¿Qué pasa con las mujeres en el ambiente de la tecnología? Las programadoras de sistemas están, pero los varones las duplican en los empleos y capacitaciones. Un estudio de la Universidad de Buenos Aires reveló que solo el 25% de las mujeres estudian ciencias aplicadas.
Por Fernando García, Natalia Aramburo y Federico García
Uno de los primeros días de septiembre, en su programa de radio Perros de la Calle, Andy Kusnetzoff preguntó al aire por qué no había mujeres programadoras en nuestro país. La respuesta no tardó en llegar. Varias usuarias en Twitter salieron a contradecirlo: desde “Somos MUCHAS mujeres programadoras. Existen varias comunidades como Chicas Programando, Las de Sistemas, entre otras”, “Hay muchas programadoras pero parecemos pocas porque casi nos duplican los hombres en tecnología”.
Al aire está diciendo @andykusnetzoff que no hay muchas programadoras…
— Lady Marmol 💚 (@lulibertazza) September 15, 2020
Alguien puede decir algo, @co_constanza @brbrmrcds @dadatina ?
Según un estudio realizado por la facultad Ciencias de la Comunicación de la UBA, en las universidades de Argentina casi 6 de cada 10 estudiantes son mujeres. Sin embargo, esta proporción no se mantiene en las distintas áreas de conocimiento: las mujeres representan el 72% de lxs estudiantes de las ciencias sociales pero solo el 25% de quienes estudian ingeniería y ciencias aplicadas. Es por eso que nos preguntamos: ¿esto siempre fue así?
En un comienzo, y durante varias décadas, las mujeres fueron mayoría en el campo de la tecnología. Hacia 1970, 3 de cada 4 estudiantes eran mujeres, mientras que hoy esa proporción se redujo a una cada seis varones. Esto quiere decir que son apenas un 11% del alumnado. Según el informe “Y las mujeres… ¿Dónde están?”, realizado por la Fundación Sadosky en el año 2014, la proporción de mujeres que estudian programación tiene que ver, en gran parte, con un estereotipo del programador con el que no se sienten identificadas. Las pocas que eligen una carrera relacionada con la computación y llegan a insertarse en la industria también sufren la desigualdad de género de diferentes maneras, lo que muchas veces ocasiona el abandono de la profesión.
El mundo de la programación
Basicamente es darle instrucciones a la computadora. Si sabés programación podés crear un software, una web, una app para teléfonos o un sistema para la pc. El mundo de la programación es muy amplio y es indispensable si unx se quiere dedicar a la tecnología, a la innovación, al desarrollo de videojuegos, o al marketing digital. Las grandes potencias mundiales hablan de una tercera revolución industrial traída a la mano de inteligencia artificial. Así que el avance de la informática y la conectividad es un hecho. Si unx no puede pagar por un curso, en YouTube hay miles de tutoriales para aprender. Incluso Chicas Programando, otra organización creada para insertar a mujeres en el rubro tech, brinda becas a quienes se inscriban, dan charlas y diferentes workshops.
Hola @andykusnetzoff! Somos muchas y tenemos varias comunidades para ayudarnos y potenciarnos. Cuando quieras podemos contarte más al respecto. https://t.co/KHYfE2aup3
— Chicas Programando 🏳️🌈 (@ChicasProgAR) September 15, 2020
Cuando unx se pregunta qué salidas laborales tiene la práctica de programación, la respuesta es siempre la misma: muchísimas. Keila aún se sorprende: “La verdad es que dentro del rubro podés elegir salidas a lo visual como el diseño de uso frontend o desarrollos de software. Por eso siempre tratamos de promover esto: de que se quieran sumar al rubro y que no tengan miedo por qué posibilidades no faltan”.
Programación y diversidad
Las de Sistemas es una comunidad feminista de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries. Sus objetivos principales son visibilizar, potenciar, capacitar, contener y transformar espacios de trabajos en lugares inclusivos. Ellas recopilaron en Twitter a través del hashtag #NosPasaALasDeSistemas testimonios de mujeres que abandonaron la carrera o trabajos vinculados a la programación. “Estaba en clase de programación y era una de las pocas mujeres. Uno de mis compañeros me estaba explicando algo y el profesor le dijo que no se gaste, que las mujeres nunca entienden”, se grafica uno de los tuits.
Otra organización que puso el foco en la brecha de género es Chicas en Tecnología (CET) es una organización creada en 2015 por Melina Masnatta, Carolina Hadad, Sofia Contreras y Mariana Varela con el fin de reducir la brecha entre hombres y mujeres tanto en nuestro país como en Latinoamérica. “Existen desafíos pendientes a nivel regional, como el derecho al acceso a internet y a la alfabetización, esto quiere decir que las mujeres se encuentran en desventaja. Creemos que la diversidad es el motor de la innovación con impacto social. Todas las voces necesitan ser escuchadas”, afirma Melina.
Junto con Medallia, empresa internacional de programación, realizaron una base de datos sobre las mujeres que se desempeñan en el ámbito de nuestro país. El objetivo principal, cuenta Melina, es que se tenga en cuenta dicho relevamiento a la hora de la toma de decisiones sobre políticas públicas y puntos estratégicos con el fin de achicar la brecha que hay en el sector. “Esto lo vienen trabajando hace bastante mediante sus charlas y programas orientados a mujeres. Pero no se puede saber el impacto sin los datos”, afirma Melina.
En nuestro país hay varias entidades especializadas en programación con el fin de capacitar y potenciar a las mujeres y disidencias en el rubro IT.
Keila Ceñal tiene 31 años, estudia Ingenieria en Informática en la Universidad Nacional de Avellaneda y es miembro de [LAS ]de Sistemas desde 2018, actualmente trabaja como Frontend Developer en una software factory y como Full Stack Developer para el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades. Cuenta que el primer paso para eliminar la grieta que hay entre hombres y mujeres en la programación es visibilizarla. “Creemos que organizaciones como la nuestra sirven para poder romper con el silencio, salir de las sombras y decir: ‘acá estamos y no somos pocas’”, remarca.
Keila asegura que a partir de la visibilización comenzaron a surgir políticas de inclusión en empresas. “La creación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad y la Ley de Cupo Laboral Trans fue un avance enorme para romper con la disparidad. Aunque falta una ley dentro del rubro que regule el porcentaje de hombres y mujeres que trabajan dentro de la empresa, ya que hay una gran diferencia ocupando cargos jerárquicos”, sostiene.
A los avances mencionados se suma el ingreso de la carrera “Licenciatura en Ciencia de Datos” a la Universidad de Buenos Aires (UBA), una de las carreras con más demanda en Argentina y en el mundo. “Era necesario crear una carrera en algo que está tan en auge como el data science. Los cambios en las sociedades traen aparejados contextos incluso en lo educativo, lo cual no deja de ser algo positivo”, afirma Keila.
CET se enfoca directamente en les adolescentes para acompañarlos y guiarlos a la hora de decidir que van a estudiar. “Nuestro objetivo es que se acerquen a la tecnología, por eso creamos programas libres y gratuitos que les permitieran formarse y, considerarla como una aliada para cumplir diferentes propósitos”. Por esa razón, desde 2015 realizan un programa llamado Programando un Mundo Mejor, orientado a las adolescentes para que desarrollen y diseñen una aplicación que resuelva diferentes problemáticas en su comunidad mediante la tecnología. Además, crearon Club de Chicas, una propuesta para desarrollar en diferentes escuelas y organizaciones en todo el país con el fin de que las mujeres no sólo sean usuarias sino creadoras de tecnología con impacto social.
Agregar comentario