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Consumo seguro: La noche pide éxtasis y contención

El MDMA, la droga que todos asocian con la felicidad y el amor, es la favorita de los manijas que quieren seguir de fiesta durante horas. Una sensación de bienestar y conexión que convive con el riesgo de no saber con certeza la pureza de lo que se está tomando. Por eso, se imponen las redes de apoyo y contención para el consumo seguro. 

El MDMA o llamado “M”, “Md”, “Molly” o “éxtasis”, es una sustancia clasificada en el marco legislativo como ilegal, se encuentra en la lista I de las sustancias fiscalizadas mundialmente.

―El osito de color azul pega más duro, si querés probar por primera vez, te recomiendo el papa noel, es rojo, de carga media y está re bueno para empezar de a poco. Primero tomá la mitad y si ves que querés un poco más, tomás la otra parte o subís la pastilla con una seca de faso, le dijo Alan a su amiga Camila. 

―¿Cómo te das cuenta que necesitás subir? -preguntó Camila-. 

―Te lo va a pedir el cuerpo, vas a ver. 

―Bueno, pasame el agua, le respondió. Glup.

Los jóvenes que usan éxtasis forman una comunidad que fomenta el consumo responsable y el bienestar. En mayo de 2019 los dos amigos esperan a que llegue el resto del grupo. Rocío viene con Belén: ellas ya avisaron que nada más van a fumar porro. Son las 12:00 de la noche y en la esquina de Niceto Vega y Bonpland, con la banda completa, los amigos entran a Under Club. El público es diverso, aunque el look total black es la tendencia. Por más que dentro del club apenas se pueda ver el cartel de salida, casi todos usan lentes de sol. En teoría, es para proteger los ojos para cuando se dilaten las pupilas, pero Camila sospecha que algunos simplemente lo usan para quedar cancheros o para no asustar con sus ojos negros. Después de caminar un poco el lugar, la banda se ubica en un hueco que encuentra entre la gente en el medio de la pista y se deja llevar por la música. Camila, que al principio decía que no sentía nada, ahora no puede parar de bailar. 

A las tres de la mañana Camila le pidió a Rocío que la acompañara al baño. Rocío acepta porque se está haciendo pis. En el camino, ven una mesa larga al costado de la pista, con botellas de agua, frutas, golosinas y numerosos folletos que les llama la atención. Rocío se detiene por una botella de agua, pero Camila, curiosa, se acerca a los folletos que explican sobre tipos de sustancias y sus efectos esperables. Por detrás del stand se asoma un conjunto de promotores y les explican que forman parte de la Asociación de Reducción de Daños de Argentina (ARDA), que son profesionales que trabajan en la difusión de políticas de drogas basadas en la salud, los derechos humanos y la evidencia científica. Uno de ellos les cuenta que también está la posibilidad de analizar sus pastillas usando reactivos colorimétricos. Esa noche Cami descubrió lo que eran las políticas de reducción de daños. 

Consumidores

Alan tiene 28 años y es de José Ingenieros. Siempre fue considerado la oveja negra de su familia, el rol del buen hijo estuvo ocupado por su hermana menor. Sus padres le dieron a temprana edad la libertad para salir y es por eso que desde que es joven se la pasa de joda. Probó el éxtasis para intentar replicar el mambo de su primer porro de marihuana.

Belén tiene 26 años y vive en Barracas. De pendeja se las arregló sola porque sus padres no le prestaban mucha atención. Siempre fue una nerd en el colegio por su capacidad de autoexigirse para mejorar. Ella superó los traumas de su juventud sola y con altura. Probó el éxtasis porque quería encajar en el grupo del colegio Manuel Belgrano de Bellas Artes. 

Camila tiene 25 años y es de Floresta. A los 18 ya trabajaba, estudiaba y salía de joda seguido. Su grupo de amigas era bastante amplio y siempre había un cumpleaños o una fiesta para salir. Le gusta la joda, salir a bailar y experimentar con muchas drogas. Probó el éxtasis por iniciativa propia, para vivir la experiencia y sentirse relajada.

Rocío tiene 29 años y vive en Devoto. Ella creció en un entorno muy arraigado al problema de las drogas. Desde el momento en el que su tío murió por una sobredosis, su madre se empecinó en criarla con el chip de que todas las drogas son malas. Al igual que Belén, Rocío está metida en el mundo del arte. Cuando volvió de su primer día de cursada en la Universidad Nacional de Arte, su vieja la increpó y le dijo que tenía olor a marihuana. Con el tiempo lo terminó aceptando. Probó el éxtasis en una masiva fiesta de electrónica.

Entre los efectos de la droga se destacan: el aumento de tasa cardiorrespiratoria, disminución del sueño, disminución del hambre, disminución de la sensación de cansancio, sensación de bienestar o felicidad, euforia, aumento de la energía.

El debut

Una amiga le comentó a Rocío de la Creamfields, la fiesta de electrónica masiva que se hacía en Rosedal de Palermo hasta mediados de 2016. Ella sabía que en ese ambiente se consumía éxtasis pero no tenía ni idea de lo podía llegar a causar en su cuerpo. Unos días antes de ir decidió indagar sobre el tema en internet.

Tres días antes de ir a la fiesta, recibió un mail de la Universidad Nacional de las Artes. Había rendido bien el ingreso para la carrera de actuación y la alegría era inmensa porque el año anterior no lo había podido lograr.  Llegó el viernes, ella estaba contenta, eufórica y decidió consumir éxtasis por primera vez en un intento por prolongar esa felicidad. “Me puse muy melosa. Fui con un chico que me encantaba y quería chapar todo el tiempo. A mis amigas les decía: ¡Ayyy, amiga, te amo!”, recuerda la joven.  

Un sábado de mayo… Camila salió a bailar con sus amigos a Under Club. Ella describe su debut como tranquilo y no dejó de bailar en toda la noche. Si bien al principio todo el mambo le subió de golpe y se asustó, se sintió contenida por sus amigos. Por alguna razón, ella sentía que todas las personas presentes eran sus amigos. La música bien arriba, y las personas que bailaban, le sonreían y hasta la acariciaban, contribuyeron a que Camila tenga una buena primera experiencia con el éxtasis.

Alan venía de experiencias previas con las drogas. Ya consumía marihuana, pepas y alcohol. Ese primer flash de fumar porro le generó un placer único que, pese a sus esfuerzos por revivirlos, nunca lo logró. Y eso que muchas veces lo intentó. A los 17 llegó la noche del éxtasis y su intención fue superar la experiencia que lo había dejado en una escena de Jurassic Park. Otra vez no fue así, pero los efectos de la pastilla recorriendo su organismo le dieron el indicio de que volvería esa experiencia se volvería a repetir. Para Alan, lo fundamental es siempre estar acompañado de amigos, la primera experiencia es más que sensorial y el lugar, la música y el espacio que uno tiene disponible es clave para no tener un mal episodio.

Belén probó el éxtasis a los 16 años, todavía era una pendeja. Sus amigos del barrio lo hacían y ella creyó que debía hacerlo también, para encajar. Esa experiencia le encantó y no dudó en volver a repetirla. Se sintió tan bien que se olvidó de todos los problemas familiares que tenía. La droga le causó una sensación de mucho cariño y contención. Un espacio en donde todo fluye y está bien. Las luces y la música hicieron de lo suyo.

El ambiente de la jodita

Música house, luces verdes, azules, rojas y blancas bailan al ritmo de los sonidos. Todo tu cuerpo vibra al compás. Un escenario al aire libre, diez horas por delante, miles de personas paradas cual ejército, todas mirando hacia un solo lugar: al DJ, que como un dios les da lo que ellos piden.

Rocío prefiere el house más chill, las fiestas al aire libre y bailar a todo ritmo. A veces, la pastilla le da ganas de vomitar, pero sabe que es un efecto secundario común, lo que la ayuda a no obsesionarse con la posibilidad de tener una pálida.

Camila se anima a probar todo tipo de estilos. En algún momento de la noche se acerca a sus amigos para decirles que los ama, se siente feliz por compartir ese momento con ellos. Está segura de sí misma y lo transmite en todo momento.

Alan es fan de la electrónica dura, ama el respeto que hay por el espacio personal y la buena onda del ambiente. Prefiere lugares donde la gente no te empuja, y si lo hace, te pide perdón. A veces compra pastillas en el mismo boliche. Opina que no hay pastillas malas, y que la pasti es la droga más noble.

Belén disfruta cuando la acarician y suele estar pendiente de que los demás estén tomando agua; les comparte caramelos y golosinas. Las luces y la vibración de la música la conecta espiritualmente. En su experiencia tuvo malos viajes y se asustó un montón.

El éxtasis facilita cumplir con las demandas de estos eventos: estar despierto, bailar durante horas, conectar mejor con los demás y sentirse muy bien ante los estímulos de la música y las luces. Esto hace que los consumidores de éxtasis vean sus efectos de manera positiva, a veces, sin medir las consecuencias negativas de sus efectos.

Según el informe Representaciones Sociales y Prácticas de Consumo del Éxtasis realizado por la licenciada en Sociología y magíster en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires Ana Clara Camarotti y publicado por la revista Convergencia de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México, se presentan dos tipos de usuarios. Por un lado, están los que hablan solo de los efectos positivos del consumo y, por el otro, los que entienden los peligros que puede ocasionar la pastilla. Estas dos perspectivas dividen a las personas en dos grupos: los que se informan y los que no. El grupo que se informa, no censura a quien no lo hace pero toma otra postura frente al consumo, milita por políticas públicas para la reducción de daños e integra una comunidad autogestiva que ofrece conocimiento sobre la pastilla y sus efectos a través de distintas plataformas.

Una oportunidad 

En Rosario, la Ciudad que vibra al ritmo de la música electrónica, nació ARDA la organización que desafía los paradigmas tradicionales en la prevención del consumo de drogas. La ONG está liderada por el Dr. Gustavo Zbuczynsky propone un enfoque revolucionario: la reducción de daños.

Para Zbuczynski, la Ley de Drogas Nº 23737 es una de las peores de América Latina. “Solo impone la prohibición y la abstinencia como únicas soluciones”, explica el especialista, quien considera que la normativa no busca comprender el consumo del paciente, sino castigarlo. En lugar de negar los consumos, la asociación busca abordarlo desde las consecuencias negativas. El testeo de pastillas, aunque controvertido y en los límites de la legalidad, se convirtió en un pilar fundamental de su estrategia para proteger a los manijas. 

La lucha de ARDA trasciende las pistas de baile y se extiende al ámbito legislativo. “Hay que modificar el punto 2 del artículo 14 de la ley 23.737”, insiste Zbuczynsky, argumentando que no es lo mismo poseer drogas para producirlas que para proteger a los consumidores. Esta distinción es crucial en su batalla por un marco legal más justo y efectivo.

ARDA surge como respuesta a esta realidad, reconociendo la relación milenaria entre los seres humanos y las sustancias psicoactivas.

Paradójicamente, las fiestas electrónicas, antes vistas como parte del problema, se convirtieron en aliadas estratégicas de ARDA. “Los organizadores entienden que cuidar a su gente les suma fidelidad”, explica Zbuczynsky, y revela cómo estos eventos se fueron transformando en plataformas para promover prácticas más seguras de consumo. Semana tras semana, la organización crece en número y alcance, consolidando su mensaje y formando comunidades. Su lucha va más allá de la oposición a las drogas; es un llamado urgente a repensar un sistema que, según ellos, necesita una profunda transformación.

En este contexto, Zbuczynsky destaca el papel crucial de las estrategias de reducción de daños, para llenar el vacío dejado por la falta de políticas públicas que prioricen la salud y los derechos humanos, ofreciendo alternativas más realistas y efectivas, como el testeo de pastillas.

La última Encuesta Nacional sobre Consumos y Prácticas de Cuidado fue publicada en 2023 por el INDEC. Desde entonces, no hay una actualización sobre el tema. Ese estudio revelaba que aproximadamente el 12% de las personas encuestadas tuvo curiosidad por probar una droga que no hubiera consumido previamente. Además, un 32% considera “grave” la percepción que existe del consumo de drogas. Hay diferencias en el conocimiento de programas de atención y prevención del consumo de sustancias. El 18,3% de la población total dice conocer estos espacios, pero este porcentaje aumenta al 22,1% entre las personas con mayor nivel educativo y al 21,3% en hogares con clima educativo alto.

Malos viajes 

Belén dice que le tiene respeto a las pastis. Si bien son pocas las posibilidades de tener un mal viaje con esta sustancia, un día ella fue la excepción y le dio la pálida. “Sí, una vez compré una pastilla en un boliche sin saber su procedencia. Me pegó muy mal, como si me hubiera tomado una cantidad enorme de cocaína en segundos”, dice. Lo recuerda clarito: era una Punisher gris, tenía la forma de diamante con la silueta de una calavera en el interior. “Ojo que es carga alta”, le había advertido el chico que se la vendió a un precio razonable -un pibe de no más de 22 años con pelo negro, dos aritos en uno de los lóbulos de las orejas y la mirada tímida-. Belén no le hizo caso: sus amigos ya estaban re-arriba y ella no se quería quedar atrás. Le pasaron el agua y tragó.

Los primeros 15 minutos desde que empezó a sentir que le pegó, estuvieron bien. Levantó los brazos, se dejó llevar por la música, bailó, bailó y bailó. Pero de repente su cuerpo se endureció desde la mandíbula hasta la punta de los dedos de los pies. “¿Habrá sido demasiado?”, pensó mientras bailaba y se agitaba cada vez más. Todo pasaba muy rápido y sus amigos le empezaron a parecer autómatas que bailaban, cada uno en su mundo. Ninguno de ellos tenía registro de lo que le pasaba a Belén, que a esta altura respiraba por la boca y sentía que el oxígeno que había en el boliche no era suficiente para satisfacer las necesidades de sus pulmones. Aire. Belén necesita más aire pero nadie se da cuenta.

Tucúntucúntucúntucún: Belén tomó una pastilla diabólica y ahora puede escuchar su propio corazón, que late más rápido que la música y probablemente, también late más rápido de lo que debería latir un corazón. 

Todo es intenso: las luces, la música, la gente. La pasti. Sus latidos. En este momento a la joven no le quedan dudas de que está a punto de tener un paro cardíaco, pero no puede bajar y tampoco sabe qué hacer antes de perder la conciencia.“La puta madre, me estoy muriendo. Necesito ayuda. Menos mal que están los chicos acá”, se dijo Belén para sus adentros. No sabe cuánto tiempo pasó desde que emitió la palabra por última vez, pero calcula que fue cuando tragó la punisher. Juntó fuerzas para salir de su burbuja de ansiedad y pseudo muerte, para dirigirse al exterior. 

―Me estoy muriendo. Ayúdame, le dijo a su amigo al oído con la última bocanada de aire que le quedaba, como un suspiro.

―¡¿Qué!? ¡Hablá fuerte que no se escucha nada!, le respondió su amigo sin dejar de mover los hombros de un lado a otro frenéticamente.

Eso es lo último que Belén recuerda antes de desmayarse. Según le contaron sus amigos después, estuvo inconsciente durante 15 minutos en la enfermería hasta que se reanimó. Esa parte si la recuerda: se sentía fatal. Le dolía la cabeza, el cuerpo, tenía náuseas y mareos. “Es importante saber qué estás consumiendo y hacerlo de a poco. Sobre todo hay que hacerlo con gente de confianza que te pueda cuidar”, reflexiona ahora.

Un aspecto fundamental en la génesis del cuadro de sobredosificación, es la composición o naturaleza impredecible de la droga. Para reducir los costes de producción es frecuente que esté adulterada con cafeína, analgésicos, antidepresivos, efedrina o antibióticos, que pueden multiplicar los daños causados al organismo.

En el informe El consumo de drogas como consumo cultural del Observatorio Argentino de Drogas del SEDRONAR del 2009 explica que la cultura juvenil se desarrolla a partir de la expansión del tiempo libre y la masificación del consumo. Además, ese consumo tiene más importancia en esa franja etaria. Los consumos culturales son clave en la conformación de los estilos juveniles, caracterizados por su dimensión simbólica y permiten a los jóvenes construir su identidad, lograr su lugar en la sociedad, siendo el lugar de diferenciación social y distinción simbólica entre grupos. Se sugiere que los jóvenes no solo consumen productos por su funcionalidad, sino que a través del consumo participan en una red compleja de significados culturales que definen y expresan su identidad.

Desde dosis de 100 mg se pueden evidenciar, sensación de bienestar, euforia, estimulación o aumento de energía, efectos entactógenos a nivel emocional y cognitivo.

El grupo de amigos

Cuando estaba en el secundario, la mamá de Rocío le taladraba la cabeza diciendo: “Ojo con quién te juntas. Tu tío empezó con amigos drogones y mirá cómo terminó”. Ella no le hacía demasiado caso. 

Pero hay gente que no cree en las malas juntas. El sociólogo y secretario de la Red Iberoamericana que trabaja en Drogodependencias Fabián Chiosso le lleva la contra a la mamá de Rocío y dice que los amigos no son determinantes en la influencia del consumo. El especialista explicó que algunos jóvenes que ven a sus amigos consumir éxtasis y salir de fiesta viernes a domingos sienten que sus vidas salieron de control, incluso muchas veces, son los amigos quienes alertan a los padres de la gravedad de la situación. 

Aún más, dice que hay grupos de jóvenes que se sienten contenidos cuando consumen todos juntos y de ahí deriva el tema de que los adolescentes se drogan porque un amigo les convida. Pero dentro de esos mismos grupos también están quienes no tienen ningún interés en probar la sustancia. En la misma línea, la psicóloga especializada en adolescencia y orientación familiar, Florencia Alfie, piensa en las amistades como “un factor de riesgo y también de protección” a la hora de pensar en adicciones. 

ArgenPills Bot te cuida 

En Argentina existe un BOT de Telegram, conocido como Argenpills que proviene del Foro Argentino de Reducción de Daños y Consumos Responsables y nace como producto de la falta de regulación del Estado en este tipo de eventos. Básicamente, los usuarios aportan información a la comunidad de las joditas para disminuir los riesgos al consumir. En este se puede ver un listado de drogas y los efectos que éstas pueden generar. Además, cuenta con un grupo en Telegram, donde un bot envía recomendaciones y noticias sobre la droga. Actualmente el grupo tiene más de 6 mil suscriptores. 

El Bot busca crear un registro de consumo para obtener estadísticas sobre la temática.

21 de junio, 19:04 hs

ArgenPills Bot te cuida: Todo lo que sube debe bajar: prepárate para un posible bajón anímico durante la semana, recuerda que tu cerebro se está recuperando.

24 de junio, 22:36 hs

ArgenPills Bot te cuida: Adquirirla en cualquier lugar, de cualquier persona o cualquier momento aumenta las posibilidades de que te engañen y te vendan pastillas adulteradas. Tratá de anticiparte y adquirirlas antes, de fuentes lo más conocidas y fiables posible.

Este tipo de notificaciones le llegan todos los días al celular de Camila, desde que en aquella fiesta en Under Club se sumó al grupo de Telegram de ArgenPills Bot. Y es que movida por la curiosidad, cuando llegó a su casa Camila se dedicó a investigar sobre formas más seguras que existían para consumir y se encontró con toda una comunidad donde se milita por la reducción de daños.

Finalmente se decidió a compartir todo lo aprendido con sus amigos. Un sábado a la tarde, tomando unas birras en el patio de la casa de Alan, confesó su nuevo interés. Aprovechó para mostrarles el grupo de Telegram de ArgenPills. 

―Che, saben que desde la última vez que salimos me quedé re enganchada con el tema de las políticas de reducción de daños. Creo que es fundamental que todos estemos más informados sobre lo que consumimos y cómo cuidarnos más. Me parece que no se trata de dejar de tomar, dijo Camila, sino de hacerlo de manera segura y consciente.

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