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Mujeres que hacen historia: Alicia Reynoso, heroína veterana de guerra

Gentileza: Alicia Reynoso

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Entrevista íntima con una de las 14 enfermeras que asistieron a los soldados heridos en la Guerra de Malvinas. Hoy, a 42 años, abre las puertas de su casa en Paraná para compartir su historia y la lucha por el reconocimiento de las enfermeras veteranas de la guerra.


Es enfermera y oriunda de la provincia de Entre Ríos. Durante la Guerra de Malvinas en el año 1982, Alicia Mabel Reynoso se desempeñó en el hospital móvil de campaña de Comodoro Rivadavia como personal civil de la Fuerza Aérea. 

Dos años antes había ingresado en el marco de un programa de prueba piloto de incorporación de mujeres; y en 1982 ya había obtenido el grado de Cabo Principal. Ella fue una de las enfermeras que tenían entre 22 y 25 años, y que en su momento fueron embarcadas hacia la ciudad de Chubut en el marco del conflicto bélico con Inglaterra. Hoy continúa siendo una figura destacada en la lucha por el reconocimiento e igualdad en la Argentina para evitar el olvido de los y las veteranas.

Créditos: Fabián Uset

-¿Cómo te recordás de niña?

Soy la menor de ocho hermanos y siempre fui abriendo caminos. A mi papá lo perdí a los 6 años. Uno de los pocos recuerdos que tengo de él es que llegaba a la siesta con un helado de banana y yo le contaba las cosas que habían hecho mis hermanos, él me decía “vos siempre defendé la verdad”. 

Nunca más pude comer helado de banana pero lo de defender mi verdad me quedó para siempre. Fui una revolucionaria desde chiquita. A los 13, como no quería ir a la escuela de monjas porque veía las diferencias que hacían con mis hermanas, me opuse y me fui a anotar sola a la Escuela Normal de Gualeguaychú.

-¿Hay algún evento que recuerdes que haya despertado tu vocación por tu profesión?

-La veía a mi mamá ayudar. Siempre estaba llevando donaciones a Cáritas. Creo que fue por eso, al ver la solidaridad de mi vieja que, al no tener nada, igual tenía para dar a los demás. Después en la secundaria teníamos una cajita de la Cruz Roja que íbamos rotando y yo nunca la quería pasar.

-¿Por qué decidiste entrar a la Fuerza Aérea Argentina?
-Por una necesidad económica. Era la primera vez que las mujeres ingresaban a la Fuerza Aérea. Yo no tenía ni idea lo que era la vida militar. Estaba viviendo en Buenos Aires por una suplencia y me quedé, pero no tenía trabajo. Entrar a la Fuerza me permitiría estabilidad, un buen sueldo y buena obra social. 

Gentileza: Alicia Reynoso.

-¿Qué sentiste cuando recibiste la orden para ir a la Guerra de Malvinas?
-Era la jefa de enfermería, ese día al llegar me pidieron que seleccione cinco enfermeras porque nos íbamos a la guerra. Nos sentíamos orgullosas, se vivía como un mundial. Pero pensé que no pasaría nada, que se resolvería de otra manera. Al día siguiente, cuando llegué a trabajar, me dijeron “nos vamos mañana”, así que me fui a armar el bolso y me puse a redactar una carta para mi mamá que una amiga se encargó de mandar.

-Si bien la intención era llegar a Malvinas terminan localizando el Hospital móvil en Comodoro Rivadavia. ¿Cómo fueron esos primeros días?

-Nadie nos decía nada ni tampoco podíamos preguntar. Cuando llegamos a Comodoro, nos dimos cuenta que estaba el piso listo para poner el hospital. Al día siguiente empezamos a armarlo y preparar todo. 

Cuando vino la Cruz Roja Internacional casi nos mata por dónde habíamos localizado el hospital. Comodoro Rivadavia era la base logística, si rompían esa base se terminaba la guerra porque estaban las municiones y nosotras estábamos en la cabecera de pista. Eso demuestra que somos un país de paz porque no teníamos ni idea. Con decirte que una noche nos informan de una posible invasión y nos hacen escondernos en unos caños como los de las cloacas y a partir de ahí se dan cuenta que teníamos que armar un refugio.

-¿Cómo fue recibir a los primeros heridos?

-Los primeros días transcurrieron en una tensa calma. Hasta el 1° mayo a las 4:40 cuando comenzaron los bombardeos. Había un caminito del hospital hacia el hangar y ahí, cuando llegaban los heridos, hacíamos la clasificación: Ejército, Marina y Fuerza Aérea. Cada cual llevaba a los suyos excepto cuando debían entrar a quirófano de urgencia. 

Los soldados venían desorientados en tiempo y espacio y llamaban a su mamá, nos pedían que avisemos que estaban bien. Nos impresionaba su patriotismo, porque muchos querían que los curemos rápido para volver. Encontrarse con una mujer era un bálsamo para ellos. 

Gentileza: Alicia Reynoso.

-¿Qué recordás de aquel día en que tu compañera Stella Maris Morales fue arrestada por haber confundido una cuchara de postre con una de café en la mesa?
-Eso fue el 23 de mayo, Stella se equivoca y estaba este militar que fue ahí a molestarnos, porque la verdad que no hizo nada y es de los primeros reconocidos como veterano. 

Cuando decide sancionarla, le digo a mis compañeras que nos vayamos con ella. Ya estaba agotada de la angustia y la presión que manejaba… me retaban por todo, llegó un punto en que pensaba “ma ́ si, si no me matan los ingleses, que me maten estos”. 

Al otro día no había nadie en el hospital y mi superior me mandó a llamar. Indignada le dije: “¿A usted le parece bien? Se están matando los pibes y este tipo la sanciona por semejante pavada, si sancionan a una nos sancionan a todas”. Él me abrazó y me dijo: “Reynoso anda a buscarlas y vení, en la Guerra no existen las sanciones. Si no cumplís, te matan”.

Los soldados encontraban un poco a esa madre en ustedes las enfermeras, que eran unas jovencitas, en tu caso de apenas 22 años. ¿Necesitabas a tu mamá?

-Sí, me moría por ver a mi mamá y necesitaba escuchar su voz pero no era buena la comunicación, estaba todo cerrado en el sur. Solo habilitado para llamadas entre militares. 

Recibí una carta de ella en los últimos días de mayo. Fue un alivio al alma: ella sabía que yo estaba bien. Mi mamá es mi fortaleza, al día de hoy, cuando flaqueo miro su foto y me digo “si vos pudiste, yo también voy a poder”.

-¿Creés que el hostigamiento que sufrieron desde que se publicaron imágenes de ustedes en las revistas tenía qué ver con el hecho de lo que pudieran contar o con borrar la figura de la mujer y el rol clave que tuvieron?
-Yo creo que las dos. Cuando salimos en la tapa casi nos matan, vino un superior nos tiró la revista y nos dijo: “Acá tienen, de ahora en más no se habla más”. Lo que pasa es que estaba minado de periodistas y veían a estas mujeres vestidas de verde que parecíamos de utilería. Les salió muy mal porque querían ocultarnos y llamábamos mucho la atención.

-¿Cómo fue volver a casa y el reencuentro con tus seres queridos?
-Los primeros días de junio no me dan tiempo para ir a ver a mi familia, me mandan del hospital directamente a la Escuela de Aviación para hacer un curso de oficiales de la Fuerza Aérea. Era una buena noticia para mí porque iba a ser una de las primeras oficiales mujeres y subía de cargo. 

Recién a los 15 días, cuando me daban la baja para salir, pude ir a ver a mi mamá. Me acuerdo del abrazo, la emoción de ver a todos. Mi familia tomó una actitud muy inteligente, nadie me preguntó nada, se tapó todo con esto de que iba a ser oficial. En ese momento creo que era lo que necesitaba. 

Carta de la mamá de Alicia Reynoso (1982), frente. Gentileza: Alicia Reynoso.
Carta de la mamá de Alicia Reynoso (1982), dorso. Gentileza: Alicia Reynoso.

-Muchos veteranos y veteranas no pueden hablar de lo que vivieron, ¿tuviste algún período de tu vida en el que pasaste por eso?
-Por supuesto, es que no se podía hablar, había que esconder la cagada que se mandaron. Con el tiempo me di cuenta que el haber callado tantos años nos hizo mucho mal a todas. El silencio impuesto ya sea por la conducción o por el estrés post traumático por algún lado explota, porque eso queda en el disco rígido, ¿y cómo explota? Se transforma en un suicidio, ACV, cáncer…

En tu caso, fuiste víctima de un ACV… ¿Recordás qué pasó y cómo saliste adelante?
-Volvía de la terraza, estaba tomando sol y cuando quise tomar agua de una botellita, se me cayó para el costado. Me di cuenta que algo me pasaba e inmediatamente toqué el botón de pánico, y gracias a Dios y el personal del Hospital De Clínicas, estoy viva. Me recuperé bien porque mi hija me necesitaba, ya que en ese momento ella tenía 19 años, había sido mamá y yo la ayudaba con mi nieto para que pudiera estudiar, entonces no podía quedarme con una dificultad neurológica. Eso me sirvió de empuje. 

-Luego de Malvinas comenzó otra batalla durísima, la lucha contra el olvido. Vos alzaste esa bandera y comenzaste a militar para que reconozca a las veteranas de Guerra. ¿Cómo fue ese recorrido?
-Demoré 10 años y tres meses en que la Justicia me diera la razón y mi juicio cambió la jurisprudencia en Argentina. Mientras tanto, entre amigos armaban listas falsas. Se han pagado favores políticos con las pensiones. ¿Cómo puede ser que siendo 11.000 soldados haya 23.000 personas cobrando? 

En el 2013 me enteré que había 200 mujeres para ser reconocidas, lo cual era imposible porque éramos 80. Más tarde consigo las listas y había azafatas de Aerolíneas Argentinas y hasta personas fallecidas antes de la guerra. 

Es un desgaste muy grande, somos solo dos reconocidas y a la tercera le llegó el reconocimiento 15 días después de que murió. Nos niegan porque reconocernos significa exponer lo mal que se contó la historia desde los inicios. Yo creo que no nos desaparecieron gracias al periodismo, que estamos vivas gracias a todas esas notas que nos han hecho.

-De todos los premios que recibiste, ¿tenés un favorito?
-Me entregaron muchos, pero lo que atesoro realmente son las cartas que me dan en los colegios cuando voy a dar charlas. La creatividad de los niños y jóvenes nunca deja de sorprenderme y sus palabras me llenan el alma. A veces, cuando tengo un día triste, me pongo a leerlas y me da fuerza. 

Gentileza: Alicia Reynoso.

-¿Qué mensaje te gustaría dejarle al lector de esta nota?
-Hemos tenido el honor de cumplir la función pero también vivimos el horror, sentimos el olor y el dolor de una guerra, por eso no queremos que se vuelva a repetir. Vamos por los colegios, las facultades, los clubes y las cárceles hablando y diciendo que todos vivimos una guerra propia y a nosotras lo que nos salvó fue el diálogo. Todos debemos dialogar ante el mayor o menor conflicto que tengamos. 

Si en aquella época hubieran elegido el diálogo y no la violencia, hoy sería otra la historia. Por eso a las generaciones que vienen y a las actuales les digo que hablar sana, no importa si hoy no te entienden, mañana te tratan de loco o loca, un día alguien te va a escuchar y ese día vas a sanar. 

Alicia Reynoso (2024). Créditos: Victoria Campanino.

*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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