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Mamá luchona: un estereotipo en extinción en Argentina


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Desde la implementación de las Asignaciones Universal por Hijo y Embarazo, contrario a lo que piensan quienes juzgan a las mujeres que cobran subsidios, bajó el embarazo en la adolescencia. Cuáles son las causas.

Del personaje ficticio de Fiona de la franquicia “Shrek” de Dreamworks -la princesa que sufre una maldición que la convierte en ogro por la noche-, al antagónico Fiona Buchona de las redes sociales -meme con el que juzgan a las hoy “mamás luchonas”- que es “bendecida” por sus “ogritos trillizos”. 

“La ke puede puede” y “ke ermoza stoi”, son algunas de las frases a propósito con faltas de ortografías que acompañan las imágenes en las que aparece como protagonista la ogra verde usando ropa ajustada, tatuajes, uñas largas y maquillaje extravagante. Sin oportunidades y lejos de una Hada Madrina que al ritmo de “I need a Hero” les conceda al Príncipe Encantador para que las salve de sus escollos, estas mamás a las que parodian forman su hogar monoparental buscando padres adoptivos para sus “bendis”. “El q tenga miedo de cer padraztro ke no nasca”, advierten desde las redes buchonas.

Esta “mamá luchona” lleva los estigmas de una sociedad abnegada, una que a las mujeres jóvenes las crucifica por ejercer una maternidad en la que no dejan de lado los supuestos intereses característicos de su edad -como salir a divertirse-. Al mismo tiempo, las critican aduciendo que “tienen hijos para cobrar subsidios”.

Mucho ruido, pero pocas nueces: la tasa de fecundidad adolescente está disminuyendo en Argentina

En 2009, la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció la Asignación Universal por Hijo (AUH), mensualidad que se paga a las familias sin trabajo o del sector informal por cada hijo menor de 18 años. Y, dos años más tarde, puso en ejercicio la Asignación Universal por Embarazo para mujeres con 12 o más semanas de gestación. “¡Se embarazan por un plan!”, se convirtió en el abucheo frecuente de los años posteriores. 

Para 2009, la tasa de fecundidad adolescente era de 34,6% cada 1.000 habitantes y para el 2012, tres años después de la implementación de la AUH fue de 32,7% según datos del Ministerio de Salud. Por lo tanto, es un prejuicio -probablemente instalado por los medios- señalar que “tienen hijos por un plan”.

El Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) realizó un estudio que arrojó que la tasa de natalidad ya venía descendiendo desde la década del 70 en la Argentina. Como no siempre “la excepción de la regla dura nueve meses”, la fertilidad juvenil tuvo una marcada caída desde 2013 influenciada por el feminismo, las políticas públicas y la crisis económica.

Feminismo: el desafío de luchar contra el estigma de “mamá luchona”

El empoderamiento femenino, que se venía arraigando desde los años 60, ya no era “muy, muy lejano”. En la segunda década del 2000, la ola verde feminista inundó a la violencia sexista que circulaba en Internet bajo el lema “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.

Así como Fiona y las princesas que se fugaron de la prisión, y como Shrek, el ogro que rompió con el estereotipo del príncipe atractivo de los cuentos de hadas; las argentinas empezaron a escapar de su condena social con el “Ni una menos” y el “Yo elijo cómo me visto y con quién me desvisto” al frente de la batalla de la igualdad de género.

Vistiendo pañuelos verdes en defensa del aborto y violetas para el fin de la violencia doméstica, el movimiento respaldó la conducta de las mujeres para pasar de ser la “mamá luchona” a la “mamá desobediente” del libro de Esther Vivas, la periodista y socióloga que invitó a rebelarse contra el ideal de la madre perfecta porque es inasumible, indeseable y tóxico.

Políticas públicas ante la desigualdad de género

“Los trae la cigüeña” y “Vienen de una semilla o de un huevo”. Para ahondar en la inquietud de los niños sobre “de dónde vienen los bebés”, el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) que puso en marcha Néstor Kirchner en 2006 bajo la Ley 26.150 formó en la materia a los alumnos de todos los establecimientos del país con el objeto de fomentar un comportamiento sexual responsable.

En la misma línea, en 2017 la gestión de Mauricio Macri impulsó el Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA). Desde ese momento, las menores de 20 años aprendieron a “dar rienda libre a las hormonas del deseo” pero de forma prudente logrando reducir en casi un 50% los embarazos en un período de cinco años.

“Desde que me colocaron los implantes subdérmicos estoy tranquila. Antes tomaba la pastilla del día después por temor a quedar embarazada”. Así opinó Ayelén, una moronense de 18 años haciendo referencia a los anticonceptivos promovidos también por Macri que, una vez colocados, funcionan durante tres años y cuyo uso aumentó en más de un 1.000% desde 2014 a 2018 conforme a la Secretaría de Salud.

La desdicha más grande que pueden llegar a sufrir las más jóvenes es tener que realizarse un aborto. Y para que éste no sea invisible como le ocurrió a “Ely”, la protagonista de la película “Invisible” que se estrenó en 2018, el gobierno de Alberto Fernández garantizó en 2021 el acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) hasta la semana 14 de gestación.

Asimismo, el Estado argentino otorgó ese mismo año el derecho a la Interrupción legal del embarazo (ILE) para los casos de violación, peligro de vida o de la salud de la gestante. Las creadoras de “Mi cuerpo, mi decisión” se realizaron, después de años de lucha feminista, unos 250.000 abortos en el sector público hasta octubre de 2023 afectando así a la baja fecundidad adolescente.

Las mujeres: las más afectadas por la crisis económica 

Anahí, desocupada de 30 años y que vive en el barrio Libertador del conurbano bonaerense, decidió ligarse las trompas después de haber tenido tres niños. El primero de ellos fue a sus 16 años y contó: “Tener hijos es un gasto significativo, siempre cobré la asignación pero como están los precios no alcanza. Ya no quiero tener más”. 

El caso de Anahí parece ser moneda corriente entre las jóvenes. El “No hay plata” del actual Presidente, Javier Milei, estuvo presente desde 1989 hasta la actualidad ya que la estanflación económica afectó siempre el poder adquisitivo de los ciudadanos. En 2017, un litro de leche de segunda marca costaba $25 y para mayo de este año $1.200 con una inflación acumulada de casi 6.000%.

En una patria con una tierra tan rica en recursos pero tan pobre en posibilidades, la AUH y demás retribuciones no alcanzan para subsistir. De acuerdo al Observatorio Social de la Universidad Católica, los beneficiarios de planes sociales presentaron un nivel de pobreza del 76,5% en el tercer trimestre de 2023; 81,9% en diciembre de ese mismo año y 85,5% en enero de 2024.

Laura González, ginecóloga del centro de salud Dr. Luis Agote de José León Suárez, señaló que la extrema pobreza es “la principal causa de que las chicas sean más conscientes respecto a la sexualidad”. Tras lamentar que las menores no llegan a cubrir las necesidades nutricionales diarias, fue contundente: “Saben que no van a poder mantener a un bebé”.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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