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¿Vuelven Los Piojos? Yo sé que vendrán buenos tiempos


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Otra vez en la cabeza de los argentinos y argentinas. Expresiones de deseo de un país y la nostalgia que se hace carne por misteriosos sucesos. En este momento de crisis de todo tipo, parece que volvieron para ejercitar la memoria. Si bien no hay ningún anuncio oficial, los fanáticos desean y eligen creer.


Comenzó en mayo, como una sensación de que algo estaba dando vueltas, una picazón. Un posteo de Spotify que anunciaba que se iba a publicar el último Ritual Piojoso, es decir, el registro del último show que la banda dieron Los Piojos en el Monumental el 30 de mayo de 2009. 

Este anuncio no fue un hecho aislado: fue compartido por el grupo en una cuenta hasta el momento inexistente. Luego, en El Palomar -el barrio que los vio nacer- aparecieron pasacalles con frases que apuntaban como el chico de Tercer Arco, directo a la ilusión de un retorno. Un banderazo en el Obelisco y la campaña en las redes agitaron el reencuentro. 

Lejos de pasar el peine, no hubo desmentida de parte de los músicos. Aquellas canciones, que retrataban los 90, volvieron a sonar en todos lados y a musicalizar las lecturas de los diarios que hablan de calles mugrientas, del recorte a los jubilados, de dolarizar y de la violenta represión en las movilizaciones. Entonces la picazón se volvió palpable, concreta, un hecho: Los Piojos están de vuelta.

Como un adolescente confundido hablé con especialistas sobre las misteriosas señales -y lo que me estaba pasando como fanático-: ¿Volvieron Los Piojos? ¿Volvimos a los 90? o, ¿se terminó la pausa que inició en 2009?

“No queremos las sobras, no queremos la piel, no somos tus mendigos”. Los cancheros, “Chac Tu Chac” (1992)

Cuando comento mi confusión a Gabriel Plaza, periodista y curador musical para medios como Rolling Stone, Diario Ar e Infobae, entre otros, él mueve afirmativamente la cabeza. Y, antes de empezar a hablar, se evidencia en sus gestos signos de un prestidigitador bondadoso, aunque también de un analista entrenado. 

Dice con voz clara: “Más allá de si se termina definiendo, que parece que sí, hay un trazo simbólico interesante de que la banda se reúna con aquellas canciones que vuelven a ser bandera en este momento de crisis de todo tipo: social, cultural, económica y democrática. Quizás no sea casualidad que otra vez el destino marque que ellos se junten en otro contexto de crisis”.

Plaza, no solo los seguía como cronista: en los comienzos era “aficionado de la banda” y dice tener muy fresco ese periodo. En relación al paralelismo entre los contextos actuales y aquellos de efervescencia piojosa, amplía: “Ellos nacieron al calor de otra crisis donde un país celebraba el uno a uno, la fiebre del consumo, las compras en Miami, había otra país que lo sufría y otra que se empezaba a quedar afuera del sistema”. 

En el informe “¿Cómo evolucionó la pobreza en la Argentina con cada presidente?” de Chequeado se observa que, si bien las cifras que publicó el INDEC durante el menemato muestran una disminución de la pobreza respecto al gobierno de Alfonsín; estudios realizados por el Cedlas de la Universidad de La Plata y la CEPAL, coinciden: durante los primeros años del Plan de Convertibilidad los índices de pobreza descendieron, pero los datos oficiales analizados arrojaron que hacia finales de 1999 el 40% de la población argentina era pobre, un 10% más que en 1992. Como lo retratan Los Piojos en la canción “Dientes de cordero” del disco “Máquina de Sangre” (2003), esa época era el “despertar de un sueño turco y sin nariz”.

Créditos: DBN / La Voz Archivo.

¿Qué lugar ocupó la banda en ese contexto de crisis?

-Los Piojos representaban la irreverencia frente a ese sistema. A esa especie de alegría menemista, la confrontaban también con alegría en alguna de sus letras, pero con mucha carga social y de rabia por momentos, con pinturas urbanas que reflejaban lo que estaba pasando en la calle. Eso los caracterizó al principio, en sus primeros discos, hasta el disco “Azul” que salió en 1998. 

Ser una banda inconformista en un período donde estaban todos conformes, marcaba una diferencia. Había una parte de los jóvenes que se sentía representada, que encontraba en ellos una especie de escape, de catarsis y celebración de lo propio, una identidad barrial, esa necesidad de sentirse parte de una comunidad o en contra de algo. Así como los pibes cantan ahora en los shows “el que no salta votó a Milei”, en ese momento se cantaba en contra del gobierno, en contra de los ingleses. Un clásico…

-En contra de la policía…

-En contra de la policía, siempre. Hubo muchos casos de gatillo fácil. No es que no los siga habiendo, pero en ese momento se había documentado más y se había hecho más visible, hubo muchas muertes.

El caso de Walter Bulacio, detenido y golpeado por la policía luego de un recital de Los Redondos en Obras en abril de 1991, quizás sea la muerte más emblemática de abuso policial de la época. La consigna hecha canción “matar a un rati para vengar a Walter” excedió al público ricotero: durante toda la década del 90 -y parte de los 2000- el reclamo se hizo sentir bien fuerte en la mayoría de los recitales de rock más convocantes, especialmente en los organizados en contra de la represión policial y por el pedido de justicia por Bulacio. En esos festivales Los Piojos decían presente.

“Son las cosas del destino…”. A veces, “Chac Tu Chac” (1992)

Me siento con un pie calzado con zapatilla marca Topper blanca y otro pie con la pantufla negra que chancleteo mientras escribo “hay algo en los escenarios que se mezclan y quedan difuminados los tiempos”. 

Contacto a Ernesto “Facha” Martín, una de las personas que gestionó el recital de la banda del Palomar en General Villegas -mis pagos- y viajo directamente a 1994. Entusiasmado, Facha comenta que está tocando milongas en La Plata, donde reside desde 1985, “porque el arte es lo único que nos puede sacar de esta realidad nefasta”.

Cuando le pregunto qué recuerda del contexto en el que conoció a Los Piojos y si encuentra alguna similitud con estos tiempos, arruga el gesto y se acomoda el cuello de la camisa. “¡Fue hace 30 años!… En aquel momento era bastante inconsciente”, reflexiona pero, para graficar su “inconsciencia” cuenta que en 1994 rechazó un laburo importante relacionado con la carrera que estaba estudiando -en ese entonces él estudiaba abogacía-, porque tenía “otros planes”. “Gracias, pero no. Ya estoy comprometido para llevar a Los Piojos a Villegas”, recordó que dijo. 

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Los Piojos en General Villegas, 15 de julio de 1994. Gentileza: Germán Bernetche.

La historia había comenzado unos meses atrás. Era 1993 cuando un amigo lo invita a ver una banda a la Facultad de Bellas Artes, se llamaban Los Piojos. Facha no los conocía ni de nombre. “Me volaron la cabeza con su energía y los temas de Chac Tu Chac, la impronta de letras, Andrés Ciro Martínez, todo. La cosa es que ese verano vuelvo a Villegas y me junto con el grupo que tenía con amigos para tocar los temas de siempre: Divididos, Las Pelotas, Sumo, Los abuelos de la nada y Virus y… agregamos las canciones ‘Tan solo’ y ‘A veces’, de Los Piojos”, relata. 

El pueblo se revolucionó con esos dos temas que no conocía nadie. Al poco tiempo Los Piojos sonaban en las radios, bares y el boliche de Villegas. “Cuando vuelvo a La Plata consigo el contacto de Pocho (manager histórico de la banda) y le cuento lo que estaba pasando”, comenta y recuerda que le preguntó: “¿Tienen ganas de ir a tocar?”. Y, con todo el amor del mundo, dijeron que , declara Facha. 

Hay que estar muy agradecido porque era una locura ir a tocar a un pueblo de 10 mil, 15 mil habitantes a 500 kilómetros de Buenos Aires. El show fue un éxito, esperaban 100 o 200 personas y fueron 300. De yapa, la localidad del noroeste de la Provincia de Buenos Aires quedó grabada en el video “Murguita” del disco “Azul”, la canción que repasa los lugares donde habían tocado. 

-¿Y el contexto? 

-(Otra vez arruga el gesto y se acomoda la camisa) Uno siempre tuvo principios y miraba la política, pero… en ese momento todavía estaba un poco encantado con el turco. Después me di cuenta del desastre. Para la época de “Pistolas” ya era consciente de la que se estaba viniendo.

-En este momento, mucha gente todavía confía en Javier Milei…

-Sí, es cierto. Bueno, en eso también se parecen las épocas. Pienso que más allá del romanticismo y la poesía que se está generando, estaría bueno que se junten Los Piojos. Estoy convencido de que se sale con el arte, la contracultura, el arte diciendo lo que está pasando.

“Te quiero libre del cafisho que gobierna”. Arco, “Ay Ay Ay” (1994)

“Esto es una aldea en donde todos viven pensando en cosas a lo grande, grandes proyectos, importantes participaciones, como si fuéramos a resolver el problema del mundo y del siglo y ni siquiera podemos hacernos cargo de lo que somos y ahí aparecen los modelos (…) Al mundo norte no le interesa que nazcan países que luego ellos no tengan el control. Somos algo que no termina de parirse”, quien habla es Ciro Martínez y el siglo al que hace referencia no es el actual. 

Era septiembre de 1991 cuando, a sus 23 años, el cantante de Los Piojos -“una de las mejores bandas” según Vera Land, la encargada de la entrevista publicada en el N° 42 de la revista “Cerdos y Peces”– analizaba críticamente la situación del país: no le gustaba lo que veía. 

La nota, de la revista que tuvo por director al legendario Enrique Symms, forma parte del libro “Los Piojos. Una historia documentada. Parte I: origen, consolidación y masividad (1989-1997)”, de Jorge Nuñez, y prueba que, incluso antes de la publicación de su primer disco, Los Piojos no solo se mostraban inconformes en sus canciones. 

A lo largo de la recopilación de notas periodísticas que el historiador se ocupó de desempolvar y ordenar minuciosamente, aparecen los rayones declarativos que Los Piojos le hacían a la ferrari del presidente Carlos Saúl Menem. “Nosotros somos el discurso anti Menem desde los hechos, la antítesis del chanta que se celebra en esta era menemista, el tipo que consigue éxito por la imagen y por cancherito”, le decían al suplemento No, de Página 12, en agosto de 1996.

Después de leer el libro de Nuñez, es tentador preguntarse cómo hubieran transmitido su posicionamiento en redes sociales y el alcance que hubiese tenido ese mensaje. Por esto llama misteriosamente la atención que este año hayan realizado un anuncio, aún no oficial -pero que ya tiene a 130 mil seguidores expectantes-. 

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Créditos: Darío Sosa

“Miles de almas en un ritual sin calma”. Uoh pa pa pa, “Azul” (1998)

El 2 de junio, un grupo de fans realizó un banderazo en el Obelisco para celebrar la publicación de Ritual Piojoso. “El ex último ritual”, dice Didu, una de las organizadoras de la movida. Nacida “en el verano del 92” y piojosa gracias a su hermano, es la administradora de la cuenta de Instagram @quevuelvan87 con casi de 19 mil seguidores y del grupo de WhatsApp “La vuelta de Los Piojos” con más de 700 miembros distribuidos en regiones “porque era un caos”. 

En la cuenta, surgida en 2017 a raíz de la charla con un amigo, apareció la necesidad de armar el grupo de WhatsApp y organizar algo “para demostrar que todo el amor por la banda sigue vivo”. 

“Alguien dijo ‘hagamos un banderazo en el Obelisco’ y me pareció una locura porque había poco tiempo. Pero, al rato ya estaba hecho el flyer. Ya estábamos en el baile: ¡a bailar!”, relata Didu y, en relación al evento en sí, dice: “Fue muy emocionante ver todos los trapos juntos, había entre 250 y 300 personas. Además, pudimos juntar alimentos y ropa para dos merenderos”.

-¿Qué significaría para vos que regresen Los Piojos?

-Creo que si se juntan es para tocar y no para sacar temas nuevos… pero las letras que escribieron, además de marcar la historia, siguen vigentes. “Pistolas que se disparan solas/Bastones que pegan sin razones”… seguimos viviendo lo mismo.

“Envido y truco del tiempo”. Esquina libertad, “Tercer Arco” (1996)

Entre los viajes al ayer y hoy se puede entender la sensación de por qué ya volvieron, no hace falta más que calzarse los auriculares, poner aquellos discos cocinados en los 90, salir a caminar o leer un diario: los tiempos se parecen demasiado. 

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Contratapa de Tercer Arco (1996). Fue Disco de oro y triple Platino. Vendió 360 mil copias.

Pero hay algo más. Algo relevante para entender tanto revuelo, algo que tampoco se explica en el amplísimo nivel de convocatoria con el que llenaron estadios. Una idea me da vueltas por la cabeza, pero la ansiedad no me deja terminar de cerrar. Una vez más recurro a Plaza.

-¿Qué puede aportar el regreso de Los Piojos?

-Si lo pienso en términos metafóricos, más allá de la nostalgia, hoy es un momento donde hace falta ejercitar la memoria. A un país que pierde la memoria constantemente no le viene mal, simbólicamente, un regreso de estas características. Está bueno pensar que ese repertorio traiga cierto espíritu de inconformidad con lo que está pasando, con este culto al dinero, al fascismo y a las derechas, culto a la estupidez… y decirlo fuerte, como siempre hizo el rock. Porque en momentos críticos, el rock fue un puño levantado. No solo un buen negocio ni llenar estadios ni vender tickets ni viralizarse ni hacer un gran featuring exitoso; no, el rock siempre fue otra cosa. 

Y ahora agrego una frase, una expresión de deseo que no es mía: “Yo sé que vendrán buenos tiempos”.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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