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Paula Resnik: “La adopción está para darle una familia a los chicos que no la tienen”


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En los pasillos del sistema donde resuenan los ecos de risas apagadas y sueños marchitos, hay niños que crecen viendo pasar los años, esperando una familia que nunca llega. Son los invisibles, los que aprendieron a soñar en silencio mientras los días se acumulaban. Son los que crecen sin ser elegidos, los que cargan la esperanza rota de un hogar. ¿Cómo será crecer sin una familia?

Paula Resnik, madre de dos hijos biológicos, no quiso que esa fuera la historia de una niña más y decidió romper ese ciclo de espera interminable. Inspirada por la película Joel, de Carlos Sorín -que trata la adopción de un niño de 9 años y la adaptación a su nueva vida- se inscribió en el RUAGA (Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos) para adoptar a una adolescente. Y así, con el corazón abierto y la certeza de querer cambiar un destino que parecía escrito, Paula conoció a Vero, su hija de 14 años.

—¿Cómo fue el principio de tu experiencia adoptiva? ¿Cómo es que una película cambió en ese momento tu vida?

—Lo que me llamó la atención de la película eran los chicos grandes que estaban esperando una familia. ¿Dónde estaban? ¿Qué pasaba cuándo cumplían la mayoría de edad? Sacudida por esas realidades me puse a investigar sobre los chicos a los que nadie adopta y sobre la adopción en la Argentina. Entonces me decidí, y me anoté para una niña entre 13 y 17 años. Yo ya tenía a Mateo que tenía 24 y a Lucas que tenía 27.  Con 54 años, estaba para ser abuela. 

—Desde tu experiencia, ¿cómo fue el proceso burocrático? ¿Hay un buen acompañamiento institucional?

—Me inscribí en el RUAGA en agosto. Mi legajo era el único con disponibilidad adoptiva mayor a 13 años. En el proceso conocí a Itatí Canido, quien me aseguró con total certeza que estando anotada para alguien de esa edad, me llamarían rápidamente. Mientras me hacían las evaluaciones, en octubre, me enteré de una convocatoria pública y me anoté. Como ya estaba inscrita los del juzgado, pidieron mis evaluaciones y se acortaron los tiempos. Le consultaron a Vero si estaba de acuerdo, ella recién había pasado por una vinculación fallida hacía dos meses. Pero dijo que sí y el 23 de noviembre del mismo año la conocí. En enero estaba viviendo en casa.

—¿Y te dieron herramientas, capacitaciones o charlas durante ese proceso?

—En Capital Federal te dan 3 charlas que son obligatorias antes de inscribirte, son muy buenas, ahí terminé de convencerme. Hay talleres mensuales de pre-adopción y post-adopción que hice durante 5 años todos los meses. Están divididos en infancia y en adolescencia y cada mes es una temática distinta. Cuando Vero ya estaba en casa un equipo de una trabajadora social y una psicóloga nos siguieron toda la guarda. Te diría que acá funciona muy bien la adopción, pero depende de cada juzgado y caso.

Ya siendo mamá de Vero desde hace unos años, Paula se fue encontrando en las redes con historias similares de adopción; con familias nuevas formadas por elección, que compartían sus logros y dificultades, y luchaban para visibilizar la adopción y eliminar los mitos y estigmas sociales. Se convirtió así en una de las fundadoras de Adopten Niñes Grandes, un colectivo que surgió en Twitter y que se ha convertido en un referente en la promoción de la adopción de niños y adolescentes en Argentina. 

—¿De dónde surgió el movimiento? ¿Cómo nació esa organización de mamás y papás?

—Empezamos en twitter, uno empezó a poner el hashtag #adoptenniñesgrandes y a poner #hijade13, #hijosde15… Vimos que estábamos todos en la misma, empezamos a hablar, hicimos un grupo de WhatsApp y ahí empezó. Ahora desde abril somos una Asociación Civil. La idea es poder incidir en las leyes, en el funcionamiento de los juzgados, lograr que se cumplan todos los tiempos, la licencia de las escuelas, los protocolos para maestros y médicos, poder organizar talleres… 

—Si la sociedad se organiza, ¿se pueden generar cambios a nivel social?

—Sí claro, estamos haciendo eso. Tenemos también pactos con otras sociedades civiles, por ejemplo con Doncel que se ocupa de los chicos que egresan. 

—¿Qué les dirías a las personas que están considerando la adopción de niños grandes pero tienen miedo?

—Que sí, es difícil, con dificultades distintas a las de tener hijos biológicos, pero de algún modo también iguales, porque siguen siendo niños. ¿Cómo un niño no va a poder tener una familia si quiere tenerla? Ellos tienen una resistencia y resiliencia porque todos vivieron cosas difíciles, si no, no estarían ahí. Pero son niños, ¿cómo no vamos a poder? Que confíen en ellos mismos. Que se preparen, que se decidan. Que el amor va naciendo.


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