Un viaje a la nostalgia encontrando tesoros, cosplayers y juegos de las épocas felices en plena Ciudad de Buenos Aires.
Es domingo al mediodía, las nubes y la lluvia reinan el cielo. Bajo el techo del Complejo C Art Media por el barrio de Chacarita se lleva a cabo una feria donde prevalecen personajes de distintos universos. Tan así que la entrada con un Código QR puede ser para otro mundo el golden ticket de la película de “Charlie y la fábrica de chocolate”.
Luego del ingreso, como si fuera un aeropuerto, las personas muestran lo que llevan en sus manos: un cartel escrito con su nombre y apellido; y el tesoro de la infancia que trajeron dentro de sus mochilas.
El camino sigue y comienza el mundo de los mundos. Desde un Charly García en miniatura preparado para arrojarse desde una mesa hacia el vacío, hasta un Diego Maradona vestido de jedi para gambetear los rayos láser y hacerle un gol al lado oscuro; podés encontrar esto y más en la Feria Ciruja que ocurre casi todos los domingos.
El ruido del viento y la lluvia ya no se escucha, sino que ahora se aprecian canciones de dibujos animados que alguna vez sonaron cuando uno tomaba la merienda después del colegio. En ese momento, viajábamos al universo donde queríamos estar. Pero ahora, recién empezó el viaje.
La Feria Ciruja es un evento mensual de numerosos puestos de coleccionistas donde juguetes, muñecos o figuras de acción -como cada quien quiera llamarle- se lucen frente a los ojos de distintas generaciones. Entre ellos puede haber un Mickey Mouse con una oreja menos, que da la impresión de que pasó por las manos de alguien que era feliz; aunque también otros tesoros que parecen recién salidos de fábrica como son los jugadores de la Selección Argentina con sus cabezas más grandes que su cuerpo y sosteniendo la pelota con una sonrisa caricaturesca que te transporta a la época donde Argentina jugaba el Mundial Francia 98 y Gabriel Batistuta pedía la expulsión de David Beckham en octavos de final.
Silvia y Guillermo afirman que se volvieron coleccionistas “sin darse cuenta” por el afán de volver en el tiempo y encontrar en la Feria Ciruja cosas que ya tenían. Un regreso a los momentos lindos de su infancia. El viaje continúa…
En el Complejo, los adultos se vuelven niños al ver cada juguete, consola de videojuegos e, incluso, stickers. Por el contrario, los niños que asisten resisten a lo que se ofrece, parecen los mayores con cara de póker a nada de decir “¡vamos a casa!”.
Los puestos de cada coleccionista tienen esa intención de rememorar la época, “escapar del hoy” o, simplemente, hacer salir el niño de esos adultos y volverlos a la infancia. Aunque también, para dar rienda a la fantasía. Entre quienes asisten están quienes crearon un personaje. Al menos por un rato. Ellos son cosplayers -personas emulando personajes de ciencia ficción-, ellos recrean vestimenta, caracterizan los rasgos faciales distintivos, a tal punto de ser lo más parecido posible al personaje de fantasía que idolatran.
Entre la gente estaba San Gohan -personaje de Dragon Ball- que, aparentemente después de derrotar a Cell, se puso a jugar en el SEGA una partida de su propia historia. También estaban los Androides 17 y 18 -también de ese universo- que posaban para la selfie; al mismo tiempo que el maestro Roshi y Goku saludaban y caminaban por el galpón al compás de los flashes del público.
Lejos de las luces se encontraba el Gran Saiyaman que intentó compartir su emoción de estar en la Feria Ciruja: “Desde que tengo 3 años me gustan los cómics. Cuando estaba leyendo Batman salió una publicidad de Cinecomics, un evento en Costa Salguero en 2005 y esa fue la primera vez que fui a un evento así. ¡Me re copó la onda y fui disfrazado como se disfraza cualquier nene!”.
“Entonces, ya en mi adolescencia, a eso de los 16 años, me pregunté si no le daba un intento a la personificación. Me disfracé entonces de Robin para un evento y seguí dándole para adelante y disfrazándome de superhéroes por más de 20 años”, siguió el superhéroe del universo Dragon Ball. El viaje entonces continúa.
A lo largo del evento por más que uno haya pasado muchas veces por los mismos puestos, recorrido los mismos lugares, siempre aparece algo nuevo: ya sea una figura de colección o un sticker de una película favorita. Mientras, las personas siguen mostrando carteles para que sean ubicados, y abundan las remeras de rock -que en este caso son de superhéroes-.
Entre tanta memorabilia y cosplayers, aparece quizás alguien con una camiseta de fútbol puesta, pero no con los números y nombres de Lionel Messi o Cristiano Ronaldo, sino con los números y nombres de Goku o Vegeta. Los superhéroes de este mundo puertas adentro son ellos, los astros del deporte serán del complejo para afuera.
El viaje va terminando de a poco. La cantidad de gente va disminuyendo, pero que uno encuentre juguetes y vea en el mismo estado que los dejó por última vez, como un Trunks (Dragon Ball) con el torso desnudo y el pelo despintado fue como subirse al DeLorean (auto que aparece en la película “Volver al futuro”) y viajar al pasado.
Subirse a la nave de la Feria Ciruja, para un primerizo, puede resultar un viaje a la infancia, recordar no solamente las cosas que había, sino también la época que uno vivía y con qué seres queridos uno compartía.
Desde realizar una pelea entre tus héroes en versión de plástico y miniatura o juntar figuritas para completar el álbum con tu amigo, hasta mirar el partido de la Selección Argentina en el Mundial con gente que ya no ves. En otras palabras, la Ciruja es nostalgia y es el lugar donde algún lagrimón se habrá escapado. El viaje terminó.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
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