En conversación con Eter Digital, la periodista habló sobre su primer libro próximo a publicarse. También reflexionó acerca de la actualidad y de Futurock, su medio de comunicación.
Julia Mengolini pasó por diversos medios radiales y televisivos, hasta que en 2016 junto con tres colegas creó una radio por Internet. Quién no la conozca por su trabajo probablemente la haya visto en algún programa de chimentos, siendo foco de polémicas por su discurso feminista y su ideología política.
-Vas a publicar un libro de ensayos con partes autobiográficas. ¿Cómo surge la idea de escribirlo?
-Me cayó una ficha muy visceral. Me fijé en el documento cuándo empecé a escribir y fue el 1° de marzo. Llegué a la radio a las 10 de la mañana, abrí mi locker, vi los libros que había dentro, y algo pasó. Dije: “Tengo que escribir un libro”.
-¿Tan así de golpe?
-De repente fui tan tomada por la idea que mientras trataba de prestar atención al programa que conducía, mis dedos ya tecleaban. Desde ese día no pude parar. Es loco, porque no es que respondió a un mandato sino que me brotó. Fue la primera vez que me puse a escribir. La pasé muy bien haciéndolo, fue casi catártico. Yo sabía que tenía muchas cosas para decir pero no sabía que las podía escribir.
-¿Y cómo imaginás la recepción de tu libro?
-Ahora estoy parada al borde del abismo. No sé si va a gustar. Tampoco cuánto lo van a bardear, porque eso es casi seguro. El libro tiene un montón de planteos que seguramente van a ir a hinchar las pelotas.
-¿Podés adelantar un poco?
-Si, son seis ensayos, interrumpidos por un diario en el que narré lo que pasó este año para dar contexto: fue escrito durante el primer año de Milei, en esta urgencia. Cuento lo que me pasó a mí y al país. Hay una parte de feminismo, donde reflexiono sobre estos últimos años, con el lenguaje inclusivo, los escraches, etc.
-¿Y alguna autocrítica?
-Sí, de hecho hago una pensando en esos pibes que dejamos afuera, pero sin caer en el discurso de que “las feministas se pasaron dos pueblos” por pedir un mundo más justo. Otro capítulo está destinado a los mandatos de belleza, relacionado a una polémica antológica con el culo de Jimena Barón. Amor, militancia, las drogas y finalmente el odio organizado en las redes sociales con epicentro en Twitter.
-¿Es una respuesta a las polémicas en las que estuviste envuelta?
-Lo podrías ver así, sí. Aunque tampoco es todo una respuesta. Empieza con un capítulo sobre la muerte de mi papá, donde también analicé el nacimiento de la Libertad Avanza y la pandemia. La parte de Twitter fue la que más me costó escribir, ahí asumí que yo también me fui convirtiendo en un troll, escupiendo una grosería detrás de la otra. Es para, de alguna manera, mostrar que las reglas de Twitter están colonizando los términos del debate público. Es un enorme problema que ahora vamos a tener que mirar de frente.
-Futurock arrancó como refugio durante el macrismo y le dio voz a la oleada feminista que surgía. ¿Qué lugar ocupa hoy en este contexto sociopolítico?
-Este presente es un momento de confusión. El triunfo de Milei nos dejó un poco atontados. Estamos intentando entender por qué la gente votó a este payaso asesino que vino a romper con todas las reglas, no solamente de la construcción política sino de la decencia humana. Por otra parte, surgió un ecosistema de streams donde todavía no se sabe si son el nuevo parripollo de la época. Nosotros queremos seguir siendo una radio que pasa música sin estar bajo las reglas del stream.
-¿Por qué entonces decidieron poner cámaras en el estudio después de haber defendido tanto la radio “de antes”?
-No queremos darle la espalda a la época, pero tampoco subirnos del todo. Poca gente advierte que YouTube no es una plataforma neutral, sino una compañía con sus propios dueños y algoritmos. Al prestar tu contenido, dependés de las decisiones que toma esa empresa. Por eso nosotros seguimos apostando a que la gente se descargue nuestra app o nos escuche en la página de Internet. Hacemos una incursión a YouTube sabiendo que ese no es nuestro terreno.
-¿Sentís que se pelean con la época?
-Si, claramente. Tenemos algo muy contracultural en una época signada por el individualismo, que se nutre de fake news y banalidades. Tratamos de reconstruir la profundidad y los argumentos racionales, la sensibilidad que este gobierno busca destruir todo el tiempo. Estamos convencidos de que es lo que corresponde. Cuando el proyecto anarcocapitalista se vaya a la mierda van a ser muy importantes los lazos sociales. Lo que te sostiene es el hombro del compañero que está al lado, la radio que todavía te habla a vos sin buscar la pelotudez del clickbait. Nosotros apostamos a sostenernos en un “mientras tanto” para estar fuertes con lo que venga después, que también va a ser complejo.
-En su momento vinieron a llenar un vacío comunicacional, no había otros medios que le hablaran a una juventud politizada. ¿Hoy creés que es un problema que el oyente tenga una identidad muy delineada?
-Tenemos una identidad fuerte y eso me parece algo positivo. Quiere decir que tenemos convicciones firmes, que no nos vendemos al mejor postor. No es contradictorio con ir en conquista de la mayor cantidad de gente posible. Estamos convencidos de que nuestra propuesta es la mejor y la más linda para una sociedad más amable, solidaria. Por eso no me gusta pensarnos como un algoritmo. Lo de “nicho” en tanto te encierre es choto, en tanto te define, no lo es tanto.
-¿Hay un parecido en tu elección de comunicar las ideas por radio y dejarlas asentadas en papel?
-Me parece revolucionario porque es buscar argumentos, jugar con la profundidad. Ahí si hay una gran respuesta a quienes hace años tratan de construir un discurso mío con recortes. Me sacan de contexto con pequeñas frases, a lo que le siguen grandes escándalos. El libro contesta que no soy un Frankenstein hecho de opiniones sueltas. Yo tengo un montón de argumentos para sostener las cosas que digo.
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