Inicio » Frans Serpa, el médico ecuatoriano que realizó más de 120 trasplantes de hígado

Frans Serpa, el médico ecuatoriano que realizó más de 120 trasplantes de hígado


Compartir

Pionero en su país por ser el primero en haber realizado este procedimiento en 2009. Las enfermedades del hígado, relacionadas con la cirrosis, son la sexta causa de muerte en Ecuador.


Su formación como cirujano general y especialización en Gastroenterología Quirúrgica, Cirugía Hepatobiliopancreática y Trasplante Hepático lo posicionaron como el número uno en el trasplante de hígado en su país. 

Frans Serpa Larrea es el primero en realizar esta cirugía en Ecuador, que sirvió de pilar para ejecutar 342 trasplantes hepáticos. Actualmente sigue siendo un gran promotor de la donación de órganos. “Tú tienes derecho por ser persona, por ser humano”, es su lema.

El médico cirujano del aparato digestivo comparte que el primer trasplante de hígado que hizo con su equipo fue en 2009 y “generó mucho entusiasmo y mucha alegría”. “Pudimos demostrar que era posible hacer procedimientos de altísima complejidad y darles una esperanza y una oportunidad a los pacientes con cirrosis” enfatiza.

—¿Cuántos trasplantes de hígado ha hecho hasta este momento?

Personalmente, he sido artífice de un poco más de 120 trasplantes. 

—¿Le sorprende que el primero se haya realizado recién en 2009?

Hay que entender que el Ecuador ya hacía trasplantes de riñón desde el año 76, pero ese procedimiento tiene menos complejidad. El primer trasplante aquí ocurrió de la mano con el desarrollo de la medicina de nuestro país. El éxito del trasplante no es el hecho de hacer un trasplante como tal, sino de montar un sistema que mantenga los trasplantes.

—¿Cómo se estableció quién sería el primer paciente que se benefició de un trasplante hepático en Ecuador? 

Fue todo un problema. El receptor era de la ciudad de Quito y el donante se encontraba en Guayaquil. Todavía no había cultura de transporte aéreo para el traslado de los órganos. Fue difícil convencer a las líneas aéreas, que nos dejen subir con un órgano para transportarlo hasta Quito.

Como anécdota, nos pedían que certifique que el hígado “no tenía enfermedades contagiosas”. Eso más o menos iba a demorar entre 48 a 72 horas. El hígado tiene un tiempo de vida después de explantado de entre 10 a 12 horas. 

Bajo criterios técnicos se estableció quién sería el primero, es quién está más grave, el que tiene más riesgo de morirse. La primera fue una chica que era colega médica. Estaba con la enfermedad hepática bien avanzada, con un estado nutricional deplorable. Era madre, esposa ejemplar y, lógicamente. después del trasplante volvió a sus actividades normales. Vivió más de 10 años después de la cirugía.

—¿Qué te motivó a escoger esta especialidad?

—La verdad, cuando entré en la carrera de Medicina nunca pensé que iba a inclinarme por el hígado. Porque ya tengo mis años y en ese tiempo el hígado era un órgano muy muy desconocido.

Tuve la suerte de formarme en Sao Paulo, Brasil, y coincidencialmente el equipo donde fui a hacer cirugía, también hacían cirugía de trasplantes. Me fue gustando, fue un reto.

—¿Cuánto dura la formación como especialista en trasplante hepático?

—Cuando yo me formé la formación demoraba de tres, cuatro, hasta cinco años; a veces toda una vida para estar aprendiendo a hacer trasplantes. ¿Cuánto duran? Nunca termina porque el conocimiento no tiene fin, siempre seguiremos aprendiendo. Hoy en día hay gente ya formada como médico cirujano con especialidad en Cirugía Hepatopancreática que pueden hacer unos fellowships de un año, de dos o de tres.


—¿Qué les dirías a los médicos que están pensando en formarse en esta especialidad?

—Creo que es una buena opción; que entiendan que es de gran responsabilidad; y que requiere de mucho trabajo, de mucho estudio, de mucha dedicación. Específicamente, en el trasplante, es de muchos sacrificios. Hay que pensarlo muy bien por el gran sacrificio, a veces, a nivel familiar. 

—¿Qué te dejó de experiencia haber sido parte del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos (INDOT)?

—Mi experiencia fue buena porque a pesar de ser una institución pequeña logramos generar una Ley de trasplantes que es la que rige a la Ley orgánica de trasplantes. Permitió viabilizar las políticas para que esto se pueda realizar. El INDOT es una piedra angular en la administración y en el control de los programas de trasplantes. Son los encargados de controlar que los trasplantes se hagan apegados a la ley y que se respeten las normas de asignación de órganos.

Sin embargo, existe una contradicción, un limitante a nivel mundial: en nuestro país no necesariamente es la falta de órganos, sino la falta de recursos para hacer los trasplantes y de centros que lo hagan. Aunque parezca raro, muchas de las veces hay un donante, pero no hay donde trasplantar. 

—¿Quiénes pueden ser donantes de órganos?

—En realidad pueden ser todos. No hay diferencia por la edad el sexo, la condición o la religión. Lógicamente, uno tiene que evaluar quién es un buen donante para determinado órgano.

—Si todos los ecuatorianos mantuvieran su calidad de donante, ¿cambiaría el pronóstico sobre la donación de órganos?

—Es importante que sepan que pueden mantener su condición de donante y que, aunque ellos ya no estén en forma física presentes, una parte de ellos seguirá viviendo en otra persona y prolongando la vida de otras personas.

Creo que la principal motivación es la reciprocidad que cuando por alguna circunstancia tú o alguna persona de tu familia necesitan un trasplante, sepa que así como tú eres generoso debe haber del otro lado otra persona generosa. Entonces, como se dice “Hoy por ti, mañana por mí”.

—¿Existe la posibilidad de realizarse un trasplante de forma privada en el país?

—Sí, de poder hacer se puede hacer. El problema es llegar a un acuerdo poniendo como premisa principal el interés superior que es “más trasplantes y más gente beneficiándose”.

El problema es que hay que ser muy éticos para poder tener un programa de trasplante privado. Hay que entender que la fila de espera para recibir un órgano es única donde nadie pueda burlar la prioridad. No obstante, tener más centros de trasplantes aumenta la posibilidad de más trasplantes y más personas salvando vidas.

—¿El tráfico de órganos en Ecuador es posible o es un mito?

—A veces uno mal entiende lo que es un “tráfico de órganos”. Un tráfico de órganos sería llevar órganos de aquí hacia otro país o traer órganos de otro país hacia acá sí, entonces eso no sucede. Ni siquiera contamos con los órganos de aquí mismo, como para estar mandando para afuera. Eso es bien complicado. 

Es importante diferenciar entre lo que es un órgano y lo que es un tejido. A los tejidos se los pueden guardar por años y se pueden mandar de un país a otro. Muchos trasplantes de córneas que han sido realizados aquí son de otros países y eso no es considerado un tráfico de órganos.


—¿Cuál es tu anécdota más bonita como trasplantólogo de hígado?

Todas han sido bonitas, pero tal vez la que me enseñó mucho más fue hace algunos años cuando tuvimos un niño con cáncer de hígado. La cirugía era muy compleja. El riesgo de morirse no solo aquí sino en cualquier lugar del mundo era alta.

Nosotros teníamos unas reuniones semanales en donde discutíamos los casos que íbamos a aprobar. Este niñito pidió asistir a la reunión. Imagínate… estoy hablando de un niño de unos 9 o 10 años. Él dijo una frase me ha conmovido el corazón y la mantengo presente: “Lo que yo no entiendo es porqué ustedes se han rendido, si yo todavía no me he rendido”.

A ese niño le trasplantamos y, en realidad, fue una cirugía súper compleja pero pudo superar la enfermedad, mejoró, volvió a su escuela. Se reintegró a la vida.

*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

Además en ETER DIGITAL:

Medicina de transición: sanando de raíz 

Eduardo Cueto Rúa, médico y fundador de la Asociación Celíaca Argentina: “La celiaquía es un modo de ser” 


Compartir