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¿Por qué no automovilismo en los Juegos?


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El mundo del motor y una lucha que viene de hace tiempo: incluir al deporte como deporte olímpico.


Los Juegos Olímpicos 2024 llegaron a su fin. En estos acontecimientos, que reúnen cada cuatro años a cada vez más disciplinas en su cronograma, hubo 32 deportes, en 45 tipos de pruebas. Ahora bien… se volvió a repetir la ausencia de una práctica que ha estado, por años, en la puerta del Comité Olímpico Internacional (COI), y aún golpea la madera de la entrada del ente madre de los cinco aros en busca de su aceptación: el automovilismo. Una palabra que, tal vez, para muchos solo sean cuatro ruedas propulsadas por un motor que reciben la operación de un piloto para que éstas puedan ser desplazadas en una superficie y llegar del punto “A” a punto “B” en el menor suspiro. Es verdad que este tipo de competencias implica un verdadero reto para que ingresen en un futuro (como se planea para Los Ángeles 2028). Esto se debe a las numerosas aristas que conlleva para que se pueda dar. Aunque, si se esboza con ingeniosidad, seguramente el público logre gozar de las carreras dentro de las semanas de los Juegos.

El automovilismo estuvo ligado en algunas ediciones de los JJ.OO. En París 1900, –cuando el deporte motor transitaba sus primeros seis años de vida- tuvo la posibilidad de organizar competencias, pero como disciplina de exhibición. Justamente, la capital francesa le había dado vida a la primera carrera de coches de la historia (París-Rouen, una carrera de 130 km). Más tarde retornó en los controversiales Juegos de Berlín 1936, con una competición de rally. Pasaron otros 36 años hasta que, otra vez en Alemania, volvió a tener el Rally Olímpico, pero esta ocasión fue para Munich 1972. Estos episodios no fueron más que pruebas de demostración que no tuvieron éxito para convencer a los miembros del COI.

En 2018, se desarrolló una prueba de karting en el kartódromo del Oscar y Juan Gálvez de la Ciudad de Buenas Aires, que integró la agenda de los Juegos de la Juventud de dicha ciudad. Carrera que fue ganada por el actual piloto de Fórmula 2, Franco Colapinto. Ese fue el último acercamiento de la especialidad al olimpismo.

Para que un Juego Olímpico pueda albergar un torneo se necesita un escenario acorde. La ventaja que ofrece el automovilismo es que las carreras se hacen en varios tipos de circuitos: con instalaciones permanentes (autódromos) o semipermanentes (callejeros y ruteros). En caso de que la ciudad donde se efectúan los Juegos no contenga una pista, entonces, se podría recurrir a un dibujo hecho en las calles de dicha zona. Para este último lleva mucha planificación porque se debería montar el circuito y evaluar las condiciones del asfalto, un espacio para armar los boxes, las vías de escape (en caso de despistes) y la seguridad para los participantes y los aficionados que se acercarían a presenciar la prueba. Todo esto se simplificaría si la sede del evento posee un autódromo, pero también se puede usar el trazado de alguna ciudad aledaña. 

Otro tema a tener en cuenta es con qué tipo de automóviles se harían las carreras: ¿karting, coches estándar, turismos, monoplazas? Puede ser con cualquiera, pero, independientemente de lo que se elija, debe ser una categoría en la que los corredores cuenten exactamente con una unidad que sea ciento por ciento igual a la de sus oponentes: misma carrocería, motorización y cualquier otro aspecto técnico. En términos automovilísticos: una monomarca. Y el que fabrique los autos tiene que ser una sola empresa o automotriz que colabore con las exigencias de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), la institución madre que rige el automovilismo deportivo de forma mundial.

¿Quiénes participarían? La parte más complicada. Los pilotos profesionales firman contratos con sus equipos para que éstos los representen en las temporadas que figuran en dicha documentación. En algunos no son permitidos para participar en otras categorías. En ese caso habría que ver si logran hacerlo en un juego olímpico. Más allá de eso, otro tema que involucra a todos los corredores de alto nivel es si en sus respectivos compromisos automovilísticos puedan ausentarse un tiempo para correr en los Juegos; en el mundo todos los fines de semanas hay carreras, y un Juego Olímpico abarca tres de ellos. En Argentina, hay varios ejemplos: Germán Todino participa en Turismo Carretera, TC Pick Up y en la Clase 3 de Turismo Nacional; Julián Santero es otro que también está en la grilla de partida en las mencionas. El caso de estos dos es un drama porque se desempeñan en categorías que no se superponen, sino que cuando corre una, las otras dos no lo hacen y viceversa. Más allá que hay muchas más categorías en el país, cada piloto tiene una situación disímil al resto. Tampoco quita que no se puedan celebrar las carreras en un juego olímpico porque podrían ir protagonistas que pertenezcan a competencias zonales; dejar la inscripción abierta a cualquiera que tenga una agenda menos saturada o quizás alguno que la tuviese nula y esté con la cabeza puesta en los Juegos.

¡Sí, se puede correr! Si se diagrama con antelación a la sede elegida para los Jugos Olímpicos -como ocurre con Los Ángeles y las intenciones de la FIA para el proyecto de cara a 2028- no hay dudas que se podrán ver carreras. Mientras que el COI supere satisfactoriamente cada detalle que exige el ente madre del motor y se desarrollan los coches para competir, no hay dudas que el automovilismo estaría dentro del cronograma. Y ante una posible confirmación, cada piloto verá si puede participar o no. Es factible que haya carencia de talentosos por los motivos mencionados, aun así, habría espectáculo.


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