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Espérance, pasión africana que resiste el poder económico

El club más laureado de Túnez vuelve al Mundial de Clubes como emblema de identidad y perseverancia.

Por más que los reflectores apunten hacia Europa y Sudamérica, África tiene sus propios colosos. Espérance de Túnez, uno de ellos, estará presente en el Mundial de Clubes 2025. Lo hará por méritos propios, a través del sistema de puntuación acumulado en la Liga de Campeones de la CAF, donde suma 14 participaciones consecutivas.

En el nuevo formato de la FIFA, Espérance integrará el Grupo D, en el cual ya están confirmados Chelsea (Inglaterra), Flamengo (Brasil) y Los Ángeles FC (Estados Unidos). Un desafío de escala planetaria para un equipo que, a pesar de no contar con presupuestos exorbitantes, ha sabido sostenerse con identidad, trabajo y una historia centenaria.

Porque todo empezó en una cafetería del barrio Bab Souika, en 1919, cuando dos jóvenes, Mohamed Zouaoui y Hédi Kallel, decidieron fundar un club que representara el espíritu popular. La burocracia colonial francesa les impuso un obstáculo: necesitaban un ciudadano francés en su comisión para que el club existiera legalmente. Así apareció Louis Montassier como primer presidente, pero no pasó mucho hasta que Mohamed al-Maliki asumiera, lo que marcó el inicio de una institución que con el tiempo se convertiría en símbolo de lucha anticolonial.

El Espérance no solo nació en medio de restricciones políticas, también forjó su identidad al desafiar ese contexto. De ahí que, en tiempos donde el fútbol se mide cada vez más por inversiones y balances, sin fondos de petrodólares ni accionistas extranjeros ha construido una potencia regional: 33 ligas locales, 15 Copas de Túnez y cuatro títulos de la Liga de Campeones africana lo respaldan.

Su salto internacional, sin embargo, tuvo que esperar. Recién en la década del 90’ Espérance se consolidó como referencia continental. A la conquista africana de 1994 le siguieron la Supercopa y la Copa Afro-Asiática en 1995. Volvió a reinar en 2011, cuando representó a África en el Mundial de Clubes. Aunque no logró destacarse en el campo, cayó ante Al Sadd y Monterrey, dejó claro que el fútbol del norte del continente también pisa fuerte.

Espérance modernizó su estructura sin vender su alma. Desde 2007 lo preside Hamdi Meddeb, un empresario con pasado como jugador juvenil del club, que transformó su pasión en una gestión profesional. Bajo su liderazgo, el presupuesto pasó de 7,6 millones de euros en 2012 a más de 16 millones en 2023, y el club alcanzó un hito: el 31 de diciembre de 2024 se convirtió en el primero de Túnez en cotizar en la Bolsa local a través de su empresa matriz, Taraji Holding.

No es que el Espérance viva ajeno a la economía. La diferencia es que lo hace a su modo, sin hipotecar su historia. Su entrada al mercado bursátil busca diversificar ingresos, promover transparencia y garantizar un crecimiento sostenible. Todo, mientras se mantiene competitivo en la élite africana y se prepara para un Mundial donde compartirá grupo con gigantes del fútbol global.

En una época de clubes-empresa y fichajes millonarios, Espérance sigue siendo eso que muchos dejaron de ser: un club con alma. Una pasión africana que sigue resistiendo el poder económico.

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