El biólogo con diez años de experiencia en el estudio de virus, habla sobre lo que la ciencia conoce y desconoce de la pandemia por coronavirus, el aislamiento, la búsqueda de una vacuna y los cambios que traerá aparejados esta crisis sanitaria a nivel mundial.
Por Samanta Soraire
“Por ahí ahora se critica cómo trató Europa la pandemia del Coronavirus, pero si hace tres meses te decían de poner en cuarentena un país por doscientos casos (como se hizo en Argentina), en otro contexto yo hubiese contestado que no, de ninguna manera. Pero conociendo la experiencia de otros países, que tardaron más en tomar medidas, donde el contagio se les descontroló y colapsaron sus sistemas de salud, ahí te das cuenta porqué en nuestro país se tomaron medidas tan temprano”, explica hablando muy rapidito, sentado en la cocina de su casa, Juan Manuel Carballeda. Hoy, que el mundo es un semillero de opinólogos, comunicadores e influencers, que ponen a la misma altura una especulación, un rumor o un dato fehaciente, el biólogo, con diez años de experiencia en el estudio de virus, ofrece definiciones científicas sobre el COVID-19 para personas de a pie.
El experto, recibido en la Universidad de Buenos Aires, doctorado con una tesis sobre un virus de aves, postdoctorado con un estudio del virus del dengue e investigador del CONICET (trabaja con virus transmitidos también por mosquitos), cuenta el porqué de la hiperespecialización: “Siempre con distintos virus pero siempre en virus porque son los organismos más increíbles de la Tierra. Son muy chiquitos y tienen que hacer un montón de cosas con muy poca información, entonces eso siempre me volvió loco”. Es profesor en la UBA desde hace diez años, este año comenzaba en la misma tarea en la Universidad de Quilmes, donde se desempeña en el Laboratorio de Virus Emergentes. Realiza columnas en Sexy Pipol para Radio Congo y en Radio Cantilo. Es uno de los fundadores de El Gato & la Caja, un proyecto ideado para contar cosas de ciencia de forma amena pero sin diluir la información. Creador del Breve atlas anecdótico de la ciencia y de Breve podcast de la Pandemia, a Juan Manuel Carballeda, Carba, @muycarba en Tuiter, le encanta mezclar las cosas que ama y sabe hacer: ciencia y divulgación.
Lo que convierte en excepcional al Coronavirus es su carácter de inédito y, según explica Carballeda, esto entraña pros y contras: “En relación a otras pandemias hay virus más grandes, por ejemplo, el de la viruela es el que más seres humanos mató. En los ochenta apareció el HIV de la nada y fue una pandemia espantosa, que hoy tiene a muchos humanos involucrados. Es un problema enorme de salud pública mundial. Pero también es difícil compararlos”, aclara. ”Respecto a meter a todas las personas de la tierra a sus casas a la vez, eso no lo vimos nunca. No tenemos registro de esas medidas ni de una cuarentena global. En la actualidad, la información se actualiza cada dos días, todo el tiempo está cambiando lo que sabemos y tenemos que ir viendo lo que pasa en otros países. Pero también nos agarra con mucha capacidad de generar datos. Ya hay miles de publicaciones científicas de un virus que hasta el 31 de diciembre no sabíamos que existía”, afirma.
Mientras que las personas de a pie, ante la aparición súbita de un virus, buscan información, toman medidas precautorias y cuidan de los suyos, puertas adentro de los laboratorios los científicos como Juan Manuel siguen otra rutina: “Lo primero que hacemos es extraer material genético y secuenciarlo a ver si ese procedimiento nos dice algo. A esto se lo llama secuencia genómica. Lo segundo que se hace es tratar de cultivarlo in vitro, crear un sistema donde lo puedas ver, estimar cómo y cuánto tarda en crecer. Después, es posible probar con todo lo que conocemos, comprobar cómo el virus reacciona a las moléculas, ver si lo matan, si reducen la replicancia. Esa es la prueba con antivirales. Las drogas que ya conocemos nos ahorran mucho tiempo, porque se saben sus efectos secundarios, a quiénes les provocan efectos adversos, ya hay evidencia científica sobre ellas. Una vez que una medicación funcione, hay que probarla en humanos y después hacer estudios en grandes poblaciones con protocolos estandarizados que se puedan replicar”. Y es entonces, cuando los de a pie se empiezan a entusiasmar porque de golpe la ciencia parece algo sencillo y creen ver la cura en el horizonte, cuando el biólogo les da un baño de realidad: “Estamos hablando de meses y decimos meses, justamente, porque los años de experiencia nos permitirán que las drogas que ya conocemos se regulen más fácil. Dos o tres meses calculo. Y después la vacuna, que sería la solución definitiva, llegaría en un año, como muy poco. Hay quince candidatos vacunales que están en fases iniciales de investigación. Después hay que probarla, ver si es tóxica, si funciona, si protege y recién ahí se aprobaría”.
El COVID-19 apareció en China a finales de diciembre y no dejó de dispersarse por el mundo. En marzo llegó a la Argentina, primero a través de casos importados y después se expandió mediante la circulación comunitaria : “Ahí se perdió el rastro. Si nos metemos en un subte o colectivo lleno y estamos en contacto con demasiada gente es cuando aparece el contagio exponencial. Por eso fue necesario el aislamiento, que no significa que esté todo controlado, pero se está tratando de frenar lo más posible. Si la curva no se empina el sistema de salud podrá responder, y eso nos permitirá tener las cifras de mortalidad de 1 o 2%, que es la de los países que están controlando la situación”.
En redes sociales, en cadenas reenviadas hasta el cansancio, en audios de supuestos profesionales de la salud o de personas cercanas a algún aparente funcionario se habla de cifras ocultas, de estadísticas catastrofistas, y son pocos los especialistas invitados a los medios buscando voces autorizadas: “Las cifras de mortalidad son bajísimas: el 80% de los que se infectan tiene una enfermedad leve que no requiere ninguna atención especial. Un 15% necesita asistencia especial y un 5% cuidados intensivos. Si el sistema de salud puede responder a todos, la mortalidad es menor al 5% (de un 2 o 3%). Si el sistema de salud se satura, empezamos a perder a los que requieren cuidados intensivos, y ahí es cuando vemos esa cifra de mortalidad que pasa el 10%”, asegura Juan Manuel.
Desde el Gobierno nacional se ordenó adelantar la compra de vacunas contra la gripe, se quiso ganar tiempo antes de que llegue el invierno porque se teme que se potencie el contagio: “Todo empezó en el hemisferio norte y aún no tuvimos un verano-invierno-verano como para conocer la incidencia en diferentes temperaturas. Sabemos que el coronavirus (como la gripe) soporta un poco más en el ambiente cuando hace frío. Eso puede tener una implicancia en el contagio, pero no sabemos qué tanto impactará. No es sólo que el virus sobreviva más en bajas temperaturas sino también que con el frío todos nos amuchamos, en ambientes menos ventilados. Esperamos que ya esté bajando la curva cuando empiece el frío, que es cuando se intensifican los contagios de gripe, porque solemos subestimarla, pero presiona a los sistemas de salud todos los inviernos, en todo el mundo”, explica el biólogo.
Se dice que el día después será superador, que esta pandemia mundial resultará ser el fin del capitalismo y el egoísmo, que acabará el mundo tal como lo conocemos, pero Carballeda tiene su propia mirada: “Estamos aprendiendo todos. Por un lado la comunidad científica aprendió a compartir la información de otra manera, cuando se empezaron a hacer las primeras secuencias genómicas se compartieron desde el día uno. Muchas veces hay restricciones en países como el nuestro para acceder a la información, pero en este caso se democratizó un poco. Esto es revolucionario por las características del ambiente científico. Las clases y las reuniones a distancia funcionan, también estamos aprendiendo a trabajar desde nuestras casas, esto lleva a tener niveles bajísimos de contaminación en todo el mundo. Quizás aprendamos un poco y tomemos medidas que nos sirvan en este sentido. El lavado de manos va a quedar instalado. De la epidemia de cólera, en los noventa, aprendimos a lavar las frutas y las verduras, por ejemplo, antes nadie tenía ese hábito, y es una medida espectacular de higiene. Entonces por ahí el mundo cambia un poco para mejor, quien te dice”. Y se entusiasma Juan Manuel, porque alguien que se preocupa por explicarle a los de a pie ciencia de una forma sencilla también tiene derecho a soñar un poquito. Porqué no.
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