El creador de los personajes que los pibes hoy llevan en sus termos y en la piel habló con Eter Digital sobre “los dibujitos” que surgieron de la nostalgia por su Rosario natal mientras vivía en Europa.
Dante Farias (38) arrancó en la animación por cuenta propia con su notebook en su casa. Escribe el guión, hace la voz de la mayoría de sus personajes, de todo. La serie Tres Acordes, su ópera prima, retrata la vida de tres amigos desde la secundaria hasta las dificultades de la adultez. Su trabajo derrocha argentinidad, humor ácido y cuenta con una buena dosis de profundidad y reflexión. Para Trukini -su seudónino-, las personas son lo más importante en la vida. Su cercanía y calidez, y su precisión para retratar las vicisitudes de la interacción social hace que cualquiera pueda encontrar en sus animaciones experiencias en común.
-¿Qué es lo que más te gusta de tus animaciones?
-Que simplemente salen desde un lugar genuino. No hay nada que esté hecho para atraer clicks o para llamar la atención. Son historias simples sobre amistad, familia, amores, dimensiones paralelas y fantasía.
-Te definís como escritor antes que dibujante, algo que se refleja en la forma de contar historias. ¿Cómo te surgió esta forma de narrar una misma situación desde distintos puntos de vista?
-Había unos episodios de South Park a finales de los 90 (o principios del 2000) que estaban ligeramente conectados. Aunque era muy chico para entenderlo del todo, desde entonces empecé a prestar atención a las películas o series que trabajaban ese tipo de narrativas.
-¿Cuánto tiempo le dedicás a animar?
-Antes animaba y a la vez tenía laburos que me permitían subsistir. Para las temporada 4, 5 y 6 lo hacía desde las 8 de la mañana hasta la 1 de la mañana, en ese momento recién empezaba a dejarme una moneda. Fue cuando dijo: “Bueno, se puede vivir de esto, hay que meterle”. Con el tiempo traté de bajar un cambio y no vivir para trabajar. Por más que en las redes te traten de vago, no importa. Hay que aprender a vivir con eso. Ahora justamente tengo que recuperar el tiempo perdido.
-¿Aspirás a que tu contenido siga siendo de nicho?
-No, quiero que dé la vuelta al mundo y me haga multimillonario. Pero eso no sólo es imposible, sino que hay cosas que tampoco estoy dispuesto a hacer para que suceda.
-¿Qué te gusta y que no de la “popularidad” por ser conocido?
-La atención se la llevan las animaciones, yo camino por la calle sin que nadie me reconozca, no flasheo fama. Pero cuando voy a un evento y un montón de gente se acerca a contarme lo que vivió con la serie, me habla de sus amigos o familiares con quienes comparten los diálogos, o me regalan dibujos, fasito, mates, o cosas con la imagen de la serie, simplemente justifica las horas que pasé frente a la PC animando.
-Conocer a las personas y cómo funcionan forma parte de ser un buen escritor. ¿Qué o quiénes te dieron las herramientas sociales para plasmar en tus animaciones?
-En mis animaciones están plasmados diferentes arquetipos, desde el amigo bobo hasta la madre sobreprotectora. No hay gente específica que haya “inspirado” eso, sino que la suma de las actitudes de la gente que uno va conociendo encajan en las características de algunos personajes.
-¿Definite como amigo?
-Muy presente en situaciones importantes, ausente para salir o para boludear por WhatsApp.. Es que la animación demanda tiempo y energía.
-¿Cuáles son los momentos que más disfrutás?
-Cuando presento un episodio en vivo y escucho la reacción de la gente. Generar un estallido de risas en un bar repleto es una de las sensaciones más lindas.
-¿Qué podés adelantar de tu proyecto de tocar en vivo las canciones de la serie?
-Estuvimos ensayando todo el año pero nos costó un poco encontrar el sonido. Sobre todo porque vivimos lejos y nuestros ensayos fueron bastante espaciados, pero yo creo que ya casi estamos para salir a ver qué onda.
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