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ENTREVISTAS

Gastón Intelisano: “El hecho de dar a conocer al lector el mundo forense, el de las morgues y los laboratorios policiales son mi motor de escritura” 

Cómo la historia propia puede ser el puntapié para crear un mundo tal cual a lo que conocemos: con sus cosas buenas, malas y con sus carencias. Su realidad es su ficción. Así lo cuenta el escritor argentino de los libros de género negro y policial, tales como “Modus operandi” (Obra de Interés Legislativo para la Provincia de Buenos Aires por la Honorable Cámara de diputados), “Epicrisis”, “Error de cálculo” y “Principio de intercambio”.

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Cómo la historia propia puede ser el puntapié para crear un mundo tal cual a lo que conocemos: con sus cosas buenas, malas y con sus carencias. Su realidad es su ficción. Así lo cuenta el escritor argentino de los libros de género negro y policial, tales como “Modus operandi” (Obra de Interés Legislativo para la Provincia de Buenos Aires por la Honorable Cámara de diputados), “Epicrisis”, “Error de cálculo” y “Principio de intercambio”.


“La escena del crimen cuenta una historia si sabés escucharla. Te muestra quién estuvo ahí, qué hizo y, en algunos casos, hasta te permite entender el porqué”, Santiago Soler.

Gastón Intelisano es criminalista, escritor, y trabaja en una morgue. Ha publicado seis novelas en las cuales relata en primera persona los casos de “Santiago Soler”, un criminalista oriundo de Mar del Plata que resuelve casos policiales valiéndose de las pruebas que recolecta en su tarea forense. 

-¿Cuándo y cómo llegó Soler a tu vida?

-Mi primera novela la escribí entre 2003 y 2005 y no salió hasta 2011. Trabajaba en esa época en El Ateneo y se la di a un amigo que también hoy en día es escritor (Luis Mey). Le pasé el manuscrito y como él estaba acostumbrado a escribir, a leer y le dije: “Fijate qué te parece, míralo”. 

Volvió una semana o semana y media después y dijo que estaba re para publicarlo porque no hay novelas argentinas en las que el protagonista sea un forense. Además le pareció que lo contaba muy bien, era fluido, como si lo estuviera viendo. Eso me dicen siempre: que mis novelas son muy gráficas.

-¿Cómo conviven en la misma cabeza un perito que tiene que trabajar metódicamente y un escritor que es creativo y se deja llevar?

-Es fácil porque mis novelas están escritas en primera persona, lo que me lleva a tener que meterme en la cabeza del personaje, un criminalista. Entonces, de alguna forma, él tiene que ser como soy yo en algunos aspectos. En un principio, imagínate: primera novela, escrita en primera persona, el protagonista hace el mismo trabajo que hago yo o muy parecido. No había forma de que no hubiese un montón de mí en el personaje. Con el correr del tiempo fui, también, haciendo que tome su vuelo propio, que haga cosas que por ahí yo no hice  o que haga cosas mejor que las hago yo o como me gustaría hacerlas. Ahora siento que tiene personalidad propia.

– Cuando te sentás a escribir, ¿ya sabés que todo pasa desde un mismo lugar?

-Sí, siento que soy una especie de médium como que Soler habla a través de mí. Yo soy un instrumento para lo que él hace, lo que él dice. En ese momento, Gastón Intelisano no está ahí, está el que escribe. 

A veces me pasa que se me ocurren diálogos completos. Si tengo la suerte de estar sentado frente a la máquina escribiendo siento que hago como los que transcriben en los juicios y escucho. Algunas voces me son familiares porque algunos de los personajes están basados en gente que conozco.

– Y, ¿te sirve como una liberación? 

-Sí. Está bueno porque yo tengo el poder, porque si quiero que en la novela llueva, llueve; si quiero que a un personaje le pase algo, le pasa. Yo manejo un universo. En mi trabajo, no; estoy limitado a lo que hay que hacer, a cómo hay que hacerlo, hay un procedimiento.

– ¿A qué te dedicás actualmente?

-Trabajo desde hace 12 años en la Morgue Judicial dependiente del Ministerio Público del Poder Judicial de Lomas de Zamora.

– ¿Cómo llegaste ahí?

-Estaba haciendo la Tecnicatura en Autopsias y llegó al Instituto un pedido de personal técnico para trabajar en la Morgue Judicial. Pedían técnicos de autopsia, que son quienes acompañan al médico forense durante la autopsia y hacen todo el procedimiento práctico como son subir el cuerpo a la mesa, lavarlo, tomarle las medidas, abrirlo, sacarle los órganos y pesarlos.

-Además de ser perito y trabajar en la Morgue Judicial, ¿considerás a la escritura como un trabajo?

-Sí, porque me lo tomo como un trabajo; o sea, le dedico tiempo. Cuando estoy escribiendo tengo estructurados los momentos en los que me dedico a hacerlo. 

Soy más de escribir por la mañana, aunque la inspiración te puede venir en distintos momentos del día y si podés sentarte a trabajar con la computadora mejor, sino uno va tomando notas o guardando en la cabeza esas ideas. 

-¿Cómo lográs ponerte también en el lugar de la víctima y el criminal sin dejar de ser quien les da vida a todos ellos?

-Escribir en primera persona te lo hace más fácil porque siempre ves desde el mismo punto de vista, toda la historia pasa a través de los ojos del protagonista. 

Si yo escribiera en tercera persona o en omnisciente, por ahí me sería más difícil porque me tendría que poner en el lugar de la víctima, del asesino. Acá todo lo veo desde la óptica de él, que podría ser mi óptica. 

– ¿Practicás la escritura desde chico? ¿Cómo es tu relación con esta parte tuya?

-Yo siempre digo que la primera escritora que conocí fue mi vieja. Fue la primera persona que yo vi que llevaba un registro disciplinado porque no había un día que no escribiera. Ella enfermó de parkinson pero inclusive estando enferma, hasta el día que pudo, llevaba el registro de los días. Así que, consciente o inconscientemente fue una imagen a seguir, en mi casa yo tenía una escritora.

– ¿Cuál fue la reacción de tus padres cuando les contaste que finalmente eras un autor publicado?

-Mis viejos estuvieron siempre super orgullosos. Me acuerdo que la primera novela la presenté en el salón de actos de mi colegio secundario cuando tenía 32 años, quise presentarla ahí porque siempre me quedó esa cosa con ese salón de actos. Más que nada, estaban contentos de ver que yo había logrado eso que tanto había anhelado. Mi viejo siempre me dice que lo que le dio mucho orgullo fue ver nuestro apellido en la portada de un libro.

-¿Por dónde empezaste a leer en cuestión de géneros literarios?

-Por el terror. Lo primero que leí no fue porque nos lo daban en el colegio, sino por gusto propio. Fue Stephen King, quien de hecho hoy en día es uno de mis dos autores favoritos junto a Patricia Cornwell. 

A Stephen King lo admiro porque tiene esa capacidad de poder contar tantas cosas diferentes; y, después, a Patricia Cornwell porque es la creadora de este subgénero que escribo yo, que es el thriller forense. Dentro del policial, es el subgénero en el que el protagonista o los protagonistas son los forenses.

– Estos dos autores te generan admiración por ser únicos en lo que hacen, ¿qué impacto pensás que generás vos en tus lectores?

-Me gustaría pensar que una mezcla de los dos: esa cosa de poder crear personajes y, a la vez, el hecho de meter al lector en este universo que yo creo que hasta, no por ser autorreferencial, que yo lo exploré no lo había explorado nadie. 

En muy pocas, te diría casi ninguna, novela policial argentina se habla de la morgue, de un laboratorio de Balística y qué se hace, no solo un mero escenario. 

Siento que es mi pequeño aporte a la literatura y es lo que valora el lector, que está contado fielmente, con humildad, tal cual es, con sus cosas buenas, malas y con sus carencias.

-Llegaste muy lejos como escritor, ¿creés que puede haber algo más?

-Espero que sí, quiero creer que sí. Estoy escribiendo la séptima novela de Soler y otro libro de no ficción apuntado a lo forense, pero totalmente aparte de la saga, tiene más que ver con la historia de la ciencia forense en nuestro país revisitada a través de distintos casos. 

-¿Qué le diría un Santiago Soler adulto a un Gastón Intelisano niño?

¡Qué buena pregunta! Yo creo que le diría: “Seguí tu instinto que vas por buen camino”.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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Ornella D’Elia: “El INCAA es autárquico, la idea de querer eliminarlo es ideológico”

La joven actriz opinó que los constantes intentos de atropello del gobierno de Javier Milei contra la cultura son también “una forma de matar nuestra historia”.

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La joven actriz opinó que los constantes intentos de atropello del gobierno de Javier Milei contra la cultura son también “una forma de matar nuestra historia”.


Ornella D’Elia (21) nació en Mar del Plata y creció en Tigre, donde se enamoró de la actuación. Promesa del cine y la TV argentina, a quien comparan mucho en las redes sociales con Angelina Jolie, hoy la rompe en la serie “Camaleón: el pasado no cambia”, donde interpreta a Delfina y comparte pantalla con La China Suárez y Pablo Echarri.

Anteriormente, protagonizó la película Los sonámbulos (2019) y participó en las novelas La 1-5/18 (2021) y Buenos chicos (2023), producidas por Pol-ka. También actuó en La ira de Dios (2022), entre otros proyectos.

-¿Cómo describirías la situación de la industria audiovisual hoy? ¿Creés que está recibiendo el apoyo necesario por parte del Estado?

-Hubo todo un tema inmenso con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). El INCAA es autárquico, la idea de querer eliminarlo es ideológica. Yo creo que hay cosas que van más allá de la financiación. Es una decisión política, es una censura permanente. Con la cultura no se juega así, y es también una forma de matar nuestra historia, porque para muchos es lo que nosotros somos, entonces ahí hay algo más allá político, que es más bien emocional.

-¿Sentís que este momento está más relacionado a decisiones políticas y económicas que con cuestiones artísticas?

-Sí, porque hay personas que se quedaron sin laburo, que tienen hijos, familia, y necesitan seguir adelante. Me importa mucho lo que está pasando con el cine, con mis colegas, mis amigos y la gente que quiero. Deseo que tengan oportunidades, que no la estén pasando mal y que algo que se construyó durante muchos años con tanto amor, esfuerzo y tanta vida puesta en esos proyectos quede completamente desvalido, por debajo de la baldosa.

-¿Cómo cambió la representación de las mujeres en la industria audiovisual?

-Qué difícil esta pregunta. Siento que desde que arranqué a actuar hasta este momento. En mi opinión, el cambio, o por lo menos me veo a mí, es que estamos más plantadas.

-A la hora de seleccionar un proyecto, ¿te inclinás por el guión, el director, el elenco, el mensaje que da? ¿Qué considerás que es lo más importante?

-Me fijo mucho en el guión, porque claramente es lo que va a llevar la historia. Pero también creo en quién está a cargo del proyecto; si me siento cómoda con esa persona, no me importa no conocerla. Si hay algo en su personalidad o en su forma de trabajar que se complementa con la mía, para mí eso es lo más importante.

-¿Cuál fue el proyecto que más te interpeló hasta el momento?

Los Sonámbulos, una película que hice con la directora Paula Hernández, me desafío bastante a nivel personal y profesional. Era una niña y el personaje pasó por un montón de cosas muy fuertes. Cuando leí el guión y cuando lo trabajamos con la directora y con la directora de casting María Laura Berch era impactante leerlo y actuarlo también.

-¿Por qué? ¿Qué recordás de ese personaje?

-No me olvido más que estábamos en el Festival de Mar del Plata, la película había terminado y la gente seguía sentada en la butaca y las mujeres de las primeras filas lloraban. Cuando se levantaron y me vieron, me abrazaron y sentí como cuando una persona está desgarrada y te dice ‘gracias’. No lo podía creer eso. Lo recuerdo como un buen momento, como algo lindo.

-¿Cómo preparás un personaje? ¿Ponés cosas tuyas?

– Siento que todo lo que alguna vez le di a un personaje existe en mí. La actuación tiene eso: te permite encontrarte todo el tiempo con algo nuevo, y ese algo siempre sos vos. Cuando estoy ensayando, en ese momento me pasa mucho que capaz salgo a la calle siendo ese personaje para ver también cómo me mira la gente, o me siento en una plaza para analizar cómo miro y no solamente lo que le pasa a los demás, sino cómo es que voy sintiendo cuando estoy en ese personaje y qué me sucede.

-¿Qué pasa con el después de una escena?

-Yo no puedo hacer una escena y estar desconsolada llorando, o de repente gritando en un ascensor, y cuando el director o la directora dice ‘corte’ que esté todo espectacular. Hay algo que te atraviesa. Y si no sentiste nada, no podés transmitir y eso se ve después cuando mirás una película, serie o lo que sea. Cuando ves a un personaje que está muy emocionado y no está llorando con lágrimas, pero realmente te llega. Eso busco transmitir.

-¿Cómo te llevás con las redes sociales?

-Las redes sociales son muy conflictivas porque nos creemos todo lo bueno y todo lo malo. No son parámetro de nada. Yo estuve con un montón de ataques de pánico y ansiedad, y nadie nunca en las redes sociales se enteró de que estaba pasando por ese momento. Era un espejo de una miserable realidad.

-Te comparan mucho con Angelina Jolie en las redes. ¿Cómo te sentís con eso?

-(Risas) Es verdad, me da un poco de vergüenza porque ella es una bomba, es la mujer más linda, pero no sé si me pasa algo específico.

-¿Tenés algún proyecto que puedas adelantar?

-Sí. Hay estrenos, muchas cosas lindas que todavía no salieron y que las estoy esperando con ganas. Una película de Luis Ortega, una serie y otra película. Después también hay bastantes cosas por apostar en España, que están ahí, pero prefiero ser más prudente con eso.

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Florencia Rodríguez: “Hoy el celular es el tercero en discordia en muchas relaciones”   

La tecnología proporciona acceso inmediato a información, permite formar comunidades y compartir intereses. Sin embargo, su uso excesivo se asocia a una mayor probabilidad de presentar patologías de salud mental.

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La tecnología proporciona acceso inmediato a información, permite formar comunidades y compartir intereses. Sin embargo, su uso excesivo se asocia a una mayor probabilidad de presentar patologías de salud mental.


En la era digital en la que vivimos, la tecnología forma parte del día a día de millones de personas, principalmente de los más jóvenes. Sobre el impacto que tienen las redes sociales, la licenciada en Psicología, Florencia Rodríguez, dice que perjudican las habilidades sociales ya que, cada vez más, “abundan los vínculos virtuales líquidos, superficiales”.

Ella se especializa en parejas, dependencia emocional y adicciones; a la vez que se enfoca en el comportamiento de los más jóvenes y sus vínculos. Además de profesional de la salud, es docente y creadora de contenido desde su cuenta personal

-¿Cómo repercute la tecnología en los vínculos?
-A nivel vincular, cada vez es más difícil conectarse en relaciones cara a cara. Muchos mantienen vínculos virtuales líquidos, superficiales, y desarrollan cada vez menos sus habilidades sociales. Además, logran terminar una relación con tan solo un clic. Hoy el celular es el tercero en discordia en muchas relaciones.

-¿Se puede desarrollar adicción a la tecnología y las redes sociales?

Sí, hoy se habla mucho de adicción a la tecnología. El uso de las redes sociales está generando un gran impacto a nivel personal y vincular. Por un lado, tener varias aplicaciones abiertas en simultáneo y recibir estímulos visuales, sonoros e información, genera un aumento en los niveles de dopamina, ocasionando un vínculo adictivo con el uso de los dispositivos. 

Cada vez se necesita más tiempo en pantalla para generar el mismo efecto, como si fuera una droga. Además de que el uso excesivo de pantallas hace que estemos en varios lugares al mismo tiempo, menos en el presente, en el aquí y ahora. Hoy, vamos a un recital y en lugar de disfrutar el momento, nos preocupamos porque nuestro tema favorito quede grabado en el celular. Entonces, en definitiva, no estuvimos en el recital.

-¿Esto se puede relacionar con patologías como la ansiedad o depresión?

-Sí, totalmente. La repetición de este circuito genera altos niveles de ansiedad y depresión. Todo pasa a ser aburrido fuera de las pantallas, y nos desconectamos cada vez más de nuestros vínculos y de nosotros mismos.

-¿Qué beneficios dirías que tiene el uso de la tecnología?

-El mayor beneficio es que podemos acceder a conocimiento sobre alguna temática específica o a un servicio de calidad desde cualquier parte del mundo. Cuestiones que, antes, para muchos eran inaccesibles. También nos permite estar informados de la realidad y de movimientos de diferentes países del mundo.

-¿Y respecto al ámbito social? 

-En cuanto a lo social, pienso que posibilita el armado de redes de apoyo, contención y también permite compartir intereses. Se generan muchas comunidades a través del uso de la tecnología.

 -¿Cuál es el impacto que tiene el uso de la tecnología en los adolescentes?

-Hoy todo está en internet, los chicos cada vez tienen menos herramientas para resolver problemas cotidianos, ya que no se preocupan en buscar los recursos, obtienen la respuesta rápida en Google. Esto se ve reflejado hasta en las tareas, hoy en día hay muchos docentes que cuando corrigen trabajos prácticos notan que se hicieron con Inteligencia Artificial (AI). En definitiva, se terminan viendo afectadas muchas de nuestras capacidades: el lenguaje, la concentración, la memoria…

-¿Cuáles son las edades más vulnerables para sufrir las consecuencias de un uso indebido?

-Si bien los adolescentes de entre 12 y 16 años son los más vulnerables a los efectos perjudiciales de las plataformas, todos los que no reciban acompañamiento y límites de parte de sus padres pueden sufrir las consecuencias de un uso indiscriminado. Hoy vemos muchos padres ocupados, pero pocos abocados a la crianza o brindando tiempos de calidad.

-¿Cómo debería ser el rol de los padres? ¿Deberían estar presentes o controlar el contenido al que acceden sus hijos? 

-Los padres son quienes deben regular el uso de las tecnologías según la edad. Y, sobre todo, deben enseñar con el ejemplo: si ellos están todo el tiempo hiperconectados, ¿cómo pedirle a sus hijos lo contrario? Deben limitar la cantidad de aplicaciones descargadas en los dispositivos, el tiempo de uso y utilizar las restricciones de edad de cada aplicación. Y también informar y educar para prevenir el grooming.

-Últimamente se está viendo un aumento en los casos de apuestas online.

-Sí, sobre todo en hombres. Cada vez hay más casos de ludopatía y se está dando en edades más bajas. Las aplicaciones de juegos o canales de apuestas virtuales son verdaderamente un problema. Los padres les dan a los hijos el uso libre de la tecnología sin ningún tipo de moderación, y esto los habilita a tomar este tipo de riesgos.

-¿Se observan diferencias entre hombres y mujeres en el uso de las redes y otros entornos tecnológicos como los videojuegos? 

-Sí, las mujeres son más usuarias de las redes sociales. Los hombres también utilizan mucho los videojuegos. 

-¿Por qué creés que se da la diferencia de género? 

Los hombres suelen estar más tiempo hiperconectados porque, en general, son quienes desarrollan menos recursos a nivel emocional, son más evitativos. Y precisamente el celular es una herramienta que les permite evitarse, no conectar con lo que les pasa. También se combina con que son más inmaduros emocionalmente y utilizan los videojuegos para continuar alojados en ese lugar de niños, para evadir las responsabilidades.

-¿Y en las mujeres?

-A las mujeres se les juegan más cuestiones de autoestima a través de las redes. Prevalecen mayormente los sentimientos de envidia y la competencia con otras mujeres, que lleva a una búsqueda constante de aprobación externa.

-¿Aprobación externa en forma de likes?

-Sí. Hace poco Instagram incluyó una opción para no visualizar los likes. Hoy, todo se negocia por un like. La pregunta es: ¿cuál es el límite?


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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Agustín Gómez Sanz: “La Revista Lazer era internet sin internet”

El primer redactor de la mítica revista de cómics y anime argentina habla sobre el legado que dejó la publicación respecto del humor y la cultura japonesa. 

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En julio de 1997, Leandro Oberto y Pablo Ruiz, fundadores de la editorial Ivrea, sacaron a la luz la Revista Lazer. La publicación tenía características que la diferenciaban del resto, como por ejemplo, su lenguaje coloquial muy marcado, su humor y, más adelante, el correo de lectores en el que se mantenía una conversación con quienes enviaban sus cartas a la editorial. 

A los pocos números de salida Agustín Gómez Sanz es contactado por Leandro para que, en principio, sea colaborador. Este llamado lo convirtió en uno de los primeros redactores de la revista hasta el año 2006, tres años antes del cierre de la publicación. A su vez, esto desembocó en su temprano ingreso a Ivrea donde se encargó de traducir múltiples mangas al español.

-¿Cómo fue el momento en el que pasaste de escribir un artículo a ser redactor de la revista?

-Leandro necesitaba información sobre los nombres de los personajes de Sailor Moon. Él sabía de mis conocimientos en japonés por lo que me pidió si podía escribir un pequeño apartado. Al siguiente número me pidió dos notas y para el próximo ya escribíamos la revista mitad y mitad.

-¿Era muy difícil conseguir información sobre un producto tan lejano?

-El acceso a la información era muy restringido y esporádico. No había internet prácticamente y la que había era muy lenta. Incluso Windows a veces no sabía cómo interpretar el japonés en las páginas web. Justamente la falta de información sobre el idioma fue el motivo por el cual yo pude entrar. 

-¿En qué se basaban para elegir los temas?

-Tratábamos de estar al tanto de qué se iba a publicar, qué era lo próximo a salir. Había muy pocos estrenos pero teníamos relación con los canales que iban a emitir las cosas. La idea de que alguien pudiera ver una serie completa de punta a punta en ese entonces era muy extraño así que nos encargabamos de brindar las guías de capítulos.

-¿Y la elección de los especiales en qué se basaba?

-La idea de los especiales surge porque las notas primero se hacían de a pedazos. Llegabas a contar la información que había hasta el momento que escribías pero con el paso del tiempo quedaba obsoleto y había que hacer una nota más del tema. Nos dimos cuenta que podíamos compaginar todo en una revista especial. Al principio surgió como un rejunte. Después fue más hacer una enciclopedia que incluya todo lo referido hasta el momento.

-Dentro del humor que manejaba la revista se usaban muchas imágenes con texto simple, ¿podrían considerarse los primeros memes?

-Yo me fui haciendo cargo de la parte humorística de la revista. Contaba con una carpeta que tenía millones de imágenes sobre Japón entonces surgió la idea de crear una sección que sea la imagen con un epígrafe y se empezaron a dar chistes recurrentes. No creo que sean los primeros memes pero si es un poco lo que hoy es el lenguaje de internet. 

-¿De dónde surge el característico lenguaje coloquial que usaban en la revista?

-Era una decisión editorial muy fuerte. Una regla que habíamos marcado para todos los redactores junto con el no hablar en primera persona. La idea era hacer una nota objetiva, sin decir qué te gusta y qué no, como si te la estuviera contando un amigo.

-¿Sentís que la revista influyó en el crecimiento de la cultura japonesa en el país?

-Todos los que formamos Lazer estábamos ubicados en un momento específico y preciso que generó que la Lazer sea internet sin internet. Servimos para dar a conocer y masificar, pero no podemos decir que el crecimiento fue por lo que nosotros hicimos. Quizás si no estaba la Lazer pasaba igual. Fue más una sincronía que una causa y efecto. Es innegable que hubo una explosión de la cultura japonesa; y si ayudamos a que eso pasara, fantástico. Pero no somos una de las razones por las que eso sucedió.

-¿Llegaron a tener impacto fuera de Argentina?

-Llegaban cartas tanto de acá como de otros países de Latinoamérica. Nos planteamos cómo sería publicarla afuera, pero lo que hacía especial a la revista era esa personalidad que uno sentía que conocía a la persona con la que estaba hablando. Si la publicabamos afuera había que hacerlo con gente local que diera justamente esa localidad.

Primera edición de la Revista Lazer del 7 de julio de 1997.

-¿Cómo era el proceso para elegir qué cartas de lectores se publicaban?

-Leandro recibía las cartas y se fijaba qué podía funcionar más en el “Correo de lectores”. La idea era que se dé una conversación. No se censuraba nada. Se buscaba qué era lo más interesante que podía surgir tanto por la carta recibida como por la respuesta que se le pudiera dar en la revista.

-¿Cómo lograron sobrevivir a la crisis del 2001?

-Para Lazer no fue un problema en el sentido de que la información seguía estando disponible mientras hubiera fondos. Gracias a que Ivrea publicaba mangas en España podíamos seguir editando sin problemas acá y, además, la revista en ese entonces tenía un éxito bastante grande.

-¿Influyó la censura que solían recibir los animes en la televisión a la hora de informar sobre los mismos?

-Nosotros mostrábamos lo que no se mostraba en la televisión. Era una forma de mostrar la diferencia cultural, el mostrar que allá se veían cosas que acá la gente se volvía loca por tapar u ocultar y no pasaba nada. Era mostrar cuál era el producto original.

-¿Llegaron a tener problemas por derechos de autor o por licencias?

-En esa época se podía publicar mientras dijéramos que los derechos eran reservados e indicar a quién le pertenecían. Podíamos movernos un poco más sueltos siempre y cuando este ese disclaimer en los créditos dando a entender a quien correspondían las imágenes pero no, no se pagaban derechos.

-Si la revista Lazer se publicará hoy, ¿qué crees que sería diferente y que podría mantenerse igual?

-Nada podría ser lo mismo, hacerla de igual manera hoy no tendría sentido. Todos los temas que nosotros tratábamos de volver mainstream son el mainstream de hoy en día. El problema ya no sería la información sino cómo presentarla y qué información elegimos contar. 

La información es tanta hoy en día que dejó de ser lo importante. El juego hoy está en crear un contexto. Conectar y explicar las referencias que contextualizan. La información está en todos lados, darle contexto sería el servicio hoy en día. Habría que darle una vuelta de rosca a los datos que ya existen dando vueltas.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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