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Jugar para jugar: más de 100 juegos de mesa para estar “vivos y vitales”

LudiArte nos invita a compartir momentos lúdicos. Una experiencia en primera persona en un evento de juegos de mesa en Quilmes.

La tarde estaba hermosa, tanto es así que decidí evitar tomar el colectivo y patear esas cuadras que me separaban de mi casa y el evento al que me dirigía. Buscaba un lugar en pleno centro de Quilmes donde se realizaría un encuentro de juegos de mesa “modernos”. Pero, ¿por qué la aclaración de “modernos”? ¿Qué diferencia existe con aquellos juegos de mesa que ya conocemos todos?

En cuanto decidí cubrir este encuentro me comuniqué con algunas personas, profesionales del tema, para desasnar esas dudas. Como, por ejemplo, con Alejandro Oliva: escritor y profesor de ajedrez; docente del Instituto Terciario Yuguets, tecnicatura en Ludotecas, Juegos y Juguetes; y, además, especialista en juegos tradicionales y de pueblos originarios. Al consultarle me dijo: “Para comprender lo nuevo, conocé de dónde vienen. Leé el libro ‘Ajedrez, dados y tablas’, de Alfonso X, más conocido como ‘Alfonso, el sabio’, Rey de España en el siglo XIII que fue el primer gobernante que habló oficialmente de juegos, de dónde jugarlos y de sus reglamentos”. ¿Siglo XIII? ¿Cómo pasamos de los juegos de mesa comerciales tradicionales a estos modernos? ¿Dónde quedaron el TEG, el Estanciero, el Monopoly y muchos otros más? 

Pensativo, crucé las vías y llegué a Olavarría 70. La cita era a las 15 horas. Hablé con la gente de LudiArte, organizadora del evento, para poder estar un rato antes y ver el armado, lo que se conoce como la cocina de un show

El lugar es una casa adaptada para que funcione como Centro Terapéutico, con un amplio hall de entrada que anteriormente se usaba como garaje. Al fondo desembocaba en un lindo espacio verde y a la izquierda se encontraban los ambientes que hoy funcionan como salas de juego. 

Me sorprendió la cantidad de cajas con juegos que bajaban de un vehículo a penas llegué. Nancy Ludiarte, fundadora del proyecto, me comentó que para el encuentro trajeron aproximadamente unos 100 juegos, aunque el promedio suele ser entre 150 y 200. Esto despertó aún más mi curiosidad.

Los juegos eran acomodados sobre las mesas y las bibliotecas que había en cada sala. Los interesados empezaron a llegar. Al ingresar, se acercaban y les consultaban a los organizadores de qué iba cada juego, su temática, cantidad de jugadores, edades, duración, entre otros. Una vez evaluado todo eso, elegían cuál llevar a su mesa. Al rato volvían entusiasmados buscando algún otro juego desconocido para ellos.

Había cajas que, por su arquitectura, te invitaban a jugar. Eran hipnóticas, sucumbías ante su majestuosidad: Sagrada, Azul, Aqualin, Splendor, Carcassonne… son solo algunos de los nombres que, hasta ese día, eran totalmente desconocidos para los que estábamos ahí. 

Decidí acercarme y chusmear un poco antes de sumarme a alguna partida. A los pocos segundos de recorrer las mesas me dí cuenta que había descubierto un espacio mágico. Sentí la misma sensación que sintió Harry Potter al entrar al Callejón Diagon para comprar sus útiles escolares, y adentrarse en un mundo paralelo totalmente desconocido para él. 

Me acerqué a Viviana, una jugadora solitaria que se enganchó con el Katamino, que es una especie de tetris de madera, donde el objetivo es acomodar las piezas tipo rompecabezas, en un espacio limitado, desafiando tu imaginación. Indignada me expresa que hace como media hora que no puede pasar de nivel, pero que no se iba hasta no pasarlo. Su entusiasmo y tenacidad me llevaron a investigar un poco más acerca de estos juegos modernos. 

Por su parte, Fabián Martínez Torre, docente, diseñador y especialista en juegos modernos, ubica al Catán como la punta de lanza hacia una nueva dimensión de juegos. Cuenta que fue creado en Alemania por Klaus Teuber y se lo considera el responsable del concepto de juego europeo (Eurogame) que es una línea de juegos donde, entre otras cosas, “se reconoce al autor”, y “tiene una serie de condiciones que se diferencian de la llamada línea americana”. 

Según explica el especialista, los juegos “pasan a ser más dinámicos, de mayor interacción entre los participantes”, y, por lo tanto, con “menos tiempos muertos” en las partidas. La velocidad en el mundo es otra y eso se traslada a los juegos.

Realmente se percibe que la dinámica y rapidez de los juegos es muy distinta a los que yo estaba acostumbrado. Las maratónicas partidas de TEG, de noches enteras, se reemplazan por partidas de Catán o Carcassonne de una duración máxima de 75 minutos. La mayoría de los juegos actuales tienen un promedio de resolución de 30 minutos. O sea que, en un encuentro de este tipo, estipulado en tres horas, podrías conocer y jugar entre cinco y seis juegos distintos. Es más, y un detalle no menor, es que varios tienen la modalidad solitaria.

“Catán”: juego de mesa que tiene como objetivo crear pueblos, ciudades y autopistas.

Dentro de toda esa vorágine, en una de mis incursiones a las mesas, me llamó la atención particularmente uno que estaba presentado en una cajita sencilla -comparada con el resto-. Era chiquita, azul con detalles en verde agua y el dibujo de un submarino. Este juego se llama “Deep Sea Adventure” (“Aventura en aguas profundas”). 

De origen japonés, creado por Jun Sasaki y Goro Sasaki, juego minimalista, colaborativo y, a la vez, competitivo donde tu misión es rescatar más tesoros de las profundidades que tus adversarios, sin quedarte sin aire -el cual es compartido-. ¡Me partió la cabeza! Lo jugué dos veces en partidas de dos a seis jugadores y en una duración de 30 minutos. No está editado en el país.

Sin darme cuenta ya llegaba al final del encuentro. Fueron tres horas que parecieron segundos, plagadas de una interacción social que hacía tiempo no veía. Un sitio donde no tuvo lugar el celular ni las redes sociales. 

Al salir tenía muchos mensajes sin contestar, pero siguieron así por un rato largo. Busqué dónde podía conseguir esa cajita mágica japonesa y volví a mis actividades. Pero, por la noche, conversé con la licenciada en Artes Combinadas, Nancy Fernández Parra: “El juego está dentro del ser humano, nacemos casi jugando. El juego tiene una dimensión de objeto de estudio inconmensurable. Cuando nos encontramos frente al juego es como encontrarse frente al mar, a un mar absolutamente infinito”. 

“Es imprescindible para el ser humano. Debemos lograr que esa profundidad inmensa que vemos en él sea accesible, que se vuelva asombro y descubrimiento”, siguió. Y, es cierto, cuando uno descubre algo fascinante en su vida, éste llega para quedarse aunque no sabía que ya lo traía dentro; solo necesitaba darme cuenta.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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