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Mucho más que ladrillos de colores: terapia basada en LEGO


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El juego colaborativo dirigido a personas con autismo, demuestra que las habilidades sociales se pueden aprender.


Superficies atestadas de pequeños círculos como base de un ejército de fichas que se erigen y encastran perfectamente a través de un clic. Sus colores brillantes: rojo carmín, amarillo patito, azul francia, verde inglés. 

Con el correr de los años, tomaron todos los tonos del arco iris y sumaron muñecos que se posan a disfrutar de ese universo creado con horas de paciencia, precisión y un millón de clics; un escenario geométrico y perfecto que invita a encogerse para vivir allí pero, ¿cómo pasan los LEGO® de construir mundos y estructuras a construir relaciones entre personas?

Si bien los entrañables ladrillos LEGO® nacieron durante la crisis del 30 en Dinamarca y su creador Ole Christiansen los llamó así por “leg godt” (jugar bien), su contribución terapéutica se reveló recién a fines de los 90 en Estados Unidos. El neuro pediatra Dan Le Goff descubrió a dos de sus pacientes diagnosticados con Síndrome de Asperger interactuar fluidamente con Legos en sus manos. Así fue como en 2004 publicó su método: un sistema de juego con ladrillos, enfocado en el desarrollo de habilidades sociales en niños con autismo, avalado por evidencia científica de las Universidades de Oxford y Cambridge.

En la actualidad, la Sociedad Argentina de Pediatría estima que más de 500.000 personas presentan algún grado de TEA. No obstante, la “Terapia basada en Lego” puso de manifiesto que las habilidades sociales -el mayor obstáculo para las personas neurodivergentes- pueden ser aprendidas y por lo tanto, mejorar su calidad de vida. 

“La E de Espectro es muy salvadora, permite entender que es muy diversa la población y necesitan diferentes tipos de apoyo y estrategias. Desde personas que no hablan hasta personas con lenguaje claro y fluido; personas que se autolesionan y otras que no tienen dificultades conductuales, por esto decimos que el autismo no tiene que ver con una cuestión conductual”, enfatiza Luciano Bongiovani, licenciado en psicología especializado en autismo, docente formador en Habilidades Sociales y Capacitador de Terapia basada en Lego en Argentina.

En la misma línea, Lourdes Calderón, licenciada en psicomotricidad y miembro de FORUM INFANCIA, busca concientizar en que un comportamiento no es un diagnóstico: “En la infancia se escriben en lápiz los diagnósticos porque el niño está en pleno desarrollo. Tal vez alivia la angustia de los padres, pero los docentes no están facultados para diagnosticar autismo desde sus subjetividades, sí a atender cuestiones vinculadas al lazo social que dan señales de alarma y que deberían salir de preescolar super aceitadas”.

Ahora bien, la evidencia de la última década publicada por Fundación Lego señala que la experiencia lúdica no es solo entretenimiento sino un elemento central del aprendizaje: prepara a los niños para futuros retos a lo largo de su vida. Lego los lleva a interactuar, consensuar y tomar decisiones. La idea es que lo aprendido trascienda a otros ámbitos -como la escuela- y poder seguir órdenes, escuchar, expresarse, debatir y esperar. 

“La toma de turnos es fundamental, las personas dentro del espectro suelen hablar todas a la vez. Hay que trabajar esa toma de turnos conversacional tanto verbal como no verbal y aspectos sociales sutiles como prestar atención mirando de frente a quien habla y no darle la espalda”, agrega Bongiovani.

Trabajar el lenguaje no verbal es fundamental, según Calderón desde su labor diaria de psicomotricista: “El niño tiene que jugar, a través del juego vehiculiza las emociones. ¿Por qué levanta tantas veces la torre y la vuelve a tirar? Lo hará tantas veces como necesite, hasta que esté seguro de que si la sopla no se cae. Así, montamos escenas de la vida real para que el niño las pueda jugar y trabajamos mucho con lo que se llama diálogo tónico que no es verbal, sino que se nutre de gestos, miradas, comodidades e incomodidades”.

Créditos: Ian Kendall, 2021

En las sesiones Lego, a cada paciente se le asigna un rol: el de constructor o armador, el de proveedor que busca las piezas y el ingeniero que sigue el manual del modelo o set Lego establecido y da indicaciones a sus compañeros. Estos turnos a lo largo de la sesión van variando por tiempo o por cantidad de pasos, para que puedan aumentar los círculos de comunicación, al tener que pedir las piezas y dar instrucciones se aumenta la interacción.

En la sesión de las cinco de la tarde, en una mesa atestada de bloques -entre paredes prístinas y un mural de Batman Lego- juegan Fabricio de 17 y Juan de 13. Ambos se quejan por lo bajo porque Naza, el tercer miembro del equipo no viene y la rutina es muy importante para ellos. 

Por sugerencia de Bongiovani hacen Lego “estilo libre” -sin modelo predeterminado- improvisando con las fichas clásicas con su creatividad como única arma. Tímidamente pero orgulloso del resultado, Fabricio saca fotos con su celular y alentado por su terapeuta exhibe un cortometraje de King Kong Lego hecho íntegramente por él. Luego, cansado de las felicitaciones y la atención recibida se pone a dibujar con Juan.

“En Club Lego se ven las fortalezas de los pacientes con TEA que en otro ámbito tal vez no. El no tener que utilizar el lenguaje ayuda a la tarea y favorece el hecho de que sea viso constructivo. Sabemos que gran parte de las personas con autismo -no todas- son pensadores visuales, por lo que les es más fácil representar una imagen que el lenguaje verbal”, agrega el psicólogo. 

Asimismo, remarca que el fin es involucrarse entre pares y poder intervenir en lo que le sucede a otro, a veces no hay ladrillos porque los chicos se ponen de acuerdo para hacer otra cosa y eso está okey. Lego particularmente les da un sentido de pertenencia y ese es un motor muy potente para construir habilidades sociales.

Esto lo refuerza Juan Manuel Bula, periodista de Hernandarias, provincia de Entre Ríos y papá de Bianca de 11. “Ella comenzó a los cuatro años terapia con sesiones individuales, una vez por mes tenía sesión grupal o con algún compañero puntual donde se iban ayudando a interactuar, muchas veces la ayudaron a ella y en los momentos donde más avanzaba en la terapia ella ayudó a otros”, cuenta. 

Y, continúa: “Con su madre siempre tratamos de que haga vida normal y forje su carácter. Aunque haya cosas que sensorialmente la afectan ya se hace entender bien y se expresa cuando algo no le gusta, ya no hace los llamados ‘berrinches’ que son un clásico en el mundo del TEA. Bianca va a desde siempre a escuela común, es la única con TEA en su grado y está terminando la primaria”.

En “Equipo Cresiendo” -crecer siendo- grupo dedicado a la atención terapéutica de niñeces y adolescencias dirigido por Bongiovani en la ciudad de Ramos Mejía (zona oeste de GBA), varios ex pacientes adolescentes y adultos han vuelto como coterapeutas a consultorio a transmitir su experiencia como forjar amistades, estudiar o tener un oficio y eso para los terapeutas es sumamente enriquecedor. “El ciclo vital en ocasiones los trae de nuevo a la terapia por cuestiones como formar pareja, por ejemplo, para trabajar las Habilidades Sociales de esa etapa de su vida”, añade el licenciado a cargo.

Sostiene, además, que es radical la diferencia entre quienes tuvieron la posibilidad de trabajar la competencia social desde la infancia y los que no, aunque a medida que crecen hay emociones más complejas de abordar como el amor. El mundo social es tan dinámico y abstracto que para alguien con TEA es un desafío continuo, pero se le pueden ir enseñando todas las habilidades que requiera, se busca que puedan solucionar problemas sociales entre pares y eso les da las herramientas.

“Cuando veo que los chicos se van juntos me emociono, yo lo hacía con mis amigos del colegio y nadie me lo tuvo que explicar, pero yo a ellos sí”, reflexiona Bongiovani y determina: “Habilidades Sociales tiene estas cosas, que yo no negocio. Hago un poco de terapia individual y cuando veo el punto, ¡listo! Lo pongo en dupla para verlo en el intercambio social y las dificultades que muchas veces se dan, sino no las ves. En la vida es imposible pensar una tarea que no tenga algo que ver con un entorno social”.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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