Estos animales gigantes que con sus increíbles cantos, saltos y saludos asombran cada año a miles de turistas de todo el mundo que visitan las costas chubutenses para conocerlas y llevarse un recuerdo para toda la vida.
Cada junio aparecen los mamíferos más grandes y amigables que surcan nuestro queridísimo mar argentino: las ballenas francas australes. Las Eubalaena Australis comienzan a llegar al Área Natural Protegida “Península Valdés” y sus alrededores durante la temporada invernal para aparearse, dar a luz a sus crías, amamantar y socializar.
Este cetáceo es considerado uno de los más grandes y longevos del mundo: llegando a pesar 40 toneladas, a medir más de 15 metros de largo y a vivir un promedio de 60 años. El regreso de estos majestuosos seres a las costas patagónicas se debe a lo que en ecología se llama “Filopatria” o “fidelidad de sitio”, un fenómeno que se transmite culturalmente de madres a hijas, según las investigaciones realizadas por el Instituto de Conservación de Ballenas.
En la actualidad, a Chubut llegan más de 1.300 ejemplares, siendo la mayoría parte de grandes árboles genealógicos, como el caso de la ballena “71” que cuenta con cinco generaciones al día de hoy gracias al registro de foto-identificación iniciado hace 50 años por el científico estadounidense Roger Payne, quien también fue el que descubrió el canto de las ballenas a fines de los años 60’s.
Puerto Madryn: una experiencia inolvidable
Tener la oportunidad de verlas en vivo y en directo es algo incomparable para el ojo humano; y actualmente hay diferentes opciones donde los visitantes las pueden apreciar desde diferentes vistas y, lo mejor, ¡adaptables a la diversidad de los bolsillos!
Dentro de las primeras opciones gratuitas está la ciudad de Puerto Madryn, un icono turístico ubicado en el centro del Golfo Nuevo que posee una de las playas más lindas y cálidas de la provincia. Este lugar que, con el pasar de los años fue creciendo socio-económicamente, es uno de los preferidos para estos mamíferos que aún con la presencia de grandes embarcaciones pesqueras y turísticas que transitan la costa día a día, eligen quedarse ya que su curiosidad y capacidad social son más fuertes.
Vivir la experiencia de caminar por la rambla e incluso sentarse a tomar mates en la arena apreciando sus saltos, sonidos y ver el aire que expulsan con fuerza a través de su espiráculo, es algo mágico e inolvidable. Un privilegio que tienen solo los que viven y transitan todos los días esas tranquilas orillas madrynenses.
“Para mí, particularmente, ¡junio es la mejor época del año! Levantarnos todos los días y encontrarnos y escuchar los soplidos, y ver qué imagen podemos lograr es lo más lindo que tiene esto”, cuenta sobre sus grandes amigas Maxi Jonas, fotógrafo especializado en ballenas, oriundo de Puerto Madryn.
El Doradillo y sus amigos
Adentrándonos por caminos de nativa estepa patagónica hacia la Ruta Provincial N° 42, a 15 kilómetros de la ciudad, se puede llegar a un lugar increíble que permite contemplarlas en su mayor estado salvaje: la Playa “El Doradillo”. Esta costa tiene una extensión de 25 kilómetros y es el lugar donde más se acercan y socializan, no solo entre ellas, sino también con los humanos.
“Me ha pasado estar en El Doradillo con gente que toca una guitarra y las ballenas se acercan, responden a los sonidos. Son muy parecidas a nosotros en un montón de cuestiones”, comparte Jonas, con gran asombro al contar la inteligencia que posee este fascinante animal y la manera de comunicarse a tan corta distancia.
Además de tener la posibilidad de ver a grandes grupos de ballenas a menos de 10 metros de distancia -y de manera totalmente gratuita-, también quienes viajen a esta playa podrán apreciar diferentes animales autóctonos de la zona como son los zorros, guanacos, cuises, aves y lobos marinos, que junto a las grandotas arman el combo perfecto para aquellos amantes de la naturaleza, el agua y la tranquilidad.
Puerto Pirámides: entre acantilados y ballenas
Para los que prefieren embarcarse y apreciarlas mar adentro, Puerto Pirámides es el lugar por excelencia ubicado a 95 kilómetros de Madryn en la famosa “Península Valdés”. Este pequeño pueblo costero que se encuentra rodeado de acantilados milenarios y solo cuenta con 600 habitantes ofrece una de las excursiones únicas en la Argentina y el mundo: los avistajes de ballenas.
Con más de 120 años de historia, este hermoso paraje a principios del siglo XX llegó a ser el pueblo más habitado de la provincia debido a la explotación salinera; pero fue decayendo poco a poco luego de la Primera Guerra Mundial y la aparición de los frigoríficos, ya que las carnes, conservas y comidas se empezaron a guardar en heladeras. No obstante, todo esto cambió rotundamente a partir de los años 70 con el nombramiento de un nuevo Patrimonio de la Humanidad: la ballena franca austral.
Actualmente, Puerto Pirámides cuenta con seis empresas dedicadas a los viajes náuticos y es considerado uno de los atractivos más importantes de la Patagonia argentina gracias al gran movimiento turístico que recorre la zona y que aumentó masivamente luego de la tan devastadora pandemia de 2020. “La gente está apostando a tratar de disfrutar lo más que pueda porque no sabe qué es lo que va a pasar mañana”, manifiesta Micky Sosa, guía ballenero perteneciente a la empresa de avistajes Peke Sosa, una de las pioneras en la zona.
Conciencia ambiental
Lejos de lo que muchos pensarán, el avistamiento embarcado se promueve de manera responsable con el medioambiente y el mundo animal donde las empresas habilitadas deben cumplir con las regulaciones correspondientes como la “técnica patagónica de avistaje” que rige el correcto desarrollo de la actividad, adecuando la conducta de los operadores a los objetivos conservacionistas, educativos y ambientales en el área natural.
“El avistaje de ballenas tiene que ser en todo sentido una actividad basada en la sustentabilidad. Es importante que las personas puedan estar informadas y capacitadas para saber cómo comportarse frente a estos animales, respetar su hábitat y participar en su conservación”, sostiene Diego Taboada, presidente del Instituto de Conservación de Ballenas, refiriéndose a los requisitos que deben cumplir empresas y balleneros para poder prestar el servicio.
Además de ser tiernas y darnos grandes espectáculos, la conservación de este increíble animal es esencial para el futuro del planeta y el ser humano ya que son una solución natural al cambio climático. Según estudios realizados por la Fundación Aquae, la ballena es capaz de capturar toneladas de carbono y reducir el CO2 de la atmósfera. Durante su larga vida retienen grandes cantidades de carbono que, una vez que mueren, se llevan al fondo del mar reteniendo ese CO2.
Es más, este magnífico ser elige con conciencia ambiental: es que en los lugares donde viven poblaciones de ballenas existe mucho fitoplancton, un organismo acuático que produce al menos el 50% de todo el oxígeno de nuestra atmósfera.
Adoptá una ballena
En un mundo donde la humanidad genera a diario millones de desechos que se dirigen directamente a los océanos y dañan el ecosistema de los seres que lo habitan, es urgente cambiar la mentalidad del hombre para que nuestro planeta continúe siendo habitable a futuro.
Cuidar de este encantador animal que nos puede salvar a todos es sencillo, lo único que necesitamos es la educación. En palabras de Payne de su libro “Entre Ballenas”: “El conservacionismo no es más que un estado de la mente. Todo lo que tenemos que hacer para salvar al mundo es modificar la manera que vemos la vida salvaje. Salvar al mundo no requiere de tecnología sumamente desarrollada… necesita de lo más simple: un cambio en la forma de pensar”.
Es por ello que el Instituto de Conservación de Ballenas promueve el Programa de adopción Ballena Franca Austral, el cual permite apoyar la protección de las ballenas, no importa el lugar donde te encuentres.
Sumándose a la causa, ayudan a dar continuidad a estudios científicos que permitirán conocer el estado de salud de las ballenas, detectar cualquier amenaza y encontrar soluciones a problemas que enfrentan ellas en los océanos. ¡Adoptá una ballena para ayudar a este emblema a seguir siendo parte de nuestra Patagonia!
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
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