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El intimidante capitán Bravo


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El arquero de Chile es el líder de la generación dorada que logró el bicampeonato de América y, a los 41 años, buscará otro hito histórico.


En una generación dorada plagada de cracks y leyendas como Alexis Sánchez, Arturo Vidal, el “Pitbull” Gary Medel o Marcelo “Chelo” Díaz, ningún chileno podrá olvidarse jamás del capitán, su líder, Claudio Bravo. El héroe del Bicampeonato de América.

El Capitán América. El Capi de la “Generación Dorada”. Todos estos apodos cuentan una historia, una leyenda. Relatan los hechos y los logros del arquero más importante de la historia del fútbol chileno. Con sus guantes, ayudó a atajar los tiros de Lucas Biglia y Ever Banega, para conseguir las dos únicas Copas Américas de su historia frente a Argentina en las tandas de penales de 2015 y 2016. Y con sus reflejos marcó su huella en España con Barcelona, Real Sociedad y Betis, donde consiguió Ligas españolas, trofeos Zamoras y las Copas del Rey.

Con toda esta información Claudio Bravo, se ve de una manera muy intimidante. Tiene 41 años y su altura de 1,84, junto a su barba canosa y una mirada dominante, no ayuda a verlo de otra forma. Sin embargo, ante todas estas capas, se encuentra un hombre muy sensible y emocional, que cuando logró su segunda Copa América en EEUU, lloró por la enfermedad que atravesaba su hija. 

Desde chico él era alguien muy especial. Sus compañeros lo apodaban “monín”, ya que era morochito y de pelo negro, y parecía un mono volando en el arco. Sin embargo, su primera posición no había sido entre los tres palos, ya que había jugado como delantero y hasta de defensa, pero en ninguna sobresalía, como él mismo dijo una vez en una entrevista con The Players Tribune: “Ya había descubierto que correr detrás del balón no era para mí”. Y como ninguno de sus compañeros quería desempeñarse ahí, él con solo 15 años se la tuvo que aguantar.

¡Y de qué manera! Durante toda su carrera se tuvo que enfrentar a cracks de todo tipo y conseguir títulos con muchísimos clubes. Desde jugadores del fútbol local como: Alexis Sánchez o Marcelo el “Chelo” Diaz, hasta leyendas como Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y el ídolo histórico de Chile, Marcelo “Matador” Salas. 

Ya sea en instancias de definición o en tiempo regular, Bravo ayudó a sus equipos con su mejor arma: atajar penales. Ya que tapó 28 lanzamientos en su carrera, 19 a nivel clubes y 9 con la selección trasandina. Como en las finales contra Argentina en 2015 y 2016 (Copa América); las tres heroicas paradas ante Portugal de Cristiano en las semifinales de la Copa Confederaciones; las salvadas contra Universidad de Chile en la final (torneo Apertura) y el triunfo histórico bético contra Valencia (Copa del Rey).

Sin embargo, todos estos logros no llegaron solos. Sino que tuvo que trabajar más que nadie porque en cada uno debió ganarse la titularidad, por las extremas injusticias y críticas que vivió. En Colo-Colo, por sus actuaciones. En Real Sociedad inició la temporada en segunda división. En el Barca, no pudo disputar la Champions. Y en Manchester City lo vendieron al Real Betis por mal rendimiento. 

¿Entonces cómo pudo reponerse ante todo eso? Simple. Con las claves que siempre lo acompañaron: la humildad, el trabajo duro y su familia. 

Esos son los pilares de su vida y lo cumple a rajatabla todos los días. Él es el primero en llegar al entrenamiento y el último en salir, acción que realizó toda su carrera y sigue hasta el día de hoy, con más de 40 años.

Y por el lado personal, formó una familia con su esposa Carla Pardo, de 37 años. A quien conoce desde 2001 y es la compañera más fiel de todas. La historia de un amor, que los acompaña hace más de dos décadas, demasiado parecido a su carrera deportiva. Ya que viajaba intensamente en bicicleta para encontrarse con ella e intentar enamorarla todas las semanas. Se casaron en 2013 y tuvieron cuatro hijos: Emma, Mateo, Maite y Josefa. 

Los medios los catalogan como la familia perfecta, sin embargo, tuvieron sus tropezones. Como en 2016, cuando se enfermó su pequeña hija Emma de menos de un mes por una Anemia, antes de que Claudio Bravo disputara la Copa América en EEUU. 

Todo esto es Claudio Bravo: el héroe de un país y el padre de una familia. Hoy por hoy, con la anunciada salida del Betis y un posible futuro en el equipo de Messi en la MLS. Él entrenará más que nunca y se preparará para llevar siempre la bandera de Chile a lo más alto.


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