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Los padres y madres que se llevó Cromañón


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Más de 60 familiares fallecieron producto de la depresión y enfermedades que aparecieron después de sufrir la muerte de sus hijos. “Muchas casas quedaron vacías”, cuenta Angélica que perdió a su hija en el incendio y a su marido tiempo después.


La masacre de Cromañón no solo terminó con la vida de 194 pibes y pibas ese 30 de diciembre de 2004. Más de 60 padres que no pudieron aguantar tanta injusticia y dolor fallecieron a lo largo de estos 20 años a raíz de enfermedades que se fueron desencadenando luego del incendio. ¿Cuáles fueron las causas? ¿Qué pasó con esas familias? ¿Qué hizo el Estado al respecto?

A Angélica González y su familia Cromañón le arrebató a su hija Erica Lizarraga, de 21 años, y a su marido que falleció de cáncer el 29 de diciembre de 2023 a los 64 años, un día antes de cumplirse un nuevo aniversario de aquella noche. Él era un papá muy activo, siempre acompañaba en las marchas, trabajaba en el santuario, y hacía cosas para ayudar. “Me voy a poner bien, yo quiero salir rápido de acá, que me curen que tengo que estar en la marcha”, cuenta Angélica que le pedía su marido mientras estaba internado.

“Él nunca falló, siempre asistía a los aniversarios. Con mi hijo estábamos tan mal que tampoco pudimos venir ese día”, recuerda con los ojos llenos de lágrimas. Es que Cromañón no terminó esa noche, fue el inicio de una ola de tragedias  que destruyó  y sigue destruyendo a familias enteras y a sobrevivientes a medida que va pasando el tiempo.

Muchos grupos de padres se conocieron el 31 de diciembre de 2004 en la Morgue Judicial, y los unió la búsqueda de justicia. La mamá de Erica es parte de la ONG Familias por la Vida, una de las tantas organizaciones que se formaron post masacre, por padres, madres, familiares y sobrevivientes.  Allí tienen un registro de que 61 padres y madres fallecieron durante estas dos décadas, pero creen que pueden haber más porque hay familiares que no están en contacto o que cambiaron sus teléfonos. 

“Los grupos de padres nos conocimos en la desgracia, la verdad no nos hubiese gustado conocernos de esta forma. Cromañón nos unió en la búsqueda de justicia. Cada vez que fallece un papá, una mamá, a nosotros se nos eriza la piel porque sufrieron igual que nosotros”, sostiene Angélica y afirma que en casi todos los grupos hay padres y madres fallecidos.

La ONG se encuentra al lado de la estación de Once y a unas pocas cuadras del santuario de “Los pibes de Cromañón”, enfrente del local donde sucedió el incendio. Desde allí, en la oficina que parece una enorme aula de facultad se encuentra un pizarrón enorme con las  fotos de las pibas y los pibes, murales en las paredes y zapatillas,  Angélica cuenta que ella también se enfermó y en 2011 tuvo que atravesar un cáncer de estómago que la tuvo  “quieta” por cinco años  pero pudo ponerse bien y salir adelante.

La edad de las madres y padres que se llevó Cromañón oscila entre los 50 y los 70 años. La gran parte falleció por distintos tipos de cáncer, accidentes cardiovasculares (ACV) o enfermedades cardíacas, la mayoría desencadenadas por el trauma que tuvieron que vivir esa noche, sumado a la depresión de perder a sus hijos o su único hijo y todo lo que tuvieron que vivir post Cromañón.

En 2005, un año después de Cromañón, se tuvo registro del primer fallecimiento de la madre de una víctima. Fue Mariana Márquez, una mamá de tan solo 34 años que atravesaba un cáncer que se agudizó luego de perder a su hija de 16. Su caso se hizo eco en los medios porque en pleno juicio por Cromañón le gritó a Aníbal Ibarra: “Mi hija es un cadáver, pero vos sos un cadáver político”.

Pero hay muchos más casos de familias que se desintegraron post Cromañón. Como la familia Mansilla, que perdió a uno de sus tres hijos esa noche, eran papás muy activos dentro de la organización durante los primeros años, pero no pudieron soportar la depresión y la pérdida, la mamá falleció de cáncer de mama que le hizo metástasis en el cuerpo y el papá de angustia años después.

La familia Medina tenía un solo hijo, el padre también falleció de cáncer y María Inés la mamá, no solo perdió un hijo, también quedó viuda. Al padre de la familia Zapata lo llamaban continuamente desde la ONG para invitarlo a participar de las actividades, pero él no quería ir, se había quedado solo en su casa con su perro hasta que la tristeza pudo más que él.

El matrimonio Belascuain tenía un solo hijo, la mamá Rita falleció primero de cáncer y a los tres años Lucio, el papá, por problemas cardíacos.

De la familia Avendaño solo resistió Gabriela, hermana de Sergio, masacrado en Cromañón, a su mamá le dio un ACV producto del sufrimiento y a su papá, que era muy activo en la causa, había participado del juicio de la destitución del entonces jefe de Gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra, lo encontró sin vida en su casa años después producto de la depresión.

“Muchas casas quedaron vacías. Cromañón arrasó con todo. Si no hubieran perdido a sus hijos capaz que todavía tenían un tiempo más”, expresa Angélica con la voz completamente quebrada por el dolor de perder a su hija, su marido y a tantos padres y madres con los que compartió la búsqueda de justicia durante años.

Muchos padres y madres pudieron enterarse esa misma noche del incendio a través de la TV, la radio o por alguna llamada, pero otros recién al día siguiente. No sabían si sus hijos estaban vivos o muertos, tampoco adónde ir a buscarlos porque todo era un caos, los listados tardaban en llegar a los hospitales, comisarías y a la Morgue Judicial.

Para las madres y los padres era el principio de algo que iban a padecer por el resto de sus vidas, primero debían encontrar a sus hijos, después buscar justicia, armar organizaciones para unirse y transitar el dolor juntos, soportar a la prensa y las mentiras que difundieron los grandes medios de comunicación y como si todo está fuera poco, luchar contra el Estado. Ni siquiera pudieron despedirse de sus hijos en paz; un día como cualquier otro los saludaron como siempre, y al siguiente nunca más los vieron.


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