Profesora de actuación, directora de teatro y actriz. En su país natal, dio clases con Helena Tritek, Selva Alemán y Arturo Puig hasta que decidió ponerse a prueba en los Estados Unidos.
Cuando migró a los Estados Unidos hace 16 años desde Buenos Aires, la escena teatral se veía diferente. Victoria Murtagh analiza hoy cómo cambió la forma de hacer teatro en Miami -donde está radicada-, como resultado de la diversidad hispana en esa ciudad: “Sentí que era todavía un campo, una tierra fértil para sembrar”.
-¿Cómo empezó ese desafío de insertarse en esta nueva ciudad?
-Me mudé acá en el 2008. Vine específicamente a trabajar de esto. Yo trabajaba en Argentina dando clases con Helena Tritek, Selva Alemán y Arturo Puig hasta manejarles las escuelas. Pero, me pasaron cosas en Argentina y necesitaba un cambio, ponerme a prueba. En Argentina me había armado mi mundito, era conocida… mi maestra Helena me incentivó a ponerme a prueba en New York o Los Ángeles, pero yo sentí que Miami era todavía un campo, una tierra fértil para sembrar, vi que no había mucho teatro del que yo estaba acostumbrada a hacer entonces lo sentí como un desafío aún mayor y todavía más rico.
Arturo me recomendó hablar con Javier Faroni -productor argentino- que estaba poniendo un teatro en Miami, entonces ahí empecé a dar clases y a trabajar. Fui la primera argentina en dar clases de teatro en esta ciudad.
-¿Pensás que había algo para mejorar o aportar en el estilo de obras que se estaba haciendo cuando empezaste?
-Cuando llegué sentí que le faltaba el espíritu del teatro off, el teatro por la necesidad de contar una historia. Faltaba el simple hecho de escuchar algo maravilloso sin tantos bombos y platillos, lo sencillo, la sutileza del teatro. Y así, como empecé, me di cuenta que había mucha gente que también sólo necesitaba escuchar historias.
-¿Cuál es tu estilo de actuación? Si es que se puede decir que hay un estilo…
-Creo que sí, que tengo mi propio estilo como pasando todo por el cuerpo y por los sentimientos. Conecto mucho con lo que está pasando, con lo que tiene que sentir mi personaje.
Y, como directora, lo que me identifica es que tengo sensibilidad para mostrar lo particular, el detalle en la relación y los vínculos. Me gusta mucho trabajar sobre los vínculos que hay que contar.
-¿Tuviste que adaptar tu estilo a la audiencia local, ya sea como directora o actriz?
-¡Si! No sólo en el público, también al ser maestra me pasa. Por ahí, dando clases, por ejemplo, digo la palabra “prolijo” y acá tiene otros significados; o “agarrá” y pasa lo mismo. Tengo alumnos argentinos pero después tengo colombianos, españoles, chilenos, peruanos, venezolanos, puertorriqueños así que eso fue uno de los grandes desafíos. No es algo que consideré al mudarme, aunque al ejercer sí fui consciente pero nunca me fue una barrera.
-¿Creés que por nuestra cultura estamos más dispuestos a “resolver” o “arreglarnos” más fácilmente?
-Es un entrenamiento mágico, es muy del argentino el famoso “lo atamos con alambre” pero es maravilloso. Yo siento que el trabajar con gente de Estados Unidos me hizo ver que son mucho de “si se rompe algo, se compra” y yo soy cero, soy muy de reciclar. Creo que si el día de mañana me llegan a dar dinero para una producción, no sabría qué hacer. Yo reciclo, reutilizo.
-¿Cómo cae esto con tus colegas?
-A veces, cuando mis colegas se desesperan pensando que algo es “un problema” o “no hay”, o “me falta”, o “me sobra”; yo pongo paños fríos. Hay que trabajar con lo que hay y nos adaptamos con lo que tenemos a lo que creo que quiero hacer o contar. El espectador cree en la puesta en escena que se resuelve de manera creativa, además hace que todo el tiempo el espectador despierte su imaginación.
-Como directora, ¿qué desafíos tenés al dirigir gente de otras culturas completamente diferentes entre sí?
-El desafío es que mis alumnos puedan entender lo que quiero transmitir, que entiendan los tiempos, que entiendan el concepto, que entiendan el vínculo. El desafío para mí también es ser permeable, a contar algo entre la mirada del actor o actriz y mi mirada. Creo que me puedo dar esos permisos por suerte, no tengo un productor que me obligue a cumplir con nada.
Siempre se lo digo a mis actores y alumnos: “No tenemos a nadie que nos corra, hacemos esto pura y exclusivamente por voluntad”. Eso da una libertad que es súper valiosa. El día que tengan un productor, probablemente éste les indique: “El final tiene que ser feliz porque la gente se tiene que reír, porque la gente no quiere dramas”. Y, bueno… te tenés que callar la boca y tenés que hacer un final color de rosa.
-Siendo profesora de actuación, ¿qué diferencias encontrás entre los actores de la comunidad latina?
-Noto que cada cultura tiene lo suyo, si bien todos tratamos de abrirnos a un público latino en general, sentía que el teatro cubano, por ejemplo, es muy cerrado. Juegan en el escenario, se matan de la risa, es un humor muy de la idiosincrasia. Si no formás parte de esa comunidad, te quedás afuera de mucho.
-¿Adaptás las obras al público local?
-Depende de la obra. Por ejemplo, en una de las últimas obras cuento una historia de Venezuela. Entonces necesitaba que todos sean venezolanos por la idiosincrasia y por lo que se tenía que contar. Me parecía que era correcto contarlo con venezolanos. El coro no porque es una instalación artística y de interacción actuada, entonces hay otros actores que están entre el público. Es una cosa rara que a mí me encanta porque no hay escenario, no hay nada. Los actores actúan entre el público.
Hace poco hice “La Fiaca”, una obra argentina. La palabra “fiaca” la conocemos los argentinos, uruguayos y un poco los peruanos; después, nadie más. Y, me pasó algo loquísimo porque vino gente de toda Latinoamérica y, al ver la obra, entendieron completamente otra cosa: entendieron que era una condición de salud de la persona.
-Se ven varias obras teatrales que traen de Argentina últimamente, sobre todo después de la pandemia por COVID-19. ¿Ayuda esto a aumentar el interés por el teatro en español?
-Sí, totalmente. De hecho es impresionante la cantidad de gente que ha venido, incluso más profesores. Considero que después de la pandemia fue como un boom que la gente necesitaba salir pero, ¡fue una cosa que no se podía creer!
Vino una camada de artistas que a mí me parece espectacular porque la gente hace una salida distinta. Entonces, todo lo que despierte a alguien a dejar Netflix y salir a ir a un teatro, ¡bienvenido sea! Otra de las cosas que cambió el público fue cuando llegó el Microteatro.
-¿Qué es “Microteatro”?
-Lo trajo el español Jorge Monje en 2011 o 2012. Lo llamó “Teatro Por Dinero” porque con 4 euros vos podías ver una obra de 15 minutos. Al traer este concepto a Miami, al principio le dieron unos cuartitos en un Centro Cultural; y, después, él consiguió contenedores y hacíamos teatro en contenedores.
Entonces era barato, costaba 5 dólares y se llenaba de gente joven que era un muy buen plan porque decían “veo cuatro obras” o “me veo tres obras y me tomo una cerveza”.
-Los actores y actrices hablan mucho de ir a Nueva York o Los Ángeles para armar una carrera en actuación. ¿Creés que Miami tiene más o menos dificultades u oportunidades que otras ciudades dentro de EEUU?
-La divulgación en Miami es menor a las de esas ciudades, pero soy una fiel creyente de que tenemos un suelo muy fértil que depende de todos nosotros que hacemos teatro para seguir sembrando, aunque cueste muchísimo. Nosotros que somos los primeros, los pioneros, vamos a sufrir todas las cachetadas; pero soy futurista, visionaria, y te puedo asegurar que hay mucho más.
Lo que sucede en Los Ángeles perfectamente puede suceder acá, por la calidad y diversidad de actores y actores, hasta por el público también con un estilo propio de Miami. No vamos a ver el de Broadway y el de Los Ángeles, sino que vamos a ver otra cosa distinta y a eso apunto: a que va a tener una firma propia.
–¿Cómo se empieza la divulgación cuando sos nueva en la ciudad?
-Es complicado. En el último tiempo, el Consulado se dio cuenta que tenía que apoyar a los actores, productores y directores que estamos acá. Entonces empezaron a darle más importancia a la agenda cultural y, con eso, por suerte ayudaron. Pero me costó mucho llegar a la persona indicada que me escuchó la propuesta.
-Pero, ¿por qué costó?
-Creo que estaban desorganizados. Después de la pandemia se organizaron mejor para ayudarnos entre todos. Está bárbaro que el Consulado promocione al director o actor de renombre que hace dos funciones y se va, pero yo me quedo en la ciudad todo el año trabajando y remando en dulce de leche. Creo que no necesito yo ser un renombre para que me den un poquito de importancia.
-Ahora estás con la obra “Pluma y Tinta” todos los jueves, ¿es una creación propia?
-Si, en verdad es una adaptación de la obra de Roberto Arlt de “La Isla desierta” y es una creación porque son cinco obras distintas. Entonces, como directora, lo que hago es un hilo conductor y buscar algo que una y cuente lo que quiero como concepto general.
También, como directora, hago el rol de coach que es una ayuda, una guía para llevar al personaje a donde lo necesita la historia, la escena, el momento. Entonces busco brindar todas las herramientas como para que el actor o la actriz sienta y cree al personaje. Después, hago la dirección de la obra entera, por eso digo que esta es una creación y dirección porque creo la puesta en escena también.
-Trabajaste en la película “Historias de la Urbe” hace unos años, ¿cómo fue la experiencia?
-Participé del rodaje junto con un grupo de cineastas independientes en 2011. Es una película sobre migración en Miami. Fue una linda experiencia porque contaba un poco la vida de todos nosotros cuando llegamos a la Florida.
Al ser una ciudad de tránsito, muchas veces las historias cambian y me parece que ahí hay mucho para contar porque al final siempre se termina mostrando el narcotráfico, los colombianos, el drama de los cubanos.
Como es una película independiente no tuvo mucha difusión. Pero creo que hay que
rescatar estas historias personales que nunca son solo de alguien en particular, siempre el público se va a identificar con algo.
-¿Qué futuros proyectos tenés en vista?
-Nos invitaron a Puerto Rico para hacer la obra “La Isla Perdida” en octubre. En noviembre vuelvo a hacer una obra que hice en abril, que es un drama y ahí vuelvo como actriz. Y ya, después de diciembre, voy a descansar. Seguramente en enero tendré que retomar con la pila de obras que tengo en mi escritorio.
Me parece que ahora hay otras historias que contar, que son las de todos nosotros que hemos llegado hace 10 o 20 años. Me gustaría plasmar esas historias.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
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