11 de abril de 2025 el acuerdo 23° por un monto de USD 20.000 millones.
Fuente de la imágen: https://fund.ar/publicacion/la-sostenibilidad-de-la-deuda-publica-por-que-es-importante-recuperar-el-acceso-a-los-mercados/
Argentina es el mayor deudor del FMI, con casi un tercio de la cartera global del organismo, le siguen Ucrania y Egipto. Los programas que impone, según un informe de GMA Capital, incluyen los siguientes ingredientes: “Ajuste fiscal, tipo de cambio flexible y autonomía del BCRA“. Históricamente, nuestro país falló en estos tres puntos. Javier Milei volvió a asumir este compromiso porque asegura que “esta vez es distinto”.
¿Otra vez sopa?
Ni el aire es gratis. En el informe técnico que el organismo elaboró para este nuevo desembolso, solicita que Argentina tome varias medidas: una reforma tributaria que requiere aprobación del Congreso como indica la Constitución Nacional; una reforma del sistema previsional que implique el fin de las moratorias y la revisión del esquema actual; un informe sobre las empresas estatales “sujetas a privatizar” incluidas en la Ley Bases y el presupuesto 2026 con déficit cero incluido (actualmente rige el presupuesto 2023 ya que hace dos años no se aprueba el mismo vía Congreso).
El ordenamiento macroeconómico fue el argumento central del oficialismo para llevar adelante su plan económico de ajuste vía motosierra en el gasto público. Según funcionarios del gobierno libertario “todo marcha acorde al plan”, y este acuerdo es parte de las reformas económicas estructurales.
Javier Milei junto a la titular del FMI, Kristalina Georgieva.
Juan Manuel Telechea es economista, magister en Desarrollo Económico en la UNSAM, docente universitario y se dedica a estudiar la macroeconomía argentina. “Cuando mirás en perspectiva los acuerdos que tuvimos con el Fondo queda claro que tenemos un problema particular con el endeudamiento”, afirma Telechea. El FMI es un prestamista de última instancia que -agrega- “te presta dinero cuando ya nadie más te quiso prestar”. En palabras del vocero presidencial, Manuel Adorni, el acuerdo se trata de una “rueda de auxilio”. Lo curioso es que nadie, en sano juicio, preferiría usarla.
Telechea asegura que el nuevo acuerdo compromete los próximos diez años del crecimiento económico argentino (los primeros cuatro años el FMI otorgó un “período de gracia”. Spoiler: problema para la gestión que llegue en 2027). “Hasta 2039, por lo menos, vamos a seguir teniendo que lidiar con el fondo”, concluye el autor del libro ¡Inflación! ¿Por qué Argentina no se la puede sacar de encima?, editado en 2023.
Si uno mira la historia reciente, después del primer acuerdo con Mauricio Macri que implicó la vuelta al FMI, Argentina enfrentó dos renegociaciones: una con Alberto Fernandez y otra con Javier Milei. “Hay que mirar lo que pasó porque en las dos renegociaciones las cosas terminaron mal”, reflexiona el economista. Si uno le cree al presidente va a pensar que esta vez va a ser diferente. Cuestión de tiempo. Cuestión de fe. Cuestión de ajuste.
Telechea, quien también escribe un newsletter para Cenital, asegura que la idea del gobierno de Milei es que “este nuevo financiamiento le permita a la Argentina transicionar hacia un esquema macroeconómico normal”. En criollo, “hacer lo que se ve en el resto del mundo”: un tipo de cambio flexible, un Banco Central que tenga solo algunas intervenciones esporádicas para intervenir el dólar e inflación baja. Esa combinación hace que la gente deje de mirar tanto el dólar y pueda desplazarse como una variable tan central de la economía. Pormenores de una economía bimonetaria.
Para llegar a este esquema -sugiere- tenés que “convencer a los mercados financieros”. Por eso el gobierno busca que el riesgo país baje, para que la deuda pueda ser financiada con capitales privados externos que lleguen al país.
La deuda que los parió
“Le debes 4 mil dólares al mundo”, dice una de las páginas al comienzo de la primera historieta argentina que cuenta la historia de la deuda externa. Se trata de La deuda que los parió, un cómic soberano que relata “la mayor estafa que vivió nuestro pueblo en dictaduras y democracias”. Un verdadero manual de estudio.
La deuda que los parió, editorial Repliegue.
El punto de inicio está trazado en 1824 cuando Argentina, luego de independizarse de los españoles, inicia el primer ciclo de endeudamiento externo al permitir el ingreso de los ingleses con su banca Baring Brothers. Fueron un millón de libras esterlinas de las cuales llegó la mitad. Como parte de pago, para 1930, apenas tres años antes de que los ingleses ocuparan las Islas Malvinas, Argentina desmantela y entrega una flota naval que había trabajado por nuestra independencia. Soberanía abandonó el chat.
Ariel Duarte es uno de sus creadores y miembro de la editorial Repliegue, una organización que, con eje en la Soberanía, los Derechos, la Industria y el Trabajo, realiza todos los viernes una olla popular en la Plaza Congreso. Duarte asegura que el punto en común entre todos los ciclos de endeudamiento es que “son deudas financieras y no comerciales”. Es decir, sin destino específico para alimentar el sistema productivo.
La deuda comercial -cuenta quien también es abogado egresado de la Universidad de Buenos Aires- es la que uno contrae en función de un bien o un servicio, que no se paga en el momento. Es una deuda asociada al intercambio de un bien concreto y los pagos tienen un anclaje en la economía real. En el caso de la deuda financiera, se constituyeron como “mecanismos perversos para despojar a las naciones de sus futuros ahorros”. El negocio de la deuda es seguir debiendo.
“El problema no es tanto el que viene a dar el préstamo sino el argentino que entrega una propuesta que perjudica al país”, determina Duarte. Argentina es socio del FMI. Por eso incumplir con el fondo -sostiene- es romper con un orden internacional y con acuerdos multilaterales que permiten a la argentina operar en el mundo. Todo responde a una arquitectura financiera internacional que aparece luego de la Segunda Guerra Mundial y hoy está en crisis.
Las discusiones por delante son muchas pero el corazón del conflicto no está solo en el sostenimiento de la deuda sino por el contrario, en quién va a pagarla. Los compromisos financieros no pueden llevarse puesto al país de sombrero, no deben ser excluidos. La historieta lo condensa perfectamente en sus primeras páginas: “En este rico y maravilloso país, como siempre, está todo por hacerse”.