El contexto actual dominado por conglomerados que perpetúan discursos hegemónicos ha contribuido, lamentablemente, a que muchos argentinos se mantengan alejados de su propia historia, un fenómeno que se describe como “deshistorización”. El trabajo de Gustavo Campana se destaca por tratar de ir en contra de esa tendencia.
“Hay una batalla cultural que antecede a la patria”, sostiene Gustavo Campana, periodista argentino y defensor de la memoria histórica. Tiene una larga carrera en los medios de comunicación, trabajó en radio, televisión y en diarios, y ha escrito ocho libros. Actualmente conduce Campana 750, con Guadalupe Regalzi y Jorgelina Rocca por AM 750. Pero, la curiosidad y la búsqueda nace con su programa Funes, el memorioso.
Desde 2011 por AM 750, Gustavo se convierte en Funes -del personaje famoso del cuento de Jorge Luis Borges- y nos invita a sumergirnos en el archivo nacional para devolvernos un pedacito de nuestro pasado. El programa que condujo y creó estuvo al aire durante ocho años y contó con más de 300 capítulos.
–¿Por qué es necesario un programa como Funes, el memorioso?
-Creo en la importancia de la reconstrucción histórica en la Argentina. Tiene que ver con la multiplicación de golpes militares que se vieron en el siglo XX y esa matriz de golpes, tuvo que ver con censura y destrucción de archivos.
A eso hay que sumarle lo que hoy llamamos “batalla cultural”, que antecede a la patria y tiene que ver con una pelea de un modelo de país frente al proyecto de colonia.
Este es el cuarto proceso neoliberal que vive la Argentina en 48 años. Dictadura, menemismo, macrismo y este proceso que estamos atravesando. Todos terminaron con crisis enormes y muertes. Si muchos argentinos hubieran estado cerca de su historia, esto no hubiera sucedido por cuarta vez.
-¿Cómo se formó la idea?
–Nos fuimos dando cuenta a través de otros ciclos radiales del poder que tenía una pieza de archivo. ¡Era increíble! Cuando los oyentes volvían a tomar contacto con la historia, encontraban el por qué de hechos que les habían cambiado la vida.
Son como 300 capítulos. Es un orgullo enorme de algo que después se convirtió en una puesta arriba del escenario con canciones, reproduciendo todas las herramientas que tomamos en Funes en la radio. Acompañando el guión, las piezas de archivo y los reportajes.
Rompió fronteras y ensanchó los tiempos de radio, con una visión más profunda del hecho histórico. En la mayoría de los casos, es una reconstrucción de datos.
-¿Cuáles son algunos recursos para que puedas armar estos guiones y reconstruir la historia?
-Se arma una columna vertebral de la historia. Lo que primero rescatas, es todo lo que no puede no estar. Todo lo que hay que contar si o si. Después, aparecen datos secundarios y buscás la vuelta para que aparezcan.
Como estamos escribiendo para radio hay que hacerlo en un lenguaje que sea lo menos técnico posible. Liso, llano y directo. En el caso de Funes que eran capítulos de una hora, hay que trabajar los matices. Entrar, salir de la historia y sorprenderte. Hay una cuota de ficción en la realidad. Nosotros somos privilegiados para la reconstrucción histórica, porque tenemos todo en cuestión de archivo sonoro.
-¿Desde cuándo se comienza a grabar la palabra en Argentina?
-A partir de la década del 40 con el peronismo se empieza a ver una multiplicación de archivos muy fuerte, porque el peronismo empieza a grabar su palabra. Tienen la intención y logran demostrar el cambio que tiene el país.
A partir de tanto material sonoro, también fílmico, comienza a multiplicarse con la televisión en 1951. Antes, uno tenía que imaginarse la palabra de (Hipólito) Yrigoyen. Yo no se como fue la arenga de San Martín en Chacabuco. Yo sé que hay un escribiente que toma la palabra de San Martín pero me lo tengo que imaginar al tipo.
-A la hora de contar la historia, ¿cómo te interpela la lucha de Nora Cortiñas y de todo el movimiento de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo?
-Nora termina siendo un personaje muy particular para mí, porque era muy particular su forma de ser. A la presentación de mi libro de Malvinas 1982 en uno de los centros de excombatientes de Merlo, ella vino; y al terminar de firmar libros, no sé cómo pero pintó una guitarreada y nos quedamos cantando zambas y chacareras hasta la 1:30 de la mañana.
Compartir, compartir, compartir como si fuera el último día de su vida. Momentos que eran irrepetibles para nosotros porque estaba ella; no obstante, lo eran para ella también porque estábamos nosotros. Cuando uno escucha a otros compañeros, dicen que eso era un dato muy común en la vida de Nora.
La importancia de ella radica en la valentía de mujeres que no tenían militancia política y militar ante el dolor de la vida y de la muerte. Por eso, es absolutamente irremplazable. Empieza a entender que el pañuelo la milita, la faculta, para que este pañuelo se meta en todas las peleas populares. No solo en las peleas del pasado, sino también en las del presente.
Ahora tenemos la obligación de que su palabra no desaparezca. Lo hay que hacer es recuperar casi 50 años de militancia. Cuesta encontrar en cualquier grupo social y político, grupos que han militado sin parar y sin traicionarse, casi medio siglo.
-Con respecto a la Inteligencia Artificial, ¿qué opinas sobre incorporar voces que no sean reales?
-Todas las herramientas per se son eso: herramientas. Después, un martillo puede servir para construir la cuna de mi hijo, o para partirle la cabeza al vecino de enfrente. Es en ese sentido que con la inteligencia artificial, estamos en el mismo lugar.
El tema es para qué se utilizan estas herramientas y ahí es donde uno tiene mucho temor. El problema está en la forma en que se lo presenta. En nuestra profesión, por ejemplo, en la radio, no le tengo miedo a este tipo de revoluciones que viene a comerse el medio porque llegamos al siglo XXI y cada vez hay más radios y más formatos.
¿Y por qué hay más radios? Porque hay palabra. Y la palabra es la prueba de vida que la humanidad sigue dando vueltas por acá.
*Estudiantes de la carrera de Producción Audiovisual.
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