El cantante y productor musical que forma parte del sello discográfico Bohemian Groove charló con ETERDigital sin pelos en la lengua.
Nacido en Chascomús, a sus 18 años se mudo a Buenos Aires para comenzar su carrera en el mundo de la música. En 2020, en medio del contexto de encierro y pandemia, lanzó su primer EP como cantante solista: “Domiciliaria”. Actualmente, es productor de artistas como Dillom, Bándalos chinos y Ángela Torres.
-¿Cuál es tu mayor inspiración como artista y cuál como productor?
-Como artista me inspira el cómo cambiamos las personas con el paso del tiempo, como productor sentir que la obras no se tratan de lo que le gusta a los artistas, sino que esas obras ya existen dentro de ellos y solo hay que ayudarlos a sacarlas como si fuera un trabajo de parto.
-¿Cuál es el trabajo de un productor a la hora de hacer una canción o disco?
-Como productor artístico tengo la responsabilidad de llevar un proyecto de principio a final. Esto puede significar muchas cosas, acompañar al artista en la composición, gestionar esas grabaciones, darles también una estética, elegir a los músicos y los sonidos que se van a utilizar; o puede significar solamente apretar grabar. Hay que llegar a una síntesis de la visión del artista al que estoy produciendo y junto a él armar un plan de trabajo. Un productor tiene que saber discriminar cuando los errores son aciertos y cuando los aciertos son errores.
-¿Qué rol tuviste en la producción de “Por Cesárea”?
-Mi mayor tarea fue llevar la estética. Poder unificar toda esa serie de partes y componentes, de géneros o universos tan diferentes y tratar de acercarlos hacia un mismo lugar. En este caso en particular, Dillom me dio mucha libertad creativa y confió mucho en mi criterio y en ciertas formas de sonidos particulares o ideas. En este equipo de trabajo cada uno tiene su rol, y todos lo tenemos muy claro, pero al final del día somos un par de amigos experimentando con la locura de la música.
-¿Cómo se conocieron con Dillom?
-Nos conocimos a fines de 2018 cuando con Andrés “Noduermo”, que es el director de alguno de sus videos, querían armar el sello discográfico Bohemian Groove y necesitaban de alguien que sepa de música y casualmente esa persona era yo.
-¿Cuándo comenzaron a trabajar juntos?
-El primer proyecto fue el de “Sauce”, que era un demo que tenían dando vueltas hacía un montón de tiempo y no encontraban la vuelta para que quede bien. Me lo trajo, lo terminamos y nos gustó mucho el resultado. A partir de entonces comenzamos a trabajar juntos siempre, con “Post Mortem”, y al día de hoy seguimos haciendo música.
-“Por Cesárea”, álbum del que fuiste productor, consiguió una nominación al Latin Grammy. ¿Cómo tomaste la noticia?
-Literalmente me desperté un día y me avisaron, fue una cosa muy poco glamorosa pero por sobre todo sorprendente. Yo no suelo esperar mucho de la industria musical porque los criterios están muy corridos y hay poca gente pensando en el arte y la belleza estética. No me hacen ninguna ilusión los premios, pero al mismo tiempo los días siguientes me fui cruzando gente que me felicitaba y no entendía por qué. Con los días fui entendiendo que mi abuela se puso muy contenta, mis viejos también. Ojalá que ganemos porque quiero que mi abuela se ponga contenta.
-¿Creés que hay una nueva ola de artistas que están buscando llegar a estos premios o a los charts sin importar lo artístico?
-Conozco muchos artistas que venderían hasta a su puta madre por fama y por otro lado tenés gente como yo que quiere que le vaya muy bien y hacer plata. Ni siquiera por acumulación de riqueza, sino para comprarme equipos y un estudio. Aprendimos que todos queremos vivir de la música, solo que algunos quieren entregar más el orto y otros menos.
-Hace un tiempo Hernán de Mala Fama dijo que “la música y los negocios no deberían mezclarse”. ¿Coincidís?
-La música en la medida en la que la consumas por Spotify o en un CD o hagas algún tipo de transacción siempre es un producto o un servicio en todo caso. La diferencia muchas veces es si esa música ya se concibe previamente como un producto o no. En mi caso, soy productor y cobro por mi trabajo porque tengo que vivir. Yo aplico mucho a dejar todo juicio de valor fuera del estudio, y que sea un espacio de juego y de experimentación. No hay nada más triste que estar haciendo una canción pensando en cómo le va a ir.
-Actualmente en los top 5 de artistas más reproducidos en Argentina hay canciones que siguen un mismo género y estética. ¿Por qué pensas qué sucede?
-Creo que el consumo de música está muchísimo más fragmentado en individuos que escuchan según su algoritmo personalizado. Ese fue el gran cambio en los últimos 20 años. No sé si es mejor o peor, pero es distinto. Hay mucha más gente que quizá no presta tanta atención, pero también hay otra escuchando. Entonces los oyentes activos somos los mismos y a ellos está apuntada mi música, a los melómanos.
-Dadas las condiciones de desfinanciamiento y desprecio por parte del gobierno de Milei sobre la cultura argentina, ¿creés que los artistas deben posicionarse políticamente?
-Yo no creo que los artistas necesariamente tengan una responsabilidad para con el presente. El arte no solamente es literalidad ni presente, sino pasados inexistentes y futuros posibles. Un artista popular responde a un llamado de la sociedad y no al revés. Me parece más interesante preguntarnos qué significa posicionarse políticamente hoy por hoy cuando claramente estamos viviendo una crisis de representatividad, que no se vivía, quizá, desde el año 2001.
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