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Gastón Intelisano: “El hecho de dar a conocer al lector el mundo forense, el de las morgues y los laboratorios policiales son mi motor de escritura” 

Créditos: Silvia Boemo

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Cómo la historia propia puede ser el puntapié para crear un mundo tal cual a lo que conocemos: con sus cosas buenas, malas y con sus carencias. Su realidad es su ficción. Así lo cuenta el escritor argentino de los libros de género negro y policial, tales como “Modus operandi” (Obra de Interés Legislativo para la Provincia de Buenos Aires por la Honorable Cámara de diputados), “Epicrisis”, “Error de cálculo” y “Principio de intercambio”.


“La escena del crimen cuenta una historia si sabés escucharla. Te muestra quién estuvo ahí, qué hizo y, en algunos casos, hasta te permite entender el porqué”, Santiago Soler.

Gastón Intelisano es criminalista, escritor, y trabaja en una morgue. Ha publicado seis novelas en las cuales relata en primera persona los casos de “Santiago Soler”, un criminalista oriundo de Mar del Plata que resuelve casos policiales valiéndose de las pruebas que recolecta en su tarea forense. 

-¿Cuándo y cómo llegó Soler a tu vida?

-Mi primera novela la escribí entre 2003 y 2005 y no salió hasta 2011. Trabajaba en esa época en El Ateneo y se la di a un amigo que también hoy en día es escritor (Luis Mey). Le pasé el manuscrito y como él estaba acostumbrado a escribir, a leer y le dije: “Fijate qué te parece, míralo”. 

Volvió una semana o semana y media después y dijo que estaba re para publicarlo porque no hay novelas argentinas en las que el protagonista sea un forense. Además le pareció que lo contaba muy bien, era fluido, como si lo estuviera viendo. Eso me dicen siempre: que mis novelas son muy gráficas.

-¿Cómo conviven en la misma cabeza un perito que tiene que trabajar metódicamente y un escritor que es creativo y se deja llevar?

-Es fácil porque mis novelas están escritas en primera persona, lo que me lleva a tener que meterme en la cabeza del personaje, un criminalista. Entonces, de alguna forma, él tiene que ser como soy yo en algunos aspectos. En un principio, imagínate: primera novela, escrita en primera persona, el protagonista hace el mismo trabajo que hago yo o muy parecido. No había forma de que no hubiese un montón de mí en el personaje. Con el correr del tiempo fui, también, haciendo que tome su vuelo propio, que haga cosas que por ahí yo no hice  o que haga cosas mejor que las hago yo o como me gustaría hacerlas. Ahora siento que tiene personalidad propia.

– Cuando te sentás a escribir, ¿ya sabés que todo pasa desde un mismo lugar?

-Sí, siento que soy una especie de médium como que Soler habla a través de mí. Yo soy un instrumento para lo que él hace, lo que él dice. En ese momento, Gastón Intelisano no está ahí, está el que escribe. 

A veces me pasa que se me ocurren diálogos completos. Si tengo la suerte de estar sentado frente a la máquina escribiendo siento que hago como los que transcriben en los juicios y escucho. Algunas voces me son familiares porque algunos de los personajes están basados en gente que conozco.

– Y, ¿te sirve como una liberación? 

-Sí. Está bueno porque yo tengo el poder, porque si quiero que en la novela llueva, llueve; si quiero que a un personaje le pase algo, le pasa. Yo manejo un universo. En mi trabajo, no; estoy limitado a lo que hay que hacer, a cómo hay que hacerlo, hay un procedimiento.

– ¿A qué te dedicás actualmente?

-Trabajo desde hace 12 años en la Morgue Judicial dependiente del Ministerio Público del Poder Judicial de Lomas de Zamora.

– ¿Cómo llegaste ahí?

-Estaba haciendo la Tecnicatura en Autopsias y llegó al Instituto un pedido de personal técnico para trabajar en la Morgue Judicial. Pedían técnicos de autopsia, que son quienes acompañan al médico forense durante la autopsia y hacen todo el procedimiento práctico como son subir el cuerpo a la mesa, lavarlo, tomarle las medidas, abrirlo, sacarle los órganos y pesarlos.

-Además de ser perito y trabajar en la Morgue Judicial, ¿considerás a la escritura como un trabajo?

-Sí, porque me lo tomo como un trabajo; o sea, le dedico tiempo. Cuando estoy escribiendo tengo estructurados los momentos en los que me dedico a hacerlo. 

Soy más de escribir por la mañana, aunque la inspiración te puede venir en distintos momentos del día y si podés sentarte a trabajar con la computadora mejor, sino uno va tomando notas o guardando en la cabeza esas ideas. 

-¿Cómo lográs ponerte también en el lugar de la víctima y el criminal sin dejar de ser quien les da vida a todos ellos?

-Escribir en primera persona te lo hace más fácil porque siempre ves desde el mismo punto de vista, toda la historia pasa a través de los ojos del protagonista. 

Si yo escribiera en tercera persona o en omnisciente, por ahí me sería más difícil porque me tendría que poner en el lugar de la víctima, del asesino. Acá todo lo veo desde la óptica de él, que podría ser mi óptica. 

– ¿Practicás la escritura desde chico? ¿Cómo es tu relación con esta parte tuya?

-Yo siempre digo que la primera escritora que conocí fue mi vieja. Fue la primera persona que yo vi que llevaba un registro disciplinado porque no había un día que no escribiera. Ella enfermó de parkinson pero inclusive estando enferma, hasta el día que pudo, llevaba el registro de los días. Así que, consciente o inconscientemente fue una imagen a seguir, en mi casa yo tenía una escritora.

– ¿Cuál fue la reacción de tus padres cuando les contaste que finalmente eras un autor publicado?

-Mis viejos estuvieron siempre super orgullosos. Me acuerdo que la primera novela la presenté en el salón de actos de mi colegio secundario cuando tenía 32 años, quise presentarla ahí porque siempre me quedó esa cosa con ese salón de actos. Más que nada, estaban contentos de ver que yo había logrado eso que tanto había anhelado. Mi viejo siempre me dice que lo que le dio mucho orgullo fue ver nuestro apellido en la portada de un libro.

-¿Por dónde empezaste a leer en cuestión de géneros literarios?

-Por el terror. Lo primero que leí no fue porque nos lo daban en el colegio, sino por gusto propio. Fue Stephen King, quien de hecho hoy en día es uno de mis dos autores favoritos junto a Patricia Cornwell. 

A Stephen King lo admiro porque tiene esa capacidad de poder contar tantas cosas diferentes; y, después, a Patricia Cornwell porque es la creadora de este subgénero que escribo yo, que es el thriller forense. Dentro del policial, es el subgénero en el que el protagonista o los protagonistas son los forenses.

– Estos dos autores te generan admiración por ser únicos en lo que hacen, ¿qué impacto pensás que generás vos en tus lectores?

-Me gustaría pensar que una mezcla de los dos: esa cosa de poder crear personajes y, a la vez, el hecho de meter al lector en este universo que yo creo que hasta, no por ser autorreferencial, que yo lo exploré no lo había explorado nadie. 

En muy pocas, te diría casi ninguna, novela policial argentina se habla de la morgue, de un laboratorio de Balística y qué se hace, no solo un mero escenario. 

Siento que es mi pequeño aporte a la literatura y es lo que valora el lector, que está contado fielmente, con humildad, tal cual es, con sus cosas buenas, malas y con sus carencias.

-Llegaste muy lejos como escritor, ¿creés que puede haber algo más?

-Espero que sí, quiero creer que sí. Estoy escribiendo la séptima novela de Soler y otro libro de no ficción apuntado a lo forense, pero totalmente aparte de la saga, tiene más que ver con la historia de la ciencia forense en nuestro país revisitada a través de distintos casos. 

-¿Qué le diría un Santiago Soler adulto a un Gastón Intelisano niño?

¡Qué buena pregunta! Yo creo que le diría: “Seguí tu instinto que vas por buen camino”.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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