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42 años de la gesta de Malvinas: un homenaje para los héroes curuzucuateños


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“Queremos honrarlos y recordarlos con palabras que permitan reflejar la entrega de nuestros soldados argentinos”. Cómo se vivió el aniversario del Día de Veteranos y Caídos en la Guerra de Malvinas en un pueblo del sur de Corrientes. De Curuzú Cuatiá fueron 28 los soldados y tres no volvieron. 


Son las 9 de una mañana nublada del 2 de abril de 2024. Primer día frío curuzucuateño del año. Cruzo la plaza principal de la ciudad con el mate y el termo en mano apresurando el paso, tratando de que el frío del cuerpo sece. Me acerco hasta la calle principal, Berón de Astrada, en donde se puede apreciar a distintas Fuerzas Armadas y a los abanderados y escoltas de cada uno de los colegios que están formados a la espera del comienzo del acto y del posterior desfile. 

Las personas van llegando y se acomodan en donde encuentran un huequito vacío. Mientras lo hacen, un señor alto de traje les empieza a repartir banderitas para que las agiten durante el desfile. El palco en donde se ubican las autoridades municipales se empieza a llenar y los fotógrafos se cruzan de un lado a otro queriendo capturar las mejores postales de la ceremonia.

Mirta, la locutora oficial da inicio al acto y lo hace con unas palabras en homenaje y conmemoración hacia ellos, ellos que ahora están formados al igual que todos; ellos que están algunos con traje y corbata, y otros de civil. Ellos que hace 42 años siendo adolescentes dejaban todo para ir a combatir por territorio que les pertenecía, que nos pertenecía, sin saber si volverían. Ellos que hoy, cuando les dedican este tipo de palabras, se les cae unas cuantas lágrimas; y también para ellos que ya no están en este plano físico, pero que de alguna manera siguen estando. Ellos: los Veteranos y Caídos en la Guerra de Malvinas.

“Coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir”, son las palabras de Mirta, para luego ordenar que se entonen las estrofas del Himno Nacional Argentino. Y, en ese momento, la persona que estaba con las manos metidas en los bolsillos, las saca y las pone al costado de sus piernas. Endereza su postura, mira al frente y sus labios comienzan a cantar este símbolo patrio que te hace poner la piel de gallina cada vez que se escucha. Más aún para los que están acá presentes, ya que la reconocida Banda Militar Fuerte Sancti Spiritus de Mercedes Corrientes es la encargada de ejecutar la melodía del himno con instrumentos varios, entre ellos: platillos, bombos, trompetas y redoblantes. 

Los músicos militares vestidos de verde camuflado, borcegos marrones y guantes blancos, siguen las indicaciones del director que mueve la batuta de arriba a abajo formando una U. Y las diferentes fuerzas que no tocan instrumentos cantan al unísono firmes el himno haciendo el saludo uno.

Y ahí están los 25… 25 son los combatientes de Malvinas que están presentes. 25 miradas: algunas con una pequeña sonrisa -más cuando los fotógrafos se posicionan frente a ellos-, algunas otras miradas serias, y otras sin gesticulación alguna, pero al momento de entonar las estrofas del himno, lo hacen fuerte y claro. Cuando éste culmina, todos vuelven a sus respectivas posiciones y es el turno de Ivana Blanco de homenajearlos a ellos con un discurso, pero en especial a su padre, Pedro Blanco, que está ahí presente junto a sus camaradas. 

“Queremos honrarlos y recordarlos con palabras que permitan reflejar la entrega de nuestros soldados argentinos”, empezó leyendo de manera pausada. De su boca solo salían palabras emotivas que tocaban lo más profundo del corazón, palabras que una hija escribió para su padre que un día le dijo sí a la patria y se fue a combatir por amor a ella. 

Dice Ivana en este momento: “Tengo el honor y la dicha de que mi papá fue y regresó”. ¡Y qué honor debe ser tener a tu papá combatiente vivo! Pero, ¿los curuzucuateños que no regresaron? ¿Quiénes no lo hicieron? ¿Quiénes fueron esos soldados que sus familias no vieron bajar del tren? Esos fueron tres: Juan Simón Sánchez, que falleció el 2 de mayo de 1982 en el mar argentino a causa del hundimiento del Crucero Gral. Belgrano; Ramón Antonio Meza, el 25 de mayo en Puerto Argentino por ataque aéreo; y Juan Raúl Serradori que falleció un mes después, el 11 de junio, en Monte Harriet a causa de un ataque de infantería. 

De los 649 hombres que se convirtieron en centinelas y que hoy custodian las islas, tres eran oriundos de Curuzú Cuatiá y que, por su gran obra, sus nombres son actualmente de avenidas y calles de esta ciudad.

“Hay cosas que en ocasiones no recuerdo sobre la guerra, pero a Serradori siempre lo recuerdo, fue mi compañero y con el que solía hacer guardia en Malvinas. En días como este, siempre está presente y siempre brindo por él”, expresó entre lágrimas Juan Hernández, combatiente de Malvinas presente en el desfile.

Continúa el acto y Mirta invita al vicepresidente de la ciudad, a la senadora provincial, al presidente del centro de veteranos, y al comandante del ejército a que presenten un arreglo floral a los pies del monumento que recuerda a los Caídos en la Guerra de Malvinas. Y así lo hacen: se dirigen al monumento que se encuentra a 100 metros y en donde en un mástil flamea la bandera argentina. 

Llegan, entregan el arreglo floral y se quedan en silencio. Todos en silencio. Hasta la ciudadanía. Y comienza a sonar la trompeta que representa el minuto de silencio. Pasa el minuto y todos vuelven a sus respectivos lugares.

La locutora anuncia que comenzará el desfile y las instituciones que participarán de él se dirigen hacia donde está el monumento para luego desfilar; y mientras lo hacen, la banda militar comienza a tocar “la marcha de las Malvinas”, y lo que primero se escucha son las trompetas. 

Pasan unos minutos y ahora sí, comienza el desfile, y la primera escuela en pasar es “la número 7”, una escuela para chicos especiales que está cumpliendo 40 años, y podrían haber optado por desfilar con un cartel que haga referencia a esta boda de rubí, pero no: lo hacen con uno que dice bien grande y en imprenta mayúscula “El honor y el valor no se olvidan”.

Pasa una escuela y pasa otra, pero lo que todos esperan es a los Veteranos. Es su día y se merecen la mejor ovación que nunca y, a medida que pasan los minutos, se van acercando. “Ahí vienen nuestros héroes”, se escucha por los parlantes, y a su vez, las personas empiezan a aplaudir fuerte y otras a agitar las banderitas que les habían dado. 

Ahí vienen los 25. 25 veteranos junto a sus familias. Algunos vienen de la mano con nenes chiquitos, otros junto a sus esposas, otros solos, pero lo importante es que vienen, que están desfilando, que están.

Los colegiales los aplaudían, algunos muy chiquitos que seguramente no conocen a fondo lo que fue la guerra pero, por respeto y por lo que les enseñan en la escuela, lo hacían. Oscar Arbelo, médico que ejerció su profesión en Malvinas, luego de ver a los estudiantes hacer esto expresó: “Ellos son el futuro del país, y ojalá nunca tengan que recurrir a las armas para resolver un conflicto”. 

“Hoy las armas son otras: son los libros, es el estudio, es la capacitación, es la dedicación permanente a ser cada día mejor”, concluyó el veterano. Luego, la agrupación del ejército desfiló y se dio por finalizada la ceremonia.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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